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En esta composición fotográfica del diario La Prensa, se observa a Pedro Valle Durán, otro de los asesinos y a Martha Francisca Urbina, la autora intelectual. HOY/Archivo

Grandes Crímenes | Planeó la muerte de su pareja por dinero en 1974

Cinco días después del crimen, la joven se quebró. Martha Francisca aceptó que era cómplice del crimen ante el juez Local Único de Tipitapa.

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Este reportaje fue publicado en el diario HOY el 23 de junio de 2018

Cuando Martha Francisca Urbina Ruiz, de 17 años, brindó su testimonio ante la Policía por el asesinato de su pareja, Edwin Arcia Orozco, la familia del fallecido comenzó a sospechar de ella. Las autoridades también. Había muchas inconsistencias en su declaración.

La joven era el único testigo del robo y asesinato de Arcia, de 28 años, quien era el administrador de la hacienda San Jorge, ubicada en el kilómetro 44.5 de la Carretera Panamericana Norte.

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El sábado 17 de agosto de 1974, la pareja se dirigía a la hacienda a pagar la planilla de los trabajadores. Ese día, Martha insistió en acompañarlo. Ambos iban en el jeep Land Rover de Edwin, quien lo conducía.

El jeep Land Rover en el que iba la pareja quedó manchado de sangre por dentro y afuera. HOY/Archivo

Cuando ingresaron al camino que llevaba a la hacienda, unas piedras obstaculizaban el paso, por lo que Martha —en su primera declaración a las autoridades— dijo que aparecieron dos hombres armados con escopetas y le dispararon a Edwin. Un disparo a la cabeza y cuando Arcia trató de bajar, otro en la espalda.

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El cuerpo de Arcia tenía 28 perdigones y con tan brutal ataque, la joven no había recibido ni un rasguño. Ella declaró que Edwin la protegió en todo momento, y que a pesar de haber recibido un balazo en la cabeza, de donde emanó mucha sangre, él la protegió.

El gran charco de sangre que quedó en los asientos, hacía pensar a la Policía que Edwin se desvaneció en el vehículo y nunca logró bajar.

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Los delincuentes se llevaron el maletín que cargaba Arcia y Martha rogó por su vida y a pesar de haberles visto el rostro, la dejaron ir. Ella corrió hacia la carretera a buscar ayuda.

En esta gráfica, se muestra en el número 1, el lugar donde los delincuentes pusieron las piedras para obligar a Arcia a detener el jeep. En el 2, fue donde lo atacaron, y en el 3 se ve donde fue que se escondieron los asesinos. HOY/Archivo

Martha Francisca fue interrogada varias veces, y hasta anduvo ayudando a la Policía a rastrear a los dos delincuentes.

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Cinco días después del crimen, la joven se quebró. Martha Francisca aceptó que era cómplice del crimen ante el juez Local Único de Tipitapa, Manuel Alvarado Cuarezma.

“Era como una muchachita”

Urbina relató que Edwin andaba pistola, pero no le dio tiempo de defenderse. Ella dijo que a los dos hombres los había conocido tres meses antes, cuando llegaron a preguntar a la hacienda por el “pagador”. Luego los sujetos la vieron en Tipitapa, donde vivía su madre, y le habían propuesto un plan del robo y ella aceptó. “A todo decía que sí. Me sentía como chavalita”.

Martha Francisca Urbina Ruiz cuando salió de dar su primera declaración a la Policía. Todavía no había sido acusada. A la izquierda, su madre, María Urbina, quien era comerciante del Oriental. HOY/Archivo

“No sentí nada cuando lo mataron, sino cuando me iba, sentí algo en el pecho”, dijo la joven a periodistas el 22 de agosto de 1974.

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Ese mismo día, la Policía capturó a Pedro Valle Durán, de 28 años, quien le echó todo el clavo a Martha Francisca y el otro cómplice, un sujeto que era conocido como Valeriano Reyes Artola o Valeriano Morales Durán, de 28 años.

Pedro narró que la joven era ex de su amigo Valeriano.

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“Cuando el hombre ya estaba muerto, la muchacha se tiró a los brazos de Valeriano y le preguntó si la iba a llevar a la Esperanza (puerto en el río Siquia, Costa Atlántica). ‘No amor, hasta después’. Se besaron”, relató Pedro, quien dijo haber recibido solo mil córdobas del botín de 13 mil.

“No sé lo que hacía”

En una entrevista posterior, Martha Francisca dijo que “no sabía lo que hacía en ese momento”.

“Tengo la plena seguridad de que no estaba en mis cinco sentidos. No sé cómo ocurrió. Era como una muchachita, estaba como dunda. Fue hasta tarde que reaccioné. Sentí una cosa en el pecho”, dijo a un periodista de La Prensa, días después que la Policía había capturado a Valeriano Morales Durán, quien refirió que la había conocido en un burdel, pero ella negó estos señalamientos y recalcó la misma historia inverosímil de que le habían propuesto el plan en una calle de Tipitapa.

La conoció en burdel

Valeriano Morales Durán, de 25 años, no corrió largo, aunque la Policía lo buscaba en la Costa Caribe, fue capturado el 25 de agosto de 1974 en Managua.

El hombre, de oficio albañil, “soltó la sopa” y dijo que Martha Francisca Urbina fue quien fraguó el plan criminal. Quince días antes del asesinato se la había encontrado en el mercado Oriental, cerca de la Casa de los Encajes. Ella le había propuesto matar al hombre que vivía con ella porque manejaba mucho dinero.

Dentro de este tubo fueron hallados mil córdobas y la cadena que llevaba Edwin Arcia, que se la había regalado Martha Francisca. HOY/Archivo

Ella sabía que ese sábado Edwin Arcia iría a pagar la planilla de la hacienda.

“Matalo y yo me voy a ir con vos y nos repartimos los reales después”, le habría dicho la joven.

Morales contó que era la primera vez que la veía desde que se separaron en Chinandega. Contó que dos años antes él laboraba en Chichigalpa y conoció a Martha en una cantina llamada Las Masayas, donde ella “vendía su amor”.

“Vivimos como cuatro meses. Yo llegaba los fines de semana y ella me daba mis realitos. Yo me enamoré de ella y ella de mí…”, dijo Valeriano, aceptando que era como el proxeneta de la menor de edad.

Valeriano Morales Durán, uno de los autores materiales. HOY/Archivo

Valeriano dio detalles de cómo ocurrió el crimen. Expresó que fue donde su amigo de infancia, Pedro Valle, y este consiguió las armas, una escopeta y una pistola calibre 22. El primero que disparó fue Valle con la escopeta, a la cabeza de la víctima y él aceptó haber usado la pistola, con la que le dio dos disparos en la espalda.

No sabía contar

Valeriano contó a los policías que no sabía cuánto dinero robaron, porque era analfabeto y no sabía contar hasta la cantidad que andaba la víctima en el maletín. Así que envolvió el dinero en un pañuelo y se lo llevó. Un cuñado le dijo que eran 12 mil córdobas y le sugirió poner un salón cervecero.

Martha Francisca fue condenada a 30 años de prisión. HOY/Archivo

Con Martha Francisca quedó de verse uno o dos días después del crimen, pero esta nunca llegó a la gasolinera Texaco de Tipitapa, donde se reunirían, por lo que nunca recibió el dinero del botín.

Del dinero robado, la Policía solo recuperó mil córdobas.

Contra los tres criminales, un juez decretó auto de segura y formal prisión. “Un jurado de conciencia reunido a principios de 1975 confirmó la culpabilidad de los procesados, sobre los que recayó la pena máxima (30 años)”, escribió Anuar Hassan en su libro Grandes Crímenes del Siglo XX en Nicaragua.

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