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Larga dictadura y lenta justicia

En esta Navidad se han cumplido treinta años de la caída de la sanguinaria tiranía comunista de Rumania. Con este motivo, LA PRENSA publicó en su edición digital del 25 de diciembre un excelente reportaje de BBC Mundo que revela detalles inéditos de aquel acontecimiento histórico. Todos deberían leerlo.

El 25 de diciembre de 1989, el dictador comunista Nicolás Ceaucescu y su mujer y cómplice, Elena Petrescu, fueron fusilados por un pelotón militar tres días después de haber sido capturados, al cabo de un juicio relámpago que los condenó a muerte sin respetarles su derecho al debido proceso, del mismo modo que ellos nunca se lo respetaron a sus víctimas.

La dictadura de Rumania fue la única de todos los países comunistas de Europa Central y Oriental que cayó de manera violenta y sangrienta. Pero en todos esos países, incluyendo a Rumania, el factor determinante en la caída de las dictaduras fue la combinación de las movilizaciones populares con la decisión trascendental de las Fuerzas Armadas del Estado de ponerse del lado del pueblo.

También en China los estudiantes y el pueblo se insurreccionaron sin armas, pero los militares se mantuvieron leales a la dictadura comunista y cumplieron sus órdenes de reprimir las protestas populares, causando centenares de muertes, sobre todo en la plaza de Tiananmén, en Pekín, el 4 de junio de 1989.

En Rumania, además del Ejército también una parte importante del gobernante Partido Comunista se pasó a la oposición contra la dictadura de Ceaucescu y su perversa mujer, la que según los rumanos era peor que su despiadado marido. Fue por eso que a la caída de la pareja dictatorial tomó el poder un improvisado Frente de Salvación Nacional, encabezado por Ion Iliescu, un dirigente comunista crítico de Ceaucescu, apoyado por el Ejército y las partes de la Policía ordinaria y de seguridad del Estado que no se desbandaron.

De manera que Nicolás Ceaucescu y Elena Petrescu fueron fusilados, pero los demás grandes criminales de la dictadura no fueron castigados ni se hizo justicia a sus víctimas. Esto ocurrió porque a falta de una oposición democrática organizada, los comunistas reformados pudieron hacerse cargo del poder. Solo hasta en febrero de 2016, Alexandru Visinescu, director de una de las peores cárceles de la Rumania comunista, a sus 90 años de edad fue juzgado por crímenes de lesa humanidad y condenado a 20 años de prisión.

Rumania es ahora un país democrático con una economía de libre mercado. Además es miembro de la Unión Europea. Pero la justicia no llega todavía y nadie sabe si podrá llegar.

En este mes de diciembre, 30 años después de la caída de la sanguinaria dictadura de Nicolás Ceaucescu y Elena Petrescu, la Fiscalía y el Tribunal Supremo han iniciado un proceso para investigar y juzgar los crímenes contra el pueblo, pero solo los cometidos entre el 22 y el 25 de diciembre de 1989.

Lamentablemente las dictaduras suelen durar mucho tiempo, pero la justicia no siempre llega y si lo hace es con exasperante lentitud.

Editorial dictadura LA PRENSA Navidad Rumanía archivo
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