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Masaya

El reparto Cailagüa, ciudad de Masaya, donde se dio el tiroteo. se encuentra asediado por la Policía Orteguista. LAPRENSA/ Roberto Fonseca.

Matanza en Masaya: dos policías y tres civiles mueren en dos enfrentamientos durante el fin de semana

Todo se originó con una llamada telefónica a la Policía, luego que en el barrio Cailagüa se desarrollara un enfrentamiento armado

Al menos cinco personas, tres civiles y dos agentes policiales, fallecieron el fin de semana reciente en Masaya, en dos confusos tiroteos, en una ciudad donde desde hace varios meses permanece vigilada por parapolicías y la Policía Orteguista (PO). Todo se originó con una llamada telefónica a la Policía, lo que provocó que la zozobra se apoderara desde el mediodía del sábado de Masaya, luego que en el barrio Cailagüa se desarrollara un enfrentamiento armado, donde murió un agente policial, dos más resultaron heridos y un civil detenido.

La Policía Orteguista informó el sábado que tras ese tiroteo estaba dando persecución a José Isaías Ugarte López, alias Chabelo, quien había huido de la balacera y era señalado de liderar supuestamente una banda delictiva que cometía robos, aunque en las redes sociales circuló información que el mismo supuestamente había estado en los tranques de Masaya.

José Isaías Ugarte López alias Chabelo, quien fue abatido por la Policía, Carlos Alberto Suce Ortiz, de 32 años, el agente policial muerto este domingo (izquierda) y Luis Alexander Mendieta, quien falleció en el tiroteo del sábado.

El domingo, a eso de las diez de la mañana, según la PO, en la zona de Niquinohomo, en un retén policial hicieron alto a un vehículo que viajaba a velocidad y sin placas, pero los ocupantes supuestamente abrieron fuego contra los agentes policiales, quienes también respondieron con disparos.

Lea Además: Muere uno de los tres oficiales heridos en confuso enfrentamiento en el reparto Cailagua de Masaya. 

A través de un comunicado, la institución policial informó que en el vehículo viajaba Chabelo y dos civiles más, que fallecieron en el intercambio de disparos, así como el suboficial mayor Carlos Alberto Suce Ortiz, de 32 años.

El sábado, en el primer ataque en el barrio Cailagüa quedó herido de muerte el suboficial Luis Alexander Mendieta, quien fue trasladado al hospital de Masaya, Doctor Humberto Alvarado, luego a Managua, al Hospital Lenín Fonseca, donde falleció a las 5:10 de la tarde.

En el barrio San Juan, vecino del barrio Cailagua, donde se ubica la Iglesia San Miguel Arcángel  que preside el sacerdote Edwin Román, decenas de policías del régimen controlan el quehacer pastoral del templo LAPRENSA/ Roberto Fonseca

De esta manera el saldo de fallecidos entre el sábado y domingo en ambos tiroteos en Masaya sumó cinco personas, dos de ellas agentes policiales. La Policía no había identificado a dos de los civiles muertos.

El tiroteo del domingo ocurrió específicamente en camino viejo a Niquinohomo y, según la PO, a los sujetos fallecidos se les ocupó en el Toyota Yaris, color gris, un fusil AK con serie borrada, dos revólveres calibre 38, marca Taurus, número de serie 5647 y otro con serie borrada.

Una llamada desató la matanza

La Policía Orteguista admitió que fue una llamada telefónica al 118 el mediodía del sábado lo que originó este hecho sangriento. Supuestamente una persona identificada con las iniciales F.V.R. denunció que armados estaban cometiendo robo con intimidación en reparto Cailagüa.

De esa primera redada, quedó capturado Norlan José Cárdenas Ortiz, quien supuestamente formaba parte de la banda delictiva.

Desde el estallido de la crisis política en abril del 2018, las versiones de la Policía Orteguista en distintos hechos sangrientos son puestas en dudas, debido a que además de ser el brazo fuerte represivo de Ortega, también trata a los civiles denominados autoconvocados como delincuentes y terroristas.

Además la PO mantiene en Masaya una cacería abierta contra los que participaron en tranques el año pasado o se rebelaron contra el régimen de Daniel Ortega.

Masaya sitiada

Tras el primer tiroteo el sábado, Masaya amaneció más sitiada de lo habitual y el miedo en la ciudad era visible, cuyos pobladores se negaban a dar información sobre lo que realmente había ocurrido un día antes.

“Disculpe pero no podemos hablar, entienda. Aquí el vecino es orteguista y si hablamos con los periodistas, nuestra vida corre peligro”, dijo a LA PRENSA un hombre de unos 60 años que estaba sentado en las afueras de su casa, en el barrio Cailagüa.

Una joven que compra pan y café en una pulpería para desayunar confiesa que la vida en Masaya es controlada por la Policía, turbas y parapolicías. “Masaya es una ciudad que vive entre el miedo y la rabia. Hay gente dañina que por dinero vende a su vecino a la Policía”, dijo la joven en el anonimato.

Patrullas policiales y hombres de civil en moto recorren y controlan las calles de la ciudad.

¿Qué se dice sobre Chabelo en Masaya?

En un recorrido realizado este domingo por LA PRENSA en Masaya, personas que conocieron a Chabelo dijeron que este fue parte de la rebelión cívica de abril de 2018 contra la dictadura Ortega-Murillo.

“Chabelo no era ningún delincuente. Lo que pasa es que él se mantuvo en los tranques y desde la operación limpieza quisieron capturarlo, pero nunca pudieron. Él se enfrentó a la Policía porque prefería morir a que lo capturaran vivo. Nunca fue delincuente”, dijo un ciudadano que pidió no ser citado por miedo a represalia.

Permanente asedio a la Iglesia San Miguel Arcángel

En el barrio San Miguel, vecino del barrio Cailagüa, donde se ubica la Iglesia San Miguel Arcángel que preside el sacerdote Edwin Román, decenas de policías del régimen controlaban hasta ayer el quehacer pastoral del templo donde el padre Román y familiares de presos políticos estuvieron secuestrados durante nueve días.

“La presencia de la policía del régimen tiene un mensaje y es intimidarme a mí, pero se equivocan. A mí no me intimidan”, expresa el sacerdote, quien está fuera de la ciudad y afectado de su salud.

El padre Román reveló a LA PRENSA que pronto regresará a Masaya, para retomar su labor de pastor.
“Masaya es un pueblo digno y les envío un mensaje de esperanza. Vienen tiempos mejores”, exhortó el sacerdote convertido en un símbolo por la defensa de los derechos humanos y por su cercanía con las víctimas de la represión.

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