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Aprendamos de Bolivia

Como brisa refrescante de noviembre recibí la noticia de la renuncia de Evo Morales, a la presidencia de su país, renuncia que surge no de la voluntad de él mismo sino como producto de una serie de factores que se coadyuvaron para que el pueblo de Bolivia reconquistara su libertad.

De los hechos ocurridos en ese hermano país creo que nosotros los nicaragüenses debemos tomar atenta nota y seguir dichos caminos.

En primer lugar, la renuncia de Morales es resultado de la reacción popular del pueblo de Bolivia ante el gigantesco fraude electoral que se pretendía perpetrar. Los bolivianos contaron con una dirigencia que estaba muy clara de sus objetivos, que era la renuncia de Morales. Nunca cedieron a la tentación del diálogo, nuevas elecciones, componendas, etc. El mandato del pueblo en sus cabildos fue claro, la penalización por el crimen cometido a la república. Lo único que cabía era la renuncia.

En segundo lugar, hay que destacarlo y en esto estriba la gran diferencia con nosotros, la decisión del Ejército y la Policía bolivianos que conscientes de su destino y fieles a su mandato no estuvieron dispuestos a masacrar a su pueblo, ni a ultrajarlo y le dijeron no al dictador. En realidad, el Ejército cumplió con su razón de existir como es respetar la voluntad del pueblo de donde viene, rechazó la tentación de convertirse en guardia pretoriana y la alta oficialidad estuvo a la altura y no se vendió por unas cuantas monedas.

En tercer lugar, la muy bien coordinada presión internacional encabezada por la OEA, que como organismo regional sale de esta crisis robustecida y se convierte en esperanza para los pueblos sometidos de América. Por fin, los latinoamericanos vimos a un organismo que cumplía su verdadera función, como es la de salvaguardar la democracia en el continente.

Lo ocurrido el pasado domingo en Bolivia debe de ser estudiado a profundidad por nuestros dirigentes políticos, sector privado, estudiantes, campesinos, obreros y pueblo en general. La lección es muy sencilla, solo la unidad y la claridad de propósito son los que conducen al triunfo. Solo la unidad y la unidad de propósitos hacen posible el milagro.

Ojalá que tales hechos hagan pensar a los mandos de nuestro Ejército y Policía, todavía están a tiempo de rectificar sus actuaciones y mostrarse atentos al mandato del pueblo del que provienen.
Una lección queda clara: Morales se fue solo, en Bolivia quedaron todos aquellos que lo acompañaban y se prestaron a imponer una dictadura por un largo tiempo. La hora de la justicia les ha llegado. ¡Ay de los vencidos! Ojalá eso no ocurra en Nicaragua, ya tuvimos que suprimir un Ejército, ¡ojalá no tengamos que hacer nuevamente lo mismo!

El autor es abogado.

Opinión Bolivia Evo Morales archivo
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