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Los amigos de los dictadores latinoamericanos

¿Cree que Rusia y China van a apoyar incondicionalmente, en cualquier circunstancia, a las dictaduras latinoamericanas, seudosocialistas, demagogas y populistas, por solidaridad o afinidad ideológica? ¡No será así! Como dijo recientemente en la Voz de América el embajador de EE. UU. ante la OEA, Carlos Trujillo, países como Rusia y China solo tienen intereses económicos en Latinoamérica. Sus actuaciones geopolíticas dependen de esos intereses. Una vez que tales dictaduras no les sirvan, esa amistad se acaba.

Recordemos que en Cuba Fidel Castro recibió un golpe terrible cuando Mijaíl Gorbachov tuvo la honestidad y el valor de declarar que el sistema comunista había fracasado e inició con la perestroika la conversión de Rusia a la socialdemocracia, con economía capitalista y democracia liberal. La dictadura cubana recibía más de 4 mil millones de dólares anuales en subsidios de la ex-URSS y otros países comunistas, más beneficios como revender petróleo ruso tres veces más caro que el precio pagado. Eso se acabó en 1989.

Cuba entró entonces al “período especial” —como lo llamó Castro— con carencias y pobreza inmensas, mayores que las que ya tenían. Después lograron recuperarse un poco alquilando a sus médicos y permitiendo hoteles europeos en sus costas. Luego la dictadura venezolana alimentó a la cubana con petróleo y otros recursos a cambio de apoyo en seguridad personal e inteligencia militar para someter y controlar a las fuerzas armadas venezolanas.

Ahora, Miguel Díaz Canel reconoce que con el bloqueo de los EE. UU. al petróleo venezolano, Cuba está peor que durante el “período especial”. Por falta de combustible no se recoge la basura, las calles son focos de contaminación, proliferan moscas, zancudos y enfermedades contagiosas, no tienen cómo transportarse, ni transportar alimentos ni medicinas. Cuba, casi paralizada, sobrevive de las remesas familiares y de poco más. A los dictadores solo pueden darles en alquiler médicos y servicios de represión e inteligencia para que controlen a sus militares.

En Bolivia, Rusia demostró lo interesada y frágil que es su amistad. Apenas se fue Evo Morales, el vicecanciller Serguéi Riabkov hablaba de “nueva líder”, refiriéndose a la presidenta Jeanine Áñez. “Nos dimos cuenta que, cuando fue nombrada para este cargo, no había quorum pleno en el Parlamento, por lo que vemos algunos puntos que, por supuesto, tenemos en cuenta. Pero está claro que será percibida como la líder de Bolivia hasta que la cuestión de un nuevo presidente se resuelva a través de elecciones”, expresó Riabkov.

Putin dijo preocuparle un “vacío de poder”, pero no era un lamento por Evo Morales, sino el interés en tener un interlocutor con quien hablar de negocios. Rosatom —Corporación Nuclear Rusa— instalará en Bolivia un centro de investigación de energía atómica para, supuestamente, uso industrial, geológico, médico y agrícola, invirtiendo muchos millones de dólares. Gazprom tiene un proyecto de gas que producirá 12 millones de metros cúbicos diarios. Tienen, además, convenios sobre minerales. Por eso el Kremlin saludó rápidamente a la “nueva líder”.

Rusia también tiene grandes inversiones en Venezuela y mantiene desde hace tiempo contactos con la oposición venezolana e incluso con posibles sucesores de Maduro miembros del PSUV. En Moscú saben que los tiempos de Maduro terminarán, pero sus multimillonarios contratos deberán permanecer.

Tampoco al líder chino, Xi Jinping, le importa que Maduro sea comunista, capitalista o mafioso, ni le interesa si el corrupto dictador comete crímenes y mata de hambre a los venezolanos. Le preocupa quién lo reemplazará cuando deje el poder y cómo tratará sus millonarias inversiones y deudas pendientes.

Tampoco le importa al gobierno “comunista” chino que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sea un demócrata que vota en la OEA contra las dictaduras que China por ahora apoya. Bukele reconoció a la República Popular China como “la única China”, y a Taiwán como “provincia rebelde”. Eso le valió un convenio de amistad que incluye la millonaria donación de un Estadio Nacional, una Biblioteca Nacional y otros beneficios. Pero, ya veremos cómo sacará provecho Pekín, porque nada es gratis. Todo es negocio.

Los dictadores latinoamericanos deberían poner su barba en remojo cuando se están quedando aislados, solo con “amigos” como estos, cuya solidaridad se paga cara y es muy frágil.

El autor es abogado y analista político.

www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

Opinión China dictadores latinoamericanos Rusia archivo
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