Cuba adaptó sus leyes para investigar crímenes a través de la vigilancia electrónica, como ocurre en otros países, aunque sin la orden de un juez. Para Estados Unidos, con historial en el tema, el gobierno cubano pretende espiar a opositores y a turistas extranjeros.
Según La Habana, el gobierno de la isla busca que sus leyes estén en sintonía con los tratados internacionales, para hacerlas más efectivas “en la prevención y enfrentamiento a los delitos de lavado de activos y financiamiento al terrorismo”.
Con la modificación del Código Penal, que entró en vigor el 18 de noviembre, la “vigilancia electrónica” permite “escucha y grabación de voces”, localizar y seguir, tomar fotos o grabar videos, intervenir comunicaciones de cualquier tipo, el “acceso a sistemas computarizados y otros recursos técnicos que permitan conocer y demostrar el hecho delictivo”.
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“Esto lo tienen todos los estados del mundo. En Cuba no estaba regulado. La diferencia es que en otras partes lo dispone un juez y en Cuba es la policía y la Fiscalía”, explicó a la agencia AFP el constitucionalista independiente Julio Fernández Estrada.
Estados Unidos -que se vio envuelto en un escándalo de vigilancia masiva denunciado en 2013 por el exempleado de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) Edward Snowden- criticó la nueva norma cubana.
“El régimen de Castro promulgó nueva ley que pone en papel lo que el mundo ya sabía: puede – y de hecho lo hace – vigilar y escuchar a escondidas a cualquiera en Cuba”, escribió el martes en Twitter el subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak. “El pretexto: reducir el crimen. En el estado policial de Castro, pensar diferente es considerado criminal”, agregó.
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Bajo el gobierno de Donald Trump, Washington ha arreciado el embargo que aplica contra la isla desde 1962, tras la revolución de Fidel Castro, y aplica sanciones que afectan los envíos de combustible, las transacciones financieras, viajes y el turismo, motor de la economía de la isla.
Embargo EE.UU. impacta en el turismo
Las nuevas restricciones de viaje a Cuba impuestas por Estados Unidos y la quiebra del mayor turoperador británico, Thomas Cook, repercutieron negativamente en el sector turístico del país caribeño, según datos oficiales de septiembre difundidos hoy.
La comparativa interanual señala que frente a los 51.776 estadounidenses que viajaron a Cuba en septiembre del año pasado, este año solo lo hicieron 13.094 (-74,7%), mientras que los 13.676 turistas británicos que llegaron en ese mes de 2018 se redujeron a 6.133 (-55,2%) en 2019.
En términos acumulados, los visitantes estadounidenses disminuyeron un 5,2%, pasando de 460.288 a 436.453 entre enero y septiembre de este año.
También en septiembre quebró el gigante turístico Thomas Cook, principal emisor de turistas británicos a Cuba, por lo que era previsible el desplome en las cifras de ese mercado, el quinto para la isla en 2018.
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El informe de la Oficina Nacional de Estadística (ONEI) que recoge los datos turísticos entre enero y septiembre de este año indica, por contra, un crecimiento interanual para los mercados ruso y argentino: en el primer caso, de 8.964 a 11.839 y en el segundo, de 3.733 a 6.192.0