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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

Dándole gusto al tirano

Quienes tengan un interés genuino por ver una Nicaragua libre deben tomar nota de esta realidad. Morderse entre sí es antipatriótico y destructivo

Circula en las redes sociales un video orteguista, firmado por “Juventud Presidente”, titulado “La atomización de la oposición”. En el se deleita presentando líderes y periodistas opositores criticándose públicamente entre sí, o criticando a sus organizaciones. Es natural que la dictadura haga y propague este video. Dividir es su arma más letal y eficaz. A nada le teme más que a una oposición unida. Por eso se regocija cada vez que líderes de la oposición descalifican, acusan o denigran a otros. Es pura miel para sus oídos.

Quienes tengan un interés genuino por ver una Nicaragua libre deben tomar nota de esta realidad. Morderse entre sí es antipatriótico y destructivo; es hacerle el juego al enemigo; ponerse en las manos de Ortega para ser fácilmente decapitados. La batalla contra la dictadura tendrá posibilidades de éxito solo si se forja, entre los nicaragüenses deseosos de derrotarla, una unidad sólida y genuina. Lograrlo es exigente. Muchos dicen estar de acuerdo con la unidad, pero no todos entienden o aceptan lo que requiere. La unidad exige ser humildes; “bajarse del pedestal”, como dijo Arturo Cruz. Uno de sus peores enemigos es el sentimiento de superioridad: “Yo soy puro, no tengo cola, no me meto con los manchados, soy demócrata y ellos no”. El evangelio, esa insondable fuente de sabiduría, tiene frases de Jesús elocuentes contra este síndrome: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. “No juzguéis y no seréis juzgados”. “No mires la mota en el ojo ajeno sino saca primero la viga que llevas en el tuyo”. La unidad requiere ver hacia adelante y no hacia atrás. Si a mi juicio actuaste mal, pero estás dispuesto a que vayamos juntos al frente de batalla, ¡bienvenido! Todo el que esté dispuesto a tomar riesgos y luchar contra la dictadura, debe ser aceptado sin más condiciones.

Muchos proclaman también la unidad, pero lo que tienen en mente no es “unámonos”, sino únanseme”. Lo primero exige a dejar al lado mezquindades y prejuicios; es generoso. El segundo exige adhesión de los demás sin dar nada a cambio; es egoísta y pretencioso. Evidentemente, toda unidad política se logra cuando una diversidad de individuos y organizaciones, con trayectorias, personas, y pensamientos diferentes, ponen al lado sus diferencias y logran articular un consenso mínimo alrededor de metas comunes.

La meta inmediata de la oposición es asegurar que haya comicios libres. Todo lo demás es distracción. Hay que lograr un consenso sobre los cambios o exigencias mínimas que aquellos requieren, y luego unirse como un solo puño, sin discriminar a nadie. Así, la oposición nicaragüense cosechará un mayor respeto y apoyo del pueblo y la comunidad internacional, y no hará reír, sino temblar al tirano.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

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