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Zoilamérica, la “exiliada”

Es una historia de dolor, espejo de miles de mujeres violadas, perseguidas por sus victimarios en donde la audiencia quería más de treinta minutos de una aparente novela negra

En una conferencia en Praga titulada “La Promesa de 1989: Rescate a la Democracia”, tuve la oportunidad de ver el documental: Zoilamérica “Exiliada” de Leonor Zúñiga. Este confirma la degradación del poder político, los niveles de represión y violación a los derechos humanos en la impunidad con que se gobierna en Nicaragua.

1. Leonor, de forma mágica, muestra con arte que puede haber belleza en una tragedia oscura. Sus cámaras logran cautivarnos en una historia sórdida donde la crudeza de los hechos es contada con la gracia de alejarnos del morbo para darle dignidad a la víctima sin revictimizarla. Con recursos artísticos rescata la humanidad de Zoilamérica que a los once años le quiso robar el dirigente revolucionario, abusando del poder absoluto.

2. Por su parte, Zoilamérica nos abre su casa encontrando adentro una de las mejores escuelas de resiliencia. Nos lleva a vivir la intimidad de su sanación en el que sentimos el dolor de su reinvención compartida sin odio, en lucha justa por su felicidad y la de sus hijos, que reconocen en ella ser “mujer madre invencible” por tener la capacidad de volver a comenzar y conquistarse a sí misma.

Es una historia de dolor, espejo de miles de mujeres violadas, perseguidas por sus victimarios en donde la audiencia quería más de treinta minutos de una aparente novela negra: la madre de la abusada, Rosario Murillo, en defensa pública del abusador dirigente sandinista, canjea la integridad de su hija por el poder político que su marido, el violador de su hijastra, le transfiere.

3. La denuncia por violación, acoso sexual, agresión física y abuso de poder que hace más de veinte años expuso Zoilamérica contra su padrastro Daniel Ortega, en este documental vuelve a confirmar la forma en que los espacios de poder político deformaron el Estado de derecho que iniciamos con la democracia de 1990 truncada por el pacto Ortega-Alemán.

Los cargos que dieron lugar a la denuncia siguen insinuando deformaciones morales y psíquicas del actual dictador Ortega calificadas de “enfermo” por la propia Murillo, según Zoilamérica en este documental. El mismo hombre que gobernó diez años de Revolución, regresó al poder 17 después, para mantenerse otra década a punta de represión similar a las dictaduras militares de los 60 y 70, según organismos de Derechos Humanos.

Zoilamérica en respuesta a su denuncia frente al Estado, al igual que toda Nicaragua en 2018, encontró silencio acobardado del poderoso. Su caso lo quisieron vender como un enfrentamiento entre madre e hija. El nuestro, de “golpe de Estado”. En ambos sin intención personal ni estatal de probar nada, pero sí manteniendo a Nicaragua en el tapete de la ignominia.

4. Por su lado en el presente la madre de la joven, Rosario Murillo, quien usurpa la vicepresidencia de Nicaragua, vuelve a confirmar en este documental que la deuda de su marido con ella, el violador de su hija, es tan grande como el poder represivo que Ortega le entregó para mantener a su familia en el poder y hacer de los nicaragüenses en 2018, lo que ambos hicieron con Zoilamérica.

En este arreglo perverso el dictador de Nicaragua, Ortega frente al poder delegado a su mujer Vicepresidenta de facto cuando aparece en público, según el hijo de Zoilamérica, luce como “guardaespaldas de su abuela”. A otros nos parece una marioneta incoherente con micrófono abierto justificando ahora la violación a los derechos humanos de jóvenes que en abril de 2018 protestaron por su futuro y dignidad, al igual que lo hizo antes su hijastra, la hermana de sus hijos “Exiliada”.

Las imágenes de Zoilamérica en su exilio desolador son las del dolor de la represión en Nicaragua que junto a ella y otros exiliados, como mi hermano Carlos Fernando, nos unimos con la determinación que vamos a lograr elecciones en libertad y democracia en un país con futuro para todos como en 1990.

La autora es periodista.

Columna del día exiliada Zoilamérica archivo

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