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Licencia para matar

Disparar a matar y luego preguntar. Llegamos a punto donde parece que la Policía tiene licencia para matar, golpear y torturar

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Licencia para matar

Hace algunos años, vi una secuencia fotográfica que me erizó los pelos. Era de un país africano, Kenia si mal me acuerdo, en la que unos guardaparques persiguen, capturan y matan a un cazador furtivo que encontraron mientras hacían un recorrido a turistas. Recuerdo los ojos de pánico del desgraciado en sus últimos segundos de vida captados por el fotógrafo. Apenas vestía una especie de taparrabo y cargaba un saco de indigente. Primero trataron de matarlo echándole el jeep encima. Para no gastar balas. Como no moría, y tal vez para no herir las susceptibilidades de los turistas que observaban aterrorizados, los guardias arrastraron al pobre diablo todo desquebrajado hacia un matorral y ahí lo remataron con disparos de un fusil Ak. En el reportaje se explicaba que los guardaparques de ese lugar tienen licencia para matar a los cazadores furtivos que encuentren. ¿Cómo es posible, me preguntaba viendo esas fotos, que un país esté en ese nivel de barbarie?

Tirar a matar

Según la versión familiar, el joven Luis Fernando Ortez conducía una camioneta en la madrugada cuando un retén de la policía le hizo parada y no se detuvo. Lo persiguieron. Es lo normal. Pero le tiraron a matar. La puerta izquierda de la camioneta tiene un balazo. El joven murió cuando el vehículo se dio vuelta, allá en el Arrayán, Nueva Segovia. Otro joven, hace unos meses fue perseguido por la policía cuando iba en su moto por Tipitapa, Managua. También dispararon a matar. En la espalda. Y lo mataron. ¿Se acuerdan de la masacre de la Jagüitas? Tambien tiraron a matar sin altos, sin acciones preventivas y sin que del otro lado los estuviese amenazando nadie. Mataron a una familia. Son ejemplos. Todos conocemos muchos más casos.

¿Delincuentes?

Siempre son delincuentes. Los matan, los abusan o los torturan. Siempre saldrá el comunicado oficial, cuando lo hay, diciendo que la víctima era “delincuente”. Y sanseacabó. No hay investigación. No hay proceso ni castigo. Basta que esgriman la palabra mágica, “era delincuente”, y con ello tienen derecho a todo. Y no quisiera detenerme a discutir si eran o no delincuentes porque eso es irrelevante a la hora de evaluar la brutalidad policial. La policía no tiene derecho a dispararle a nadie, a matar, a torturar a alguien “por ser delincuente” como hacen en ese parque africano con los cazadores furtivos.

Apartheid

Aun así, el mismo régimen se ha encargado de trazar una línea divisoria entre los delincuentes de verdad y los que llama delincuentes y solo son ciudadanos opositores. Una especie de apartheid. De hecho, los delincuentes tienen un mejor trato que los opositores. Han salido masivamente de las cárceles por gracia de Daniel Ortega y, de acuerdo al testimonio de muchos presos políticos, tienen un régimen carcelario menos duro que el de los opositores. De tal forma, que es hasta tonto el alegato oficial de que son presos comunes y no presos políticos, cuando el mismo trato que dan a un detenido determina quién es quién en las cárceles de Ortega. Y, al contrario, resulta valiente declararse preso político asumiendo con ello las consecuencias que eso trae en estos tiempos y con esta gente.

Contagio

Ni el muchacho del Arrayán ni el de Tipitapa que puse de ejemplo tenían que ver con política. Lo que sucede es que la brutalidad es contagiosa. Probablemente la licencia para matar o golpear haya sido dada solo para los opositores porque ya sabemos cómo le cae a este régimen que alguien piense distinto. Pero una vez que un policía lo hace y no pasa nada, termina incorporándolo como método de trabajo. Si no, recordemos el abusivo y delincuencial comportamiento del comisionado Fidel Domínguez, en León, con la familia Reyes Alonso. Si pueden romper las leyes y abusar con unos sin que pase nada, ¿por qué les van a reclamar si lo hacen con otros?

Ley de la selva

O sea, ya llegamos al punto donde al que se corre de un policía, al que no le obedece lo que se le ocurra, ya sea por miedo, por ignorancia o, incluso, por culpabilidad, se le va a disparar a matar como si estuviésemos en estado de sitio o cazando furtivamente en el parque de Kenia. Eso no es normal en una sociedad civilizada, donde la policía tiene procedimientos y los acusados, procesos establecidos por las leyes para determinar y castigar su culpabilidad.

Prueba madre

La prueba madre de la brutalidad policial, y de que existe una especie de licencia para matar en Nicaragua, es que tenemos confirmados más 300 muertos, todos los días vemos videos donde policías golpean solo porque sí a quienes protestas, tiran con lujo de violencia a jóvenes y ancianos en las tinas de las camionetas, los arrastran sin motivo, y oímos denuncias desde las cárceles de las golpizas y torturas a que someten a ciertos reos. Y no hay un solo policía o funcionario investigado, procesado y mucho menos castigado.

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