Hoy caminaré por las calles de la Patria mientras hago esta radiografía. Las mañanitas se caracterizan por febril actividad de comerciantes, estudiantes, obreros y profesionales viajando a sus centros laborales y de estudios.
Hay congestionamiento vehicular, por todos lados emergen camionetas cargadas de policías de negro (antimotines) que recorren vigilantes las ciudades. Pasadas las 10 a.m. se percibe en la capital, motor de la República, como un pequeño receso, matizado en una “tensa calma”; de pronto en el corazón urbano se alza al cielo un revuelo de voces que gritan: ¡libertad, libertad!, alternando con la entonación del Himno Nacional, que límpidamente penetra los oídos y se mezcla con el sonar de bocinas y pitos conque los automovilistas saludan la intrepidez del grupo ciudadano. Minutos después se percibe el sonido de sirenas de las patrullas policiales que acordonan el lugar donde se realiza el piquete express, a como le han dado en llamar a estos grupos de protesta de ciudadanos autoconvocados. Los policías están fuertemente armados y acompañados de perros entrenados.
El piquete no se intimida, continúan los gritos de libertad y el piso y los cielos se llenan de papelillos y globos azul y blanco. Un rato después, dos ciudadanos, son subidos violentamente en una patrulla policial, que arranca bruscamente con los dos prisioneros tirados en el piso de la tina y reducidos por cuatro furibundos guardianes.
Apenas empezando la tarde, los distintos ministerios y oficinas estatales se han vaciado y las calles se han llenado. Predominan ahora los pitazos de sinnúmero de motociclistas con pañuelos rojinegros al cuello, que flanquean varias columnas de adeptos al gobierno. Entre ellos es notoria la presencia de policías motorizados que junto a los antimotines que viajan en camionetas de patrullaje, más que proteger la marcha, parecen integrarla. Acompañan varios altoparlantes con cantos de “el gallo ennavajado, el comandante se queda” los que periódicamente dan paso a consignas que corean los marchantes: “Muerte al somocismo”, “plomo a los golpistas, queremos la paz”. Las iglesias católicas patrulladas celosamente, algunas de ellas, particularmente la Catedral de Managua, muestran pintas de: “Asesinos, golpistas plomo”.
Es Año Nuevo, la Avenida Bolívar luce todavía llena de altares para conmemorar la Navidad. Del corazón del pueblo sale el grito: ¡Libertad para los presos políticos! Indudablemente una radiografía bien “contrastada”. El informe diagnóstico es: Ciudades tensas, expuestas a reacciones impredecibles con pronóstico reservado. Se recomienda atender urgente las causas con especial atención a la soberbia. Hacer radiografías seriadas de control.
Nota: ¡Mi deseo es que la alegría genuina retorne a las calles de la Patria, que la esperanza no abandone el corazón de todos los nicaragüenses en este 2020.
El autor es médico.