En julio de 1970 el doctor Ramiro Sacasa Guerrero, líder liberal que perteneció al sector civil del somocismo pero se enfrentó al dictador Anastasio Somoza Debayle y fundó el Movimiento Liberal Constitucionalista (que después se convirtió en el Partido Liberal Constitucionalista, PLC), proclamó su ideal programático de construir “una Nicaragua para todos”.
Veinte años después, en agosto de 1990, el filósofo Alejandro Serrano Caldera convocó bajo el lema de “la Nicaragua posible” a una serie de foros nacionales en los que connotados representantes políticos como Daniel Ortega, Virgilio Godoy, Antonio Lacayo y Emilio Álvarez Montalván, entre otros, debatieron sobre la situación del país y señalaron el camino que, según ellos, se debía seguir para construir la nueva Nicaragua.
Aquellos dos grandiosos proyectos políticos fracasaron por diversos factores, el último por la extrema polarización entre sandinistas y antisandinistas, que no permitía espacios a iniciativas de reconciliación y unidad de propósitos y esfuerzos para construir una sociedad amigable para todos los nicaragüenses.
Ahora la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia ha presentado públicamente un Decálogo de principios y objetivos como propuesta para la gran unidad nacional que debe construir una nueva Nicaragua.
La propuesta de la Alianza no es la única de esa dimensión y alcances que se ha presentado ante la grave crisis sociopolítica que agobia a la nación desde abril del año pasado. También la Unidad Azul y Blanco, el Cosep, el Grupo Promotor de las Reformas Electorales y los partidos políticos CxL, Conservador y Liberal Constitucionalista, han presentado sus propuestas que en general son coincidentes. El mérito del Decálogo de la Alianza es que resume las diversas propuestas y ofrece una base programática para asociar a todos los sectores que quieren salir de la dictadura.
En realidad, la propuesta es para unir a toda la gente que quiere la libertad y la democracia, no a los que sostienen a la dictadura y hasta matan por ella. Como se dice el punto 4 del Decálogo de la Alianza, el propósito es establecer la “Verdad, justicia, reparación, garantía de no repetición y no a la impunidad a los crímenes de lesa humanidad”. Lo cual es indispensable, sin duda, para cumplir el décimo objetivo del Decálogo, el cual es la “continua construcción de un consenso nacional para reafirmar la voluntad conjunta de convivir en paz y justicia respetando las diferencias políticas, religiosas, culturales y étnicas, de género, o preferencias de cualquier índole”.
Obviamente se trata de objetivos políticos de largo plazo, en los que todos los nicaragüenses de buena voluntad pueden o deben converger a fin de construir una nueva Nicaragua libre para vivir en libertad y democracia.
Sin embargo, primero hay que salir de la dictadura. Y si el camino escogido es el de las elecciones libres con garantías democráticas, hay que construir desde ya la gran alianza electoral que se necesita para alcanzar ese colosal objetivo. No hay necesidad de nombrar por ahora a ningún candidato, eso se debe hacer hasta que sea oportuno y necesario.