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Roman González y Diomel Diocos. LAPRENSA/CORTESÍA

Román “Chocolatito” González muestra su espectacularidad destrozando a un “bulto”

Chocolatito demostró que está para competir y retar a los campeones de su categoría, el ganar es otro asunto que solo se sabrá realmente cuando se mida a boxeadores reales de su nivel. Diocos fue solo para quitarse las telarañas

Muy pocos madrugaron para ver a Román “Chocolatito” González porque el resultado no era una incógnita, tampoco el cómo. Se vio inmenso como en sus viejos tiempos, cerrando espacios para cortar el ring, golpeando incansablemente con sus largas combinaciones, trabajando específicamente el cuerpo y dándole jaqueca al oponente con su volado letal de derecha. Diomel Diocos fue todo lo que se pensó antes de la pelea: un rival sin ninguna oportunidad de triunfar, sin el nivel suficiente para exigir a Chocolatito y con escasa capacidad de asimilación de los bombardeos. Un asalto era suficiente, dos fueron un martirio para el débil peleador filipino de cuatro derrotas en sus últimas cinco reyertas.

Físicamente Chocolatito se vio rápido y fuerte. Tuvo la iniciativa de seguir desde el primer segundo a Diocos. Caminó para acorralarlo, aunque primero medía y luego poco a poco se fue soltando. En la primera combinación de impacto ya sabía que el filipino era un tipo noqueado. Izquierda en cruzado, derecha en volado y luego la izquierda pero en forma de gancho al hígado fue el aguijonazo de advertencia, como si le dijera: “estás muerto”. Diocos no tenía otra opción. Respondía con golpes al vacío y a los guantes del nicaragüense, extraordinario en defenderse mientras atacaba. Nuevamente trabajó al cuerpo como si fuera un obsesionado por desinflar el globo del cuerpo del rival. Cerró el asalto con tres ganchos más. Ya el combate era una sesión de guanteo, el filipino llegaría hasta cuando Román decidiera dejarlo de masticar para escupirlo.

En el segundo round Diocos ahogado buscó el amarre. Chocolatito lo empujó para soltarse. El nicaragüense 15 meses después de su última pelea tenía el objetivo de dejar un mensaje: “Estoy vivo y listo para grandes retos”. Y para eso debía conseguir un estruendo, el problema es que por más destructivo que se viera, el nombre de Diocos no dice nada. El volado de derecha fue el principio del final. Acorralado en las cuerdas, Román hizo gala de su izquierda. Diocos ya no respondía. El réferi empezó el conteo de protección aún en pie. Decidió continuar. Chocolatito siguió con la embestida. No valía la pena que prolongar un combate unilateral, una sesión de guanteo sin protección.

Chocolatito demostró que está para competir y retar a los campeones de su categoría, el ganar es otro asunto que solo se sabrá realmente cuando se mida a boxeadores reales de su nivel. Diocos fue solo para quitarse las telarañas. Regresó el tetracampeón, pero seguirá siendo una incógnita, al menos por ahora.

Deportes Román "Chocolatito" González Román González archivo

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