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Velkis Muñoz Hernández asesinada por su expareja. LA PRENSA/Archivo

Grandes crímenes│La historia de una ingeniera a la que su expareja mandó a matar en 2012

La vida de Velkis Muñoz Hernández costaba seis mil córdobas para su victimario. Eso fue lo que ofreció pagar Kenneth Muñoz para que la mataran

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Este reportaje fue publicado originalmente en el Periódico Hoy el 4 de marzo de 2018

La vida de Velkis Muñoz Hernández costaba seis mil córdobas para su victimario. Eso fue lo que ofreció pagar para que la mataran. Y por si las dudas, también quería ver cuando moría, cuando la sangre corriera por su rostro, después que le dispararan en la cabeza y la bala saliera cerca de la oreja izquierda.

A la joven, de 25 años, la mandó a matar su expareja, el comerciante Kennet Muñoz Palma, ahora de 37 años, quien conocía la rutina de la ingeniera industrial. Y la conocía tan bien, porque su obsesión lo había llevado a contratar un taxi que siguiera a Velkis, para que le informara de todos sus movimientos.

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Era julio de 2012 y Velkis había decidido terminar su relación de seis años con Kennet Muñoz, quien no aceptó la decisión y comenzó a hostigarla, amenazarla y seguirla. Al taxi le pagaba 500 córdobas para que la siguiera después que saliera del trabajo. “Quiero saber si me está siendo infiel con otro hombre”, habría dicho Kennet al cadete Rolando Dolmus.

En una ocasión ella se bajó del recorrido de la empresa cerca del mercado Huembes y se montó en una moto con un amigo y consejero matrimonial de ambos. Era la tercera vez que Kennet la seguía en el taxi. “Siga a la motocicleta”, le dijo el sujeto al taxista. El conductor dejó a Kennet donde se bajó Velkis con su amigo en la colonia Nicarao. Kennet le mandó mensaje de texto: “Sé que te estás comiendo un nacatamal en la Nicarao”.

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Las amenazas se volvieron constantes y agresivas. “Si no regresás conmigo tampoco vas a tener otro hombre, porque si no te mato”, le mandaba a decir Kennet por mensajes de texto. Esas amenazas las cumplió la madrugada del sábado 20 de octubre del 2012.

Kennet Muñoz contrató a dos vecinos para que mataran a su expareja. HOY/Archivo

Vendedora de ‘truchas’

Velkis vivía en el barrio Pablo Úbeda, en Managua, con su mamá y seis hermanos. Ella era la tercera hija. Su sueño era terminar su carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Ella recibió una beca por deporte, ya que pertenecía al equipo de futbol del centro.

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Aparte de estudiar, la joven también trabajaba vendiendo controles, antenas, baterías y otros artículos en el mercado Roberto Huembes. Los comerciantes les llaman vendedores de ‘truchas’. A este mismo oficio se dedicaba Kennet Muñoz.

La joven conoció a Kennet en enero de 2006, cuando este comenzó a trabajar en un comercial en el mercado Oriental. Desde entonces él la enamoraba y fue el último día de ese año que Velkis se fue a vivir en unión de hecho estable con él. Con su victimario, Velkis tuvo un hijo, que ahora tiene diez años.

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Cuatro meses antes de su muerte Velkis entró a trabajar como pasante en una empresa de cervezas, esto no fue del agrado de Kennet, quien ya para entonces consideraba a su pareja como de su propiedad.

La joven estuvo laborando por contrato. Pero el lunes 22 de octubre de 2012 firmaría contrato fijo con la empresa y tendría un mejor salario. Eso la tenía feliz.

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En los meses que estuvo trabajando en la empresa, la joven seguía vendiendo ‘truchas’ en el mercado Huembes.

Autoridades del Distrito Cinco cuando mostraron el arma usada en el crimen de Velkis. LAPRENSA/Archivo

Bien planificado

Su mamá y sus familiares se alegraban de que Velkis tuviera un empleo, pero al único que no le parecía era a Kennet, quien la llamaba al celular varias veces al día para controlarla.

En julio de 2012, Kennet agredió físicamente a Velkis, quien no lo denunció, recuerda su madre María Isabel Hernández, porque le tuvo pesar, ya que era el padre de su hijo. Pero allí fue cuando decidió terminar la relación.

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Velkis ya no se encontraba viviendo en la casa de su mamá en el barrio Pablo Úbeda, sino que alquilaba un cuarto en 800 córdobas en el barrio La Fuente. Para llegar al cuarto, que estaba ubicado al lado de un cauce, se tenía que pasar por un callejón. Cuando su turno en la empresa era en la mañana, la joven tenía que estar lista a las 4:40 de la madrugada, porque a esa hora pasaba el recorrido. Esa madrugada de sábado, en el pequeño callejón que pasaba todos los días, a Velkis la estaban esperando tres sombras.

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Kennet Muñoz se había hecho acompañar de Rodolfo Reynaldo Cubillo Sánchez, alias el Popo, quien ahora tiene 25 años, y Óscar Danilo Martínez Lezama, actualmente de 27 años. Los dos últimos eran cuñados. Todas las mañanas la muchacha encendía una bujía para iluminar el callejón y que el conductor del recorrido de la empresa supiera que ya iba en camino. Una cuadra hay desde su cuarto hasta la calle en que pasaba el recorrido.

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Esa madrugada la bujía no encendió, los tres hombres que estaban allí esperándola desde hace una hora, la habían quitado y la tiraron a un camino de tierra a un lado del cauce.

Velkis salió, pero los hombres la neutralizaron y la retuvieron. El conductor del recorrido esperó cuatro minutos y al ver que la joven no salía se fue.

Velkis Muñoz Hernandez, sentada, la segunda de derecha a izquierda, con el equipo de futbol de su universidad. LAPRENSA/Archivo

Rodolfo Cubillo le puso la rodilla en el pecho a la joven para inmovilizarla y que Óscar Martínez le quitara su bolso, donde llevaba dos celulares. De esta forma el crimen parecería que fue por un robo.

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Cubillo le colocó la pistola en el costado derecho de la cabeza a Velkis, la bala salió detrás de la oreja izquierda. Fue un asesinato a sangre fría. Después del hecho los tres hombres huyeron del lugar. Velkis estaba a 14 días de cumplir 26 años.

Su cadáver quedó cerca del cauce, tenía un reloj en la mano y el rostro ensangrentado.

Admitieron crimen

Apenas un día después de cometido el crimen, los tres sospechosos fueron detenidos por la Policía Nacional y tres días después serían presentados en conferencia de prensa como los asesinos de la ingeniera Velkis Muñoz. El crimen fue planificado dos días antes de cometerse. Un día antes de que la mataran, Rodolfo Cubillo compró un arma calibre 32 en tres mil córdobas.

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Cuando iba a iniciar el juicio contra los tres sujetos, el 31 de enero de 2013, estos admitieron los hechos ante la juez Fabiola Betancourt. “Pido que me perdone, lo que pasó fue una equivocación, usted lo verá”, dijo Rodolfo Cubillo a María Isabel Hernández, madre de Velkis, en medio de un mar de lágrimas.

Rodolfo Cubillo fue quien le disparó a sangre fría. LAPRENSA/Archivo

“Kennet Muñoz admitió ejercer violencia contra la víctima durante y después de la convivencia de pareja, por el control excesivo ejercido sobre ella, horario, trabajo, amistades, llamadas telefónicas, lo que conduce a una conducta dolosa, misógina, al creer que era dueño del cuerpo y vida de la mujer”, dijo la juez Fabiola Betancourt.

Los tres sujetos fueron los primeros condenados por femicidio en Managua. La Ley 779 tenía poco de haber entrado en vigencia. La juez los condenó a 21 años de prisión, 20 por el femicidio y uno más por portación ilegal de armas. La sentencia expirará en el año 2033. Ninguno de los sujetos apeló la condena.

Sin rencor

A doña María Isabel Hernández todavía se le “aguan” los ojos cuando recuerda a su hija. “Nosotros como somos cristianos no tenemos rencor para ellos, mucho menos para la familia. Son familias cristianas ellos, no sabían lo que andaba haciendo su hijo, ni lo que iba a hacer, usted sabe, los padres no queremos que nuestros hijos hagan… pero bueno son cosas que pasamos, hay que seguir adelante con el dolor”, dice en la actualidad Hernández.

Doña María Isabel Hernández se ha hecho cargo del hijo de Velkis. LAPRENSA/ARCHIVO

Doña María Isabel se ha hecho cargo de su nieto y una de sus hijas le ayuda a cuidarlo mientras ella no está. Cuando Velkis estaba viva le ayudaba económicamente a su mamá. “Ella me ayudaba bastante”, manifiesta Hernández. En ese entonces doña María Isabel salía algunos días para realizar quehaceres domésticos en alguna vivienda, pero ahora tiene que trabajar diario porque está a cargo de su nieto. Trabaja como asistente del hogar y también sigue yendo a otras casas a limpiar para tener más ingresos económicos.

De Kennet Muñoz lo que se sabe es que sus abogados han pedido informes de conducta del reo y el detalle del tiempo que ha laborado en La Modelo. Así lo hicieron en agosto de 2014, febrero de 2016, julio de ese mismo año y la última vez fue en julio de 2017. Por lo que pronto podría estar solicitando libertad condicional u otro beneficio, eso si las autoridades se lo permiten, ya que ni siquiera ha cumplido las tres cuartas partes de su condena.

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