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Basil Edsil Givner

Basil Edsil Givner fue conocido como el descuartizador, después de asesinar a su amigo Harley Silva. LA PRENSA/Archivo

Grandes crímenes | El estadounidense que desmembró a un nicaragüense en ocho partes en 2012

Basil Givner mantuvo en su casa durante una semana el cadáver hecho pedazos de Harley Silva Soza, que era su amigo y traductor. Ocurrió en Jinotega y fue un crimen que conmocionó a Nicaragua

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Este reportaje fue publicado originalmente en el Periódico HOY el 30 de junio de 2019

Días antes que encontraran el cadáver de Harley Silva Soza cortado en ocho partes, los vecinos del barrio Ernesto Sequeira, de Jinotega, no aguantaban la tufalera. Primero creían que eran ratones muertos. Al tercer día del putrefacto olor, los zopilotes comenzaron a sobrevolar el techo de la casa de Hugo Guerrero, quien vivía contiguo a la vivienda que alquilaba un estadounidense desde hacía un año en ese barrio.

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El vecino pasó registrando su casa, buscando un animal muerto, pero presintió que la muerte se había posado en la casa de al lado. En la vivienda vecina vivía el estadounidense Basil Givner, quien en 2012 tenía 57 años. El extranjero era un veterano de guerra, oriundo de Baltimore, que desde el 2008 vivía en Nicaragua. Don Hugo fue con otros vecinos a decirle que abriera la casa, pero Givner no quiso.

Cuando Guerrero no aguantaba el hedor, llamó a un expolicía que fue perito e investigador policial y le contó sus presentimientos. El exagente le confirmó lo que se imaginaba: “Ahí hay un muerto”.

Harley Silva Soza tenía 34 años cuando fue asesinado. Era profesor de inglés en un centro educativo de Jinotega. LA PRENSA/Archivo

Ellos llamaron a la Policía el 1 de agosto de 2012, un miércoles. Y casualmente, tres días antes, el domingo 29 de julio los recolectores de basura se llevaron tremendo susto al encontrar en el basurero municipal en dos bolsas negras una cabeza y un brazo. El suceso había conmocionado a los jinoteganos, pero faltaban piezas para armar el rompecabezas.

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Escena dantesca

Cuando la Policía llegó a la casa de Givner, estos se sorprendieron al hallarlo sentado y con una computadora como si nada pasara. La llave de la ducha estaba abierta, allí los agentes encontraron el tórax y un brazo en estado de descomposición.

Debajo de la cama, envueltas en unas sábanas estaban las piernas de Harley Silva Soza, de 34 años. El gringo había echado en una bolsa negra que tenía en la cocina, las vísceras del jinotegano.

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La Policía encontró un serrucho ensangrentado, una sierra y hasta una hachita (usada para cocinar). Givner fue detenido esa misma noche.

En una de las audiencias celebradas en contra del extranjero, la multitud esperaba que saliera de los juzgados para tirarle bolsas de fresco, agua y piedras. LA PRENSA/Archivo

Eran amigos

Harley Silva Soza había vivido en los Estados Unidos, pero fue deportado. Dominaba el inglés a la perfección, por esa razón se había hecho amigo de Givner. Se habían conocido apenas cuatro meses antes del asesinato en un bus que iba de Managua hacia Jinotega.

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En ese corto tiempo se hicieron amigos y Givner invitaba a Harley a tomar licor en su casa. Por esa razón, el 24 de julio de 2012, el joven salió de su casa y fue visto por última vez con el extranjero.

Siete días después encontrarían su cabeza y un brazo en el basurero de Jinotega. Los restos fueron reconocidos por su novia y una prima en Medicina Legal, en Managua.

“Ya no lo soportaba”

Desde cuando fue detenido, Givner nunca se inmutó ni mostró remordimiento por el atroz asesinato. Ni en el juicio, ni en los años posteriores.

El extranjero después de su carrera militar viajó a Alemania y estudió Medicina en la Universidad de Hanóver varios años, pero no concluyó la carrera. También estudió Sistemas de Computación.

Al día siguiente de su detención el gringo confesó el crimen ante la Policía y dijo que mató a Harley porque “ya no lo soportaba, que le escapó de quemar su colchón por estar fumando marihuana”, explicó el vocero de la Policía en ese entonces, comisionado mayor Fernando Borge.

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Harley había salido de su casa el 19 de julio y Givner decidió matarlo la noche del 25 de julio de 2012. Esperó que Silva se durmiera bajo los efectos de la marihuana y procedió a decapitarlo.

El fiscal Róger Chévez en juicio señaló que después de decapitarlo, le cortó los brazos y piernas y luego le realizó un corte en la mitad del abdomen. A las autoridades les llamó la atención el comportamiento de Givner, quien aparentaba normalidad “como si nada había pasado”, dijo la jefa de la Policía de Jinotega en esa época, la comisionada mayor Magdalena González.

Más de cuatro meses pasó en el hospital el gringo (sin camisa), donde dos policías lo custodiaban. LA PRENSA/Archivo

En la casa del gringo hallaron el celular, ropa, zapatos y otras pertenencias de Harley.

La audiencia contra el extranjero fue realizada varios días después, porque los forenses de Medicina Legal tuvieron que realizar un inventario de los órganos del nicaragüense. Todo el proceso se realizó a puertas cerradas. La primera audiencia la celebraron en el hospital, porque Givner tenía una “cardiopatía leve”.

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Los jueces nunca permitieron que se le tomara fotografías al “descuartizador” cuando estuvo en la sala judicial. Los periodistas se las ingeniaron para tomarle videos y fotos cuando era sacado de los juzgados, para trasladarlo a la Policía de Jinotega.

Cachetearon a abogado

Para la audiencia inicial, donde se decidiría si Givner era enviado a juicio, una multitud se aglutinó afuera de los juzgados de Jinotega. “Asesino y criminal, que ha matado, no solo a mi hijo, sino a mí y también a mi familia”, le dijo en su cara la mamá de Harley a Givner, quien permaneció frío y sin inmutarse.

Corina Soza, madre del fallecido, había viajado desde California para estar presente en el entierro de su hijo y las primeras audiencias. Cuando el abogado defensor del gringo —Pedro Jarquín— salió de la audiencia, varias damas jinoteganas lo atacaron a cachetadas por defender al descuartizador y el litigante tuvo que correr para salvarse de la enardecida multitud.

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Jarquín tuvo que refugiarse en la Administración de Rentas de Jinotega. La Policía tuvo que esperar varias horas para poder sacar bien escoltado al asesino de los juzgados. La gente le tiró piedras, frutas y bolsas de fresco a la Policía y al norteamericano, a quien abuchearon. Después de eso, el abogado dejó el caso aduciendo que era amigo de la novia de Harley y de una prima de este.

Largo proceso

De los más de 400 abogados que existían en 2013 en Jinotega —cuando iba a iniciar el juicio—, ninguno quiso defender a Givner. Tampoco los traductores querían ofrecerle sus servicios. Al inicio se le nombró un defensor público, pero luego los abogados llegaban desde la capital. Varias veces se suspendió el juicio por falta de traductores.

El juicio finalmente inició en febrero de 2013. Pero era julio de ese año, y el proceso no había finalizado por las constantes suspensiones. Se cumplió un año del asesinato y Givner seguía preso en las celdas preventivas de la Policía de Jinotega, porque el Sistema Penitenciario de Waswalí no lo aceptó como reo.

Finalmente, la noche del 28 de agosto de 2013, la juez Liz de María Centeno declaró culpable por asesinato a Basil Givner, basándose “en las pruebas y testimonio que rindió el doctor Hugo España, del Instituto de Medicina Legal, quien armó al estilo rompecabezas el cuerpo desmembrado de Silva”, dijo la judicial.

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El fiscal Róger Chévez manifestó que el gringo actuó con alevosía y ensañamiento, “porque al decapitarlo y desmembrar su cuerpo en ocho partes, pretendía quedar impune”. Aunque la Fiscalía solicitó 20 años por el atroz hecho, la judicial lo condenó a 15 años de prisión. Givner solo cumplió 6 años de cárcel, porque murió el 17 de agosto del año pasado de un paro cardíaco en el Hospital Alemán Nicaragüense, de Managua. Tenía 64 años.

Los privilegios de Givner

Basil Givner nunca pisó el penal, siempre estuvo preso en la Policía de Jinotega. La familia de Harley Silva siempre denunció que allí los policías hasta los mandados le hacían. Una prima del fallecido vio cuando en el juicio el gringo se sacó un fajo de billetes y le dio a un policía para que le fuera a comprar un refrigerio.

En el 2015, Givner estuvo más de cuatro meses en el hospital de Jinotega, donde compartía sala con otros pacientes, algunos atemorizados se ponían al darse cuenta que su vecino era el descuartizador.

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En el hospital estuvo sin orden judicial, ya que la Policía no comunicó sobre el traslado al centro, donde primeramente fue atendido por problemas de presión alta y luego lo operaron de una hernia en la pared abdominal.

En ese entonces, una enfermera contó que el gringo no parecía asesino, pero que “los enfermos que estaban cerca del lugar donde (Givner) estaba, pasaban inquietos y algunos trataban de no dormirse, no por miedo a que los matara, sino por miedo a que se los comiera”.

“He visto que él manda a los policías a comprar gaseosas y ellos van. Eso no está bien”, señaló uno de los pacientes, quien prefirió omitir su nombre por temor a que le negaran atención en el hospital. Corina Soza, madre de Harley, se mostró decepcionada por los privilegios que tenía el estadounidense.

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