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La historia de Lesther Salas Rizo, el autoconvocado de Estelí que pasó casi un año preso en Estados Unidos

Salas es estudiante del segundo año de Ingeniería Civil en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), en Estelí, y campeón de artes marciales mixtas

Con una mochila, llena con una mudada de ropa y su cédula de identidad, tomó un bus hacia la frontera norte de Nicaragua el 25 de diciembre de 2019 con destino incierto y poco dinero. Es la segunda vez que el autoconvocado Lesther Salas Rizo se exilia.

Tiene 23 años y ha recibido amenazas de muerte y de detención de parte de la Policía Orteguista (PO).

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La última vez que estuvo detenido fue el reciente 22 de diciembre en la delegación policial de Estelí, porque aparecieron unas pintas de protesta en el puente de hierro. Según su relato, cada vez que había pintas, explosiones de bombas o cualquier tipo de manifestación social contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, lo llegaban a traer a su casa de habitación o bien en el lugar donde estuviera trabajando, denunció una amiga.

Lo liberaron el 24 de diciembre a las 4:00 de la tarde. Al día siguiente se fue. “Esta vez el comisionado Alejandro Ruiz (jefe policial) lo amenazó y no tuvo de otra que volverse a ir”, según una amiga del joven consultada para este reportaje.

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Salas es estudiante del segundo año de Ingeniería Civil en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), en Estelí, y campeón de artes marciales mixtas. En abril de 2018, cuando iniciaron las protestas sociales, se unió sin pensarlo dos veces y estuvo en los tranques de protesta de esa ciudad norteña.

El infierno de Salas como exiliado empezó el 19 de agosto de 2018, cuando salió por primera vez de Nicaragua, porque la PO lo acusó de crimen organizado, entorpecimiento de servicios públicos y tenencia ilegal de arma de fuego, junto a otros manifestantes. Contra él giraron orden de captura.

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“La primera vez que me exilié llegué a Honduras y había un paro nacional, caminé hora y media, para llegar a una ciudad donde busqué una iglesia y me dieron albergue, comida y me llevaron a tomar el bus hacia Guatemala”, contó Salas.

En la frontera entre Guatemala y El Salvador tuvo que pagar para que lo dejaran pasar indocumentado. La travesía fue larga: pasó ríos, durmió en parques, pero fue detenido por la Policía mexicana, que lo llevó a un albergue llamado Belén.

“Cuando llegué al albergue me pidieron mi identificación y me dijeron que solo 15 días me podían albergar. Ahí me encontré con un policía nica que había desertado de la Policía de Chinandega y me alié con él. Salíamos a trabajar por las mañanas a un mercado en el estado de Chiapas”, confió.

Luego siguió su camino, le tocó dormir bajo un puente sobre cartón aguantando frío y hambre, relató. Cuando llegó al estado de Texas, EE. UU., lamentablemente no tuvo de otra que entregarse como indocumentado y estuvo preso casi un año.

Regresó a Nicaragua en un avión de deportados en julio de 2019 y las autoridades de este país inmediatamente se lo llevaron al Chipote, donde pasó 15 días en interrogatorios, pero lo soltaron porque a él ya lo cubría la Ley de Amnistía que había aprobado el régimen en junio pasado.

“El asedio que viví estos seis meses en Nicaragua fue brutal, no me dejaban trabajar, me detenían a cada rato y me volvían a soltar. La policía y paramilitares vivían frente a mi casa intimidando”, expresó Salas.

No hay garantías para ciudadanos

El caso de Lesther Salas Rizo es uno de los tantos exiliados que regresa al país y es asediado por la Policía en todo momento. “Es una mentira más del régimen orteguista decir que los exiliados pueden regresar y que no les pasará nada. No respetan sus propias leyes ni acuerdos”, dijo una amiga de Salas consultada para este reportaje.

Nacionales asedio exiliado indocumentado Nicaragua archivo

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