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Mensajes de los militares

El general Julio Avilés, comandante en jefe del Ejército de Nicaragua, habló en público este miércoles por primera vez desde que Daniel Ortega lo reeligió en el máximo cargo militar para un tercer período consecutivo.

En el editorial del pasado viernes 22 de noviembre opinamos que con esa decisión autoritaria, el dictador Ortega frustró por cinco años más la justa aspiración de otros altos militares a ascender a la máxima posición de mando en el Ejército. Además, Ortega exhibió al cuerpo militar como si fuera un brazo armado de la dictadura, igual que la Policía, y lo expuso a ser objeto de sanciones de los Estados Unidos (EE.UU).

Al hablar en público este miércoles con motivo del Día del Soldado de la Patria, Avilés no se refirió a la situación política del país, como lo hizo a principios de septiembre pasado, en la conmemoración del 40 aniversario del Ejército, cuando pronunció un apasionado discurso que fue entendido como una adhesión incondicional a la dictadura.

Sin embargo, Avilés aseguró en esta ocasión que el Ejército cumple el mandato de la Constitución y que está firme y cohesionado “para contribuir a una Nicaragua donde todos tengamos la oportunidad de vivir en armonía, desarrollo, bienestar y paz”. Esto no es propiamente la política de la dictadura de Daniel Ortega, para quien solo su familia y sus partidarios deben tener la oportunidad que menciona el jefe militar.

Por otra parte, pero en el mismo orden, el inspector general del Ejército mayor general Marvin Corrales al inaugurar un campeonato deportivo militar, hace una semana, sí habló de la crisis sociopolítica del país y dijo que el diálogo es la única forma de resolverla. Corrales recordó que el Ejército fijó esa posición desde el 21 de abril del año pasado y aseguró que los militares no reprimirán al pueblo, porque para ellos el Ejército “es el pueblo uniformado”.

Sin duda que esos mensajes de los militares no son casuales y se explican seguramente por el informe de la comisión de alto nivel de la OEA sobre Nicaragua, del que se pueden derivar sanciones contra personajes y organismos de la dictadura. También hay que vincularlos con la reelección del general Avilés como comandante en jefe del Ejército, que fue vista como prueba del control político de Ortega sobre el Ejército y lo expuso a las sanciones de los Estados Unidos (EE.UU.). E igualmente habría que relacionar los mensajes de los jerarcas del Ejército, con la reciente decisión del presidente Donald Trump, de prorrogar por otro año la calificación de la dictadura de Nicaragua como una amenaza a la seguridad nacional de los EE.UU.

Los militares saben, sin duda, que deben desmarcarse de la dictadura. Pero no lo deberían hacer solo en apariencia y para evitar las probables sanciones estadounidenses, sino para asumir su verdadera responsabilidad constitucional.

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