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crisis del INSS

crisis del INSS

¿Por qué es posible que haya otra reforma al INSS antes (o inmediatamente después) de 2021?

El INSS no reacciona favorablemente a la reforma que se aplicó este año y por eso los economistas no son optimistas sobre la sostenibilidad del instituto, que desde ahora vaticinan otro ajuste, que puede ser peor

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Tras la brutal reforma a la Seguridad Social, la situación financiera del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) continúa siendo frágil, lo que hace temer a los economistas que en el mediano plazo el Gobierno se vea forzado a implementar un nuevo ajuste, principalmente si la economía no logra de inmediato generar empleo y si no se frena el cierre de empresas como consecuencia de la recesión.

La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) indica que más preocupante aún son que las proyecciones que hace el Gobierno sobre la situación financiera del INSS sean irreales, al recordar que los cálculos se hacen sobre la base de una contracción este año del PIB de 3.5 por ciento y un crecimiento de 0.5 por ciento en el 2020.

“Esas son tasas (económicas) irreales, son muy optimistas. Y si las tasas ( de PIB al final) se acercan a lo que decimos nosotros o lo que dice el Fondo Monetario,  The Economist Unit Intelligence o la Cepal,  cuya caída está en cinco por ciento o más para este año y número negativo para el próximo año, entonces los números que estamos observando para el INSS tampoco son reales”, afirma Funides.

El régimen de Ortega espera que este año el INSS cierre con un déficit financiero de 3,138.8 millones de córdobas y el próximo año con un hueco de 3,184.8 millones de córdobas, los que son ligeramente inferiores a los 4,333.19 millones de córdobas registrado en el 2018 y que forzó a una reforma, que los economistas han calificado como draconiana y caníbal por realizarse en un contexto de recesión.

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Esas proyecciones, según un economista que prefiere no ser citado, apuntan a que además de que el Estado continúe haciendo masivas transferencias al instituto, en paralelo  el INSS tendrá que acelerar la recuperación de sus inversiones para cubrir dicha necesidad, lo que ocasionaría que las pocas reservas en activos fijos que puede tener el instituto comiencen a agotarse en 2021.

“Para 2021 la cartera de reserva estaría en vías de agotarse por el financiamiento de los déficits, y con toda probabilidad se haría necesaria una nueva reforma paramétrica, más severa que la anterior, lo cual estaría a cargo del gobierno que surja de las elecciones de 2021”, precisa.

Se hunden los ingresos por inversiones

El problema es que el INSS tiene inversiones que con rapidez no se pueden convertir en dinero en efectivo y los rendimientos que estas están generando están cayendo drásticamente. Solo basta echar una mirada a los números que Hacienda incorporó en presupuesto 2020, donde se señala que para este año las inversiones del INSS dejarán en ganancias solo 79.9 millones de córdobas y el próximo año 57 millones de córdobas.

De concretarse esa proyecciones, estos ingresos por rendimiento de las inversiones sería de los niveles no vistos en años para el instituto. Hasta el 2018 al menos se recibió 232.9 millones de córdobas, un nivel que aún es bajo si se compara con las ganancias que se registraron en 2010- su pico más alto-, cuando el INSS registró 1,393 millones de córdobas por ese concepto.

Por lo general el INSS toma dinero de los contribuyentes para realizar inversiones que deben generar ganancias, las que pasan a alimentar el fondo de reserva para las futuras obligaciones del instituto.

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Las causas

¿Por qué  se hundieron las ganancias de las inversiones del INSS?   Desde 2013 las autoridades del INSS, encabezadas por el presidente de la junta directiva del instituto, Roberto López, decidieron invertir en negocios más riesgosos, sin ninguna fiscalización ni control sobre a quiénes se les estaban prestando para desarrollar obras en el área de bienes raíces.

Fue en el 2017 cuando el Fondo Monetario Internacional lanzó abiertamente la alerta: ” Ha habido una inversión significativa en el desarrollo de bienes raíces que no parece estar conectada con la naturaleza de las operaciones del INSS ni con las del fondo de reserva”, dijo en el reporte sobre la Consulta del Artículo IV de 2017.

En el 2012 del total de fondo de inversiones, 93.7 millones de dólares estaban en participaciones accionarias, préstamos de construcción y fondo hipotecario, el restante en certificados de depósitos, ahorros y títulos. En el 2018 ese monto se había incrementado a 278.6 millones de dólares, lo que refleja la drástica transformación.

Previo LA PRENSA destapó una serie de casos de corrupción sobre aprobación de préstamos para allegados a los directivos del instituto, cuyas construcción inmobiliarias han sido fallidas, una de ella es el edificio de viviendas que está en la cercanía de la rotonda Rubén Darío, en Managua.

Para Funides ante los crecientes déficit, el INSS con toda certeza ha liquidado las inversiones de rápida convertibilidad como son los títulos valores o depósitos en certificados bancarios, pero le resultará más difícil liquidar las que tiene en desarrollo de bienes raíces o adquisición de clínicas previsionales u otras participaciones, a menos que se deshagan de estas inversiones a precios casi “regaladas”.

“Estamos en recesión y estando en recesión es mucho más difícil de lograr deshacerse de estos activos fijos; en segundo lugar por la misma recesión, si logras deshacerte de esos activos fijos lo haces vendiéndolo a un precio mucho más bajo de lo hubiese sido en una situación normal, no se maximizan las ganancias”, afirmó Funides.

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Seguirán transfiriendo, aunque costo social es alto

Donald Soza, exfuncionario del INSS y asesor independiente en seguridad social, admite que si no se logra revertir la recesión sin duda se impulsará un nuevo ajuste, de cuya magnitud aún es prematuro predecir.

Sobre la caída de los ingresos por rendimiento de las reservas, Soza cree que ante la necesidad del INSS de echar mano de es fondo para hacer frente a los déficit, el tamaño de las inversiones se ha empequeñecido, por lo tanto las ganancias también tienden a caer.

“Pudiéramos ir de reforma en reforma hasta que no haya nada para repartir”, admite el especialista que señala que mientras no se revierta la recesión económica que permita generar empleo, el INSS seguirá en crisis y por tanto el Estado estará obligado a seguirle inyectando liquidez desde el Presupuesto General de la República. Entre 2019 y 2020 están programados casi 100 millones de dólares en inyección.

Una transferencia estatal al INSS que tiene un costo social elevado.”Este aporte estatal al INSS fue posible, ante todo, debido a que en este año las transferencias presupuestarias del Gobierno central a las municipalidades se redujeron drásticamente, desde el diez por ciento de los ingresos tributarios que establece la Ley a solo un 3.5 por ciento de los mismos”, dijo el economista, que pidió no ser citado.

Funides y Soza admiten que la situación del INSS es complicada, semejante a un enfermo conectado a una máquina respiratoria, cuya probabilidad de cura es incierta, pero que debe ser salvado porque a nivel mundial ningún sistema de Seguridad Social ha desaparecido.

“¿Qué está ocurriendo el país? ¿Hay más trabajadores? No, porque hay empresas que están cerrando, ¿el país está aumento salario o disminuyendo? Las empresas o están manteniendo o disminuyendo, porque dicen: mirá no te puedo pagar 50 mil, te pago 40 mil o me busco otro más baratito”, ilustra Soza.

Esa variables que describe el especialista, “hacen que los ingresos del INSS no aumenten como se pensó que podían aumentar. Aquí hay un problema macro”.

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Es un instituto quebrado, que no puede dar más

Para Juan Sebastián Chamorro, director ejecutivo de la Alianza Cívica, los números oficiales tras la reforma este año, solo significan un realidad: “que la situación del INSS está prácticamente quebrado, y esto lleva a una reflexión profunda, ¿qué se puede hacer?”.

A criterio de Chamorro otra reforma adicional a la de 2019 implicaría a incrementar  “las tasas de cotización, reducir los beneficios, y esto definitivamente se traducirá en costos a la población, menos servicios médicos, y esto tiene su origen en las malas inversiones que ha hecho el INSS, unas inversiones en las cuales han perdido reales”.

“Estamos hablando de un instituto de Seguridad Social totalmente quebrado, donde yo creo que ya el sistema no va a poder producir los recursos necesarios para su sostenibilidad, se va a tener que buscar una asistencia externa, es decir, partidas específicas del Presupuesto General de la República, que va a estar a costa de programas de salud, educación general a la población, préstamos internacionales, pero realmente ya el margen de maniobra, el margen de posibilidad de hacer una reforma a la Seguridad Social ya está agotada con las reformas que hace poco se implementaron, y estamos viendo, en un tiempo, realmente récord, de que no están dando resultados, esto significa que la Seguridad Social está quebrada”, enfatizó.

Vicepresidente de Cosep: empresas no aguantan más

En esa misma línea, se pronunció el vicepresidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), Sergio Maltez, quien dijo que otra reforma al INSS que afecte a los contribuyentes es insostenible e inviable, por lo que urgió a un diálogo para superar la crisis política y salir de la recesión. Eso permitirá más empleo, que es lo que necesita el instituto.

En todo caso, según Maltez, las autoridades del instituto deben hacer una reforma interna que apunte a una reducción de sus administrativos, que siguen siendo elevados. “Mientras el gobierno no rectifique la crisis en la que nos tiene sometidos, no hay ninguna solución para la recuperación del INSS”, dijo el también presidente de la Cámara de Industrias de Nicaragua.

Si el Gobierno impone una nueva reforma a la Seguridad Social, Maltez dijo que la crisis del INSS empeorará porque más trabajadores irán a la informalidad ante el cierre de empresas. “Es insostenible otra reforma”, ataja.

El presidente de la Cámara de Comercio Americana (Amcham), Mario Arana recuerda que sin duda la reforma al INSS fue un fracaso por la pérdida de afiliados y profundización de la recesión. “O sea, 160 mil el año pasado, 70 mil este año que dejaron de cotizar, obviamente, ahí están los retirados, y ahí están todos los gastos, que nos han montado”.

Se espera que al finalizar el año el INSS solo cuente con 735,564 asegurados activos, inferior a los 818,395 contabilizados en 2018 y menor a los 914,196 en el 2017, antes del estallido de la crisis. Es para el 2020 cuando se espera que el instituto gane afiliados (10,991), pero aún no rebasará el umbral de los 800 mil.

En resumen el economista vaticina: “El problema (del INSS) le estallará al gobierno que surja de las elecciones de 2021”.

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