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El matonismo en el poder

La semana pasada, dos hermanos de la emblemática presa política Amaya Coppens Zamora sufrieron una brutal agresión física, por parte de una pandilla de matones partidarios de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Los jóvenes Diego Luis y Santiago Amaru Coppens Zamora, fueron agredidos por la turba orteguista en la ciudad de Chinandega, al final de la tarde del 24 de diciembre, después de que con algunos amigos anduvieron pegando calcomanías con la petición de libertad para su hermana y los demás presos políticos, con motivo de la Navidad. Y como en todos los demás casos de agresiones a personas opositoras, los matones contaron con el respaldo de la Policía.

El matonismo político es un modo habitual de actuar del régimen orteguista, que lo heredó de la dictadura sandinista de los años ochenta y esta a su vez lo copió de la dictadura somocista y lo “perfeccionó”.

En realidad, el matonismo político es una forma de actuar de todas las dictaduras, pero en particular de las totalitarias como el estalinismo ruso, el nazismo alemán y el castrismo cubano. El objetivo del matonismo de las dictaduras es impedir mediante la intimidación y el terror, que los ciudadanos reclamen sus derechos y protesten contra los abusos del poder.

El matonismo es la “conducta de quien quiere imponer su voluntad por la amenaza del terror”, dice el Diccionario de la RAE, mientras que el Diccionario del Español de Nicaragua define al matón como un “criminal que por sueldo golpea o mata personas”.

Sin embargo, los matones que usan las dictaduras para aterrorizar a la gente e impedir y castigar las protestas políticas, no actúan solo por sueldo sino también por afinidad ideológica y fidelidad política. Los matones son miembros o simpatizantes de partidos totalitarios que nutren sus bases en los sectores más bajos de la sociedad. Carlos Marx los definió en La Ideología Alemana como personas degradadas socialmente, desclasados carentes de conciencia social, que viven por debajo del nivel del proletariado y se prestan a servir como fuerza de choque de los regímenes dictatoriales.

A partir de esa definición sociológica el matonismo se convirtió en concepto jurídico, que el enciclopedista Guillermo Cabanellas caracteriza como “actitud y estado del sujeto que trata de imponer su autoridad de hecho o sus caprichos recurriendo a las amenazas mortales y a otras formas de terror”. De manera que el matonismo político no es solo la práctica violenta y criminal de partidarios fanáticos provenientes de los bajos fondos sociales, también es matonismo la estrategia de quienes desde la altura del poder utilizan a los matones para sus fines políticos.

Ciertamente, el matonismo, al que en el lenguaje popular nicaragüense se le llama turbas (somocistas, sandinistas u orteguistas), constituye un brazo político principal de la dictadura, su preferido para ejecutar la estrategia de intimidación, represión y castigo a los adversarios, a los que califica como sus enemigos, y afianzarse en el poder.

De manera que el matonismo es algo repugnante moralmente y despreciable socialmente, que deberá ser erradicado del ser político nicaragüense cuando termine la actual dictadura que ojalá sea la última en la historia de este país.

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