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La historia de una atleta ciega que llega a la meta guiada por su madre 

Julissa Padilla, medallista de oro en goalball, el futbol para personas ciegas, ahora practica atletismo. Lo hace con su madre

Cuando Julissa Vanessa Padilla Espinoza nació no tenía problemas de visión. Las dificultades surgieron a medida que fue creciendo, hasta que un día, cuando todavía era niña, perdió totalmente la visión. Hubo médicos que le dijeron a su mamá que su hija viviría, cuando mucho, 15 años. Julissa tiene 29 años y es una atleta destacada. Ha logrado medallas de oro como seleccionada nacional de la disciplina de goalball, el futbol para personas ciegas.

Su gran acompañante siempre ha sido su madre, Juliana Espinoza, de 51 años. Esta vez la acompaña en la pista de atletismo.  “Vamos, vamos, que vamos a llegar”, se animan madre e hija mientras compiten unidas de sus manos con un “mecatito” en la pista del Instituto Nicaragüense de Deportes (IND) en la carrera de los 1,200 metros en el día Internacional del Bastón Blanco.

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“He corrido con otras personas, pero correr con mi madre me da más seguridad, es más bonito”, dice Julissa, quien ahora quiere probarse en diversas modalidades del atletismo. Mientras Julissa habla, su mamá la observa con esa mirada que delata el amor gigantesco por su hija.

“Ella es una chica que lo que se propone lo logra, es inteligente, esforzada. Correr con ella no es fácil sobre todo a mi edad, pero hasta donde Dios me de fuerzas la apoyaré”, dice Juliana.

Julissa nació hace 29 años, en Managua. Mientras asistía a la escuela, a los seis años de edad empezó a tener problemas para ver las letras en la pizarra, los cuales se fueron agudizando cada día hasta que un día dejó de ver. .

“Cuando estuve embarazada de Julissa me dio varicela. Luego de iniciar sus problemas visuales la llevé al médico y no tenían explicación de lo que le ocurría. Luego le mandaron a realizar tomografías y tenía quistes en su cabecita. Ya no miraba. Ella fue operada dos veces. Los médicos decían que iba a quedar inmóvil y que si vivía sería hasta los 15 años de edad y mi Dios me la tiene aquí con alegría”, cuenta emocionada la mamá. Julissa, aunque no la vea, dice que recuerda el rostro de su madre.

Tras el par de operaciones, buscaron como seguir adelante. A los 17 años, Julissa empezó a estudiar Braile, lo que le permitió graduarse de primaria y secundaria hasta terminar de bachillerarse en el 2012. Mientras estaba en secundaria tuvo la oportunidad de aprender la disciplina de goalball, un juego de futbol para personas ciegas o con baja visión.

Al inicio, Julissa cuenta que no le gustaba el goalball, pero luego fue sintiendo pasión por el juego y desde hace seis años representa al país.

En enero de 2018, Julissa representó a Nicaragua en los Juegos Paracentroamericanos y ganó medalla de oro. “Por medio del goalball he conocido casi toda Centroamérica. Es un deporte que me apasiona pero quiero incursionar en otros”, dice con ilusión la atleta capitalina.

Julissa Padilla junto a su mamá Juliana Espinoza tras un día de entrenamiento. Foto LA PRENSA/ROSA MEMBREÑO.

Multifacética

Pero Julissa no solo es atleta. También estudió por tres años la carrera de Terapeuta y la ha logrado poner en práctica. También a aprendido a realizar bisuterías, piñatas, y también vino, que prepara junto a su mamá. Estudió, además, computación.  Juega ajedrez y dominó.

“En la venta de vinos naturales me he destacado, los hago con mi mamá. Vendo vinos de jamaica, coyolitos y en temporada de invierno vendo vino de jengibre, y en diciembre también vendemos por encargo. La marca de los vinos es Juliana”, cuenta.

Julissa quiere comerse el mundo. Sueña con imponer un récord a nivel deportivo. “El año próximo quiero empezar la práctica de lanzamiento de jabalina. Ningún deportista ciego en Nicaragua ha participado y quiero ser la primera. Luego de eso, también quiero practicar lanzamiento de disco, también quiero aprende a nadar”, cuenta la muchacha que se apoya de un bastón.

Otra meta

A nivel profesional, dice, quisiera tener un trabajo remunerado. “Queremos nos den un espacio en las empresas para poder ejercer lo que sabemos, nosotros somos preparados, estamos estudiando. Tenemos discapacidad pero somos iguales”, agrega.

Julissa dice ha sido objeto de discriminación. Es algo con lo que tiene que lidiar cada vez que sale a la calle.”Por eso pasamos todas las personas que tenemos discapacidad. En mi familia siempre he tenido apoyo. He recibido también capacitaciones de autoestima y desarrollo personal. En la calle algunas personas esperan a que choquemos con ellos. A veces llegamos a la parada y preguntamos y nadie contesta. O nos dicen qué andamos haciendo en las calles”, asegura.

A Julissa le gusta también cantar y para diciembre se prepara para un concurso de canto que promueve el Centro de Formación Educativo y Cultural para Personas Ciegas (Cefec).

Julissa aconseja a las personas con discapacidad tener fuerza de voluntad para perseguir y lograr los sueños en la vida.

Julissa Padilla y su mamá Juliana Espinoza tienen muchos sueños y metas por cumplir aseguran. LA PRENSA/ROSA MEMBREÑO.

Deportes atletismo ceguera archivo

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