Rigoberto Fuentes es uno de los mejores centrales del futbol nicaragüense. El jinotegano de 27 años llegó a tarde a la Liga Primera —debutó a los 23 años— por diferentes razones: nadie le vio el potencial que tenía o la oportunidad le llegó cuando estaba preparado para convertirse en testimonio y ejemplo de superación para otros jóvenes que se atraviesan una misma situación.
“Antes de llegar Jalapa tuvo una vida bien oscura, pasé por un mal momento, tenía muchos vicios”, recuerda Fuentes, quien dejó atrás su vida desordenada en 2013 para convertirse en un orgullo para su familia y un ejemplo para los jóvenes de San Sebastián de Yalí. “Tomaba, tomaba y tomaba cada fin de semana. Quizás hoy no estuviera aquí, sino muerto o preso porque la paga del pecado es eso. Dios cumple sus promesas y prometió bendecirme, sacarme de ahí, sacarme adelante y así fue”, cuenta el seleccionado nacional.
Fuentes tomaba hasta cuatro días seguidos. “No me da pena decirlo, uno tiene sus errores, es humano”, indica. Un día la vida cambió para el referente defensivo del Managua FC. Llevaba tres o cuatro días de tomar y en una moto sufrió un accidente que le hizo reflexionar sobre su estilo de vida. “Prácticamente perdí la vida. Tengo una cicatriz atrás de la cabeza que me marcó la vida a mí y toda mi familia”, asegura el jugador quien pasó más de un mes recuperándose.
Mantenerse firme
Durante su camino de perdición la familia de Fuentes siempre estuvo a su lado y confiaron que enderezaría su vida. “Mi familia es cristiana, me apoyaban con sus oraciones y consejos que dejara eso. Esto es un oportunidad que Dios me dio y supe valorar todo lo que me decían, las oraciones de mi madre. Dejé todo lo malo atrás, gracias a Dios hoy en día soy otra persona y quiero ser ejemplo para mí familia, los muchachos de mi municipio, mi hija (Yolanis Valezka), mi esposa (Grisell Castro) y los hijos que vengan con ella”.
Fuentes es médico veterinario, nunca ejerció la carrera porque el futbol no le da tiempo, pero una vez se retire piensa regresar a San Sebastián de Yalí a trabajar en el campo de donde una vez salió. “Pienso servirle a Dios ante todo, ser una persona ejemplar, ser un buen padre, esposo, ser humilde. No pienso presumir, sé de donde vengo, el que pierde la humildad cae siempre, no es fácil. Cuando uno gana y está bien, hay un ego. Pido a Dios que me ayude a mantener la humildad”.
El seleccionado nacional señaló que estará siempre agradecido con Dios por la oportunidad que le dio en la vida de convertirse en una mejor persona y futbolista profesional. “A los jóvenes que están pasan por lo que pasé le digo que están a tiempo, se que pueden superar, hay talentos y bendiciones, pero las bendiciones se pelean. Si te mantienes en tu lado oscuro no será muy bendecido porque si estás con Dios es con Él”.