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El modelo cubano no es una opción

Daniel Ortega no da muestras de apertura a una salida democrática de la crisis que él mismo ha causado con su política autoritaria y la cruda represión. Por el contrario, en las últimas semanas se ha encerrado más en la jaula de su dictadura.

A fines de junio pasado, la OEA acordó en su Asamblea General de Medellín crear una comisión especial para ayudar a resolver la crisis de Nicaragua. Pero Ortega la rechazó, ni siquiera le permitió ingresar al país mientras ha endurecido su poder dictatorial por medio de la represión y el cierre de todos los espacios democráticos. El plazo de la comisión de la OEA para cumplir su mandato vence dentro de algunos días, pero solo se espera que presente un informe contundente, el cual no servirá de mucho si no hay los 24 votos necesarios para sancionar a la dictadura orteguista.

Ortega al parecer está decidido a seguir por el tortuoso camino que conduce al modelo de Cuba, que siempre ha sido su ideal, en vez de respetar los principios de la Carta de la OEA y cumplir las reglas de la democracia establecidas en la Carta Democrática Interamericana, que el Estado de Nicaragua tiene la obligación de respetar y practicar independientemente del partido y persona que esté en el poder.

El modelo comunista de Cuba ha demostrado ser un absoluto fracaso en la economía y la procuración del bienestar social y personal de la gente cubana. Si ha sobrevivido tanto tiempo ha sido por el subsidio internacional, primero de la Unión Soviética ya desaparecida y después de Venezuela, dominada por los dictadores Hugo Chávez y Nicolás Maduro, quienes despilfarraron gran parte de la riqueza petrolera venezolana para sostener el ineficaz e improductivo sistema comunista cubano.

Ha sido tan grande el fracaso del modelo comunista de Cuba, que la misma camarilla dirigente cubana lo ha entendido a pesar de su ideología irracional y ha intentado implementar algunas reformas económicas para sobrevivir. Desde la desaparición de Fidel Castro, los líderes cubanos entendieron que solo podrían dinamizar la economía e impulsar el crecimiento y desarrollo, profundizando las reformas que permitan una relativa libertad de mercado, algo parecido a lo que se ha hecho en China y Vietnam que también son países comunistas. Pero Cuba no tiene los recursos de esos países asiáticos y a los dirigentes cubanos les da pavor la posibilidad de restauración del sistema económico capitalista.

Sin embargo, no es el modelo económico de Cuba lo que interesa a Daniel Ortega. En Nicaragua hay una economía capitalista —aunque limitada por la falta de libertad— que Ortega cree le permitirá sostenerse económicamente. Y en todo caso, lo que más le interesa de Cuba es el modelo político totalitario, un régimen que no admite la prensa libre, la libertad de expresión, los derechos individuales, el pluralismo político y la independencia de los poderes del Estado.

Pero Nicaragua no es Cuba, los nicaragüenses difícilmente soportarán indefinidamente a la dictadura, y tarde o temprano, la comunidad internacional hará algo efectivo para ayudarle a sacarla del poder.

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