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Carta a la Purísima desde el exilio

Querida Madre bendita:

Esta es la tercera vez que públicamente te escribo para esta fecha, pero esta vez lo hago en nombre de todos los nicaragüenses que nos encontramos fuera de la geografía patria, porque hemos tenido que desplazarnos para proteger nuestras vidas ante el ataque del “fiero dragón” que se dice “cristiano, socialista y solidario”, pero persigue y “hace la guerra” a tus hijos hasta darles muerte, cual estampa del Apocalipsis 12.

Las organizaciones que trabajan con el fenómeno migratorio han comunicado que somos más de 80 mil los desplazados después de abril de 2018, cifra que se acrecienta ante el panorama incierto en el que ni sabemos si en Nicaragua alcanzarán los córdobas para comprar las cañas, los limones dulces, los ayotes en miel y los gofios que disfrutamos compartir en estos días en los que celebramos tu Inmaculada Concepción. Pero eso es lo de menos.

El motivo de mi carta es advertirte —ahora que vas a andar de barrio en barrio representada en una y mil imágenes en las que se te ve de pie, con el pecho altivo y envuelta en ropajes azules y blancos— de que podrías desaparecer de los altares y aparecer días después en el Chipote… o en el peor de los casos, no aparecer.

¿El motivo? El que se le antoje al desgobierno. No me extrañaría que te acusen de portación ilegal de armas, te asocien con el fallido golpe de Estado apoyado por la Iglesia católica y te expulsen hacia Nazaret. Te aseguro que ni la “intervención” de Brenes y Waldemar harán posible que salgás pronto de las mazmorras en las que el “fiero dragón” mantiene encarcelados todavía a más de un centenar de presos políticos: chavalos y chavalas que se comprometieron con la lucha cívica, pacífica y legítima en contra del régimen que ha cometido crímenes de lesa humanidad.

Pero también podrías no ser encarcelada, pero sí constantemente asediada por un puchito de caibiles que han vendido sus conciencias por 200 córdobas, convirtiéndose así en discípulos del que ha venido “a robar, a matar y a destruir”, tal como lo denunció tu Hijo, el “revoltoso” de Nazaret de hace dos mil años bajo el Imperio romano. Pero vos que conocés bien el actuar del “fiero dragón”, no comulgarás con la manipulación que siempre han querido hacer en tus fiestas. Ya en el 2013 en la Avenida Bolívar, colocaron la siguiente inscripción en un altar: “Virgen santísima: bendice el gran canal” y en 2018 tiñeron de rojo y negro el azul y blanco que te acuerpa y que jamás podrán desteñir del corazón de este pueblo que te amó desde que llegaste a nosotros en 1562.

Desde los diversos lugares del mundo en los que nos encontramos añorando nuestro terruño en estos días previos al “plácido día”, te pedimos que nos ayudes a vencer las tentaciones de la indiferencia, las falsas neutralidades ­ —frente a un pueblo que está crucificado­— y la desunión. Enséñanos a cantar un Magníficat contigo al Dios que derriba del trono a los poderosos y que unidos en medio de la diversidad de criterios y prioridades, tengamos la entereza de dar la cara siempre por los abeles asesinados durante la represión sangrienta que tiñó de sangre las calles, en las que en estos días se reunirán nuestros hermanos enfrente de tus altares para celebrar tu limpia Concepción.

A la distancia y con el “Toda hermosa” en nuestros labios te celebramos sin gofios ni madroños, pero sí haciendo nuestro el grito unánime de esta patria que exige justicia y la libertad. ¡María de Nicaragua! ¡Nicaragua de María!

El autor es periodista nicaragüense en el exilio.

Opinión exilio Purísima archivo
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