Arabia Saudita será el epicentro del boxeo este sábado cuando Anthony Joshua se enfrente a Andy Ruiz en la revancha (2:00 p.m. hora de Nicaragua) en la cual buscará sus tres título mundiales perdidos de golpe: Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Federación Internacional de Boxeo (FIB) y Organización Mundial de Boxeo (OMB). Como suele ser en esos países donde la apariencia vale más que la realidad, el dinero sale sobrando. El británico se embolsará 70 millones de dólares, sí créanlo, mientras que el monarca mexicano 10 millones de dólares.
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Desde junio de este año cuando Ruiz sorprendió al mundo del boxeo noqueando a Joshua muy pocas cosas han pasado respecto a ambos pugilistas, más allá de la desorbitada vida de lujos y excesos que ha mostrado el azteca en sus redes sociales. Pónganse a pensar, haber estado 10 años como boxeador profesional en los pesos pesados sin haber conseguido absolutamente nada, y de repente, Jarrel Mirrel oponente designado para el debut de Joshua en Estados Unidos da positivo en una prueba de dopaje, quedando inhabilitado, surge el nombre de Ruiz dos semanas antes, le ofrecen 7 millones de dólares, cae casi noqueado en el tercer asalto y se levanta para revertir el combate y noquear en el séptimo al favorito, quien aseguraba su cheque por 32 millones en el Madison Square Garden. Todo llegó como un relámpago: rápido y luminoso. El hombre que se hace llamar el Destructor todavía cree vivir en un cuento de hadas.
Los casos excepcionales como Buster Douglas derrotando a Tyson o Hasim Rahman a Lennox Lewis no suceden dos veces. Douglas cayó noqueado en su siguiente pelea contra Evander Holyfield y Rahman olió el cloroformo de los puños de Lewis en la venganza. Y en la revancha contra Joshua, a Ruiz le espera un mismo destino. El británico tiene suficientes recursos para resolverlo. En el primer combate Joshua conecta una izquierda a la mandíbula del azteca y lo manda a la lona. Todos estaban en pie, el cazador tenía a la presa donde la quería, solo faltaba el tiro de gracia, pero en la búsqueda del golpe final y la negativa de Ruiz a morir, apareció una mano izquierda que tocó los sentidos del en ese entonces campeón, yéndose a la lona. Después de que se reincorporó no volvió a ser el mismo en esa pelea, hasta que el réferi decidió parar el castigo en el séptimo asalto.
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No obstante, a Ruiz le sobra corazón más que recursos. Nunca se le vio retroceder ni cuando estaba al borde del precipicio. Y si se le tiene que dar al menos una oportunidad se debe a ese coraje de guerrero, capaz de saltar a las brasas y defender los lujos que le depara seguir reinando. Cuando uno toca las mieles del éxito se aferra a ellas hasta con los dientes. Joshua tendrá que romper el hielo arriesgando más que en la primera pelea ahora como retador y ser más inteligente en los intercambios y la corta distancia en donde Ruiz se siente cómodo.
Joshua debe ganar, pero tendrá que soplar fuerte para derribar a un impetuoso Ruiz.