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La carta del general Ortega

La carta abierta del general en retiro Humberto Ortega Saavedra que circuló la semana pasada en LA PRENSA, tiene varios mensajes con los que coincido plenamente. Pero veamos primero los destinatarios: su hermano Daniel Ortega, los cuadros históricos del FSLN y el pueblo nicaragüense en general.

Segundo, el momento, la coyuntura: en los albores de una Navidad con 161 presos políticos, algunos acusados de llevar agua a las madres en huelga de hambre sitiadas en la iglesia San Miguel Arcángel de Masaya; en medio de un empantanamiento político que no conduce a nada; y en tercer lugar, en el 50 aniversario de su participación en el ataque al cuartel de Alajuela, Costa Rica, para liberar —un 23 diciembre, antes de aquella Navidad de 1969— al fundador el FSLN, Carlos Fonseca Amador, en una acción que casi le cuesta la vida y lo dejó lisiado de por vida.

El general Ortega muestra claramente sus cartas luego de casi un año de guardar prudente silencio después de un “cruce de espadas” con su hermano Daniel el año pasado, cuando el dictador lo acusó falsamente de haber lanzado al Ejército de Nicaragua contra las bases sandinistas en los primeros años del gobierno de doña Violeta y que se convirtió en un “peón del imperio de los Estados Unidos y de la oligarquía nicaragüense”.

En su editorial del 12 de diciembre, con el que coincido plenamente, el diario LA PRENSA destaca el mensaje de esta carta abierta en con título que lo resume todo: “El buen consejo de Humberto a Daniel”. Veamos cuáles son las aristas de este mensaje.

El primero, y el más obvio, es “que al calor de estos días navideños de tanto fervor cristiano, que el gobierno apele a mecanismos existentes que permitan a los prisioneros de esta crisis política, estar libres antes de navidad”. Según el general en retiro, esta acción abonará a la lucha cívica y electoral lejos de la violencia y la destrucción. En segundo lugar, que garantice la paz firme y duradera con elecciones libres como las que tuvieron lugar luego de los procesos de paz Esquipulas-Sapoá. Ortega reconoce los errores y desaciertos que cometieron en la década de los 80, “una guerra de agresión externa, dice, pero también una guerra civil por ser nosotros los nicaragüenses las fuerzas en combate”.

Ortega se dirige a su hermano con respeto y le hace una apelación de un gesto humanista pero también democrático al promover la lucha cívica, libertad plena para criticar al poder establecido, para ir recuperando la economía y así el que gane las elecciones libres pueda con menos dificultades convocar “a un Acuerdo Nacional que sustente debidamente su programa de gobierno”.

Viniendo de quien viene, la carta no puede ser mejor intencionada, es trascendente y oportuna. Ojalá que esta vez las buenas intenciones encuentren terreno fértil en el fangoso terreno de la política criolla.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

Opinión Daniel Ortega general Ortega Humberto Ortega archivo
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