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asesino, Laureano Ortega, Nicaragua

Alguien que abre la puerta

El extraño colapso del sistema de conteo en Bolivia duró casi 24 horas. Y al volverse a activar, la tendencia había cambiado por completo a favor de una victoria de Evo Morales

Hay una postal que llega desde Los Andes a Centroamérica. Evo Morales propone una nueva reelección en un proceso electoral que estrena un sistema de conteo rápido, y con la presencia de organismos de observación internacional. Un escenario que, a día de hoy, se antoja muy lejano para Nicaragua, pero que es posible solo si el régimen aceptase depurar el poder electoral y permitir la observación internacional independiente.

Que Daniel Ortega llegue a presentarse a unas nuevas elecciones tras una crisis que dejó cientos de muertos en las calles y en la cárcel, presos políticos y decenas de miles de exiliados es trágico, pero es muy probable. Así que se debe suponer que preparará el escenario para dar legitimidad a ese esperpento. Y no sería de extrañar que ofrezca un diálogo a medida que se acerque la fecha, y conceda la presencia de observadores internacionales. Si los observadores no pueden acceder con total independencia a cada componente del proceso de preparación, votación, conteo, transmisión, recepción y comunicación de datos, su presencia solo será un instrumento manipulado para tratar de legitimar un fraude. Yo mismo pude comprobar en las elecciones de 1996, en Nicaragua, la facilidad con la que podían modificarse los resultados delante de las narices de la comunidad internacional, porque los observadores no podían acceder al momento de la transmisión de los datos. Era prácticamente inútil.

El extraño colapso del sistema de conteo en Bolivia duró casi 24 horas. Y al volverse a activar, la tendencia había cambiado por completo a favor de una victoria de Evo Morales en primera vuelta.

Si hubo o no intencionalidad política será difícil de averiguar. Pero la observación internacional no pudo evitarlo.

Que Morales acepte un nuevo conteo de la OEA tampoco garantiza nada, si los datos ya han sido transformados previamente. Y si el conteo es limpio y arroja resultados contrarios, a Morales le bastará con alegar que la OEA está manipulada por Estados Unidos, lo que no siempre es falso.

El de Bolivia es un escenario que aún ni se sueña en Nicaragua, y eso que parecería una derrota de la razón. Pero en la postal de Bolivia a Nicaragua también viene una postdata para la oposición: que en situaciones excepcionales, como las de ahora, se necesita presentarle al pueblo las caras y ojos de la unidad, una alternativa hacia la transición pacífica y sólida. La costumbre de criticar y disparar contra quienes aspiran a liderar estos procesos no ayuda. A día de hoy, cualquiera que no tenga cola, ni delirios mesiánicos, supondrá un avance. Se necesita un grupo de gente que abra la puerta, esa puerta tan pesada que mantiene encerrada a Nicaragua en otros tiempos, con el reloj volteado bajo la muñeca de alguien que ha perdido el sueño.

El autor es periodista.

Columna del día Bolivia Crisis en Nicaragua archivo

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