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Una candidatura pendiente

En el año 2001 el abogado y político democrático Noel Vidaurre era el favorito para ganar las elecciones contra Daniel Ortega del FSLN.

Lo era más que el ingeniero Enrique Bolaños, con un porcentaje de entre 3 y 5 puntos según sondeos de la época, y renunció a sus aspiraciones para no dividir el voto democrático y evitar que el sandinismo volviese al poder, apartándose de la política activa hasta su retorno en el 2016.

Ahora, aunque no lo ha oficializado, se conoce de su trabajo a veces silencioso, sin mayores soportes mediáticos y siempre levantando un discurso técnico, de cifras y a la vez apasionado contra todo lo que aún se llama revolución sandinista y todas sus procedencias, llámense partidarias, de “rescate’’ o de “renovación’’, como ningún otro político lo ha hecho ni lo está haciendo en los tiempos actuales, en un país ensangrentado por el régimen y de cara a unas elecciones a poco menos de dos años.

De haberse enguillotado en ese entonces, en el 2001, y con justa validez dada su potencialidad en la intención de votos, ni él ni el exmandatario Enrique Bolaños habrían triunfado sino Ortega, quien desde entonces habría iniciado la segunda bancarrota más grande en la historia de Nicaragua causada por su mismo partido, primero en los 80 y segundo en la actualidad.

Tanto el propio Bolaños como la ciudadanía deben reconocer que existe una deuda con Vidaurre: política, electoral y de auténtica vocación democrática por haber hecho algo insólito en un país donde priva en la mayoría de los políticos, la insensatez, el capricho individualista y el atavismo mercenario para alcanzar el poder aún sabiendo que la falta de unidad solo conduce a la derrota.

El impulso de quitar a Ortega fue una chispa que duró poco, pues la revuelta de abril de 2018 aunque viable por continua, no logró por falta de un respaldo del capital y otros sectores consolidarse en su momento.

Actualmente, ante una ciudadanía confrontada, con un Consejo Electoral dominado por Ortega, con una protesta social que tiene contra las cuerdas a este, pero con una clase política tradicional congelada y ambiciosa, con un liderazgo juvenil políticamente incapaz, con una Alianza Cívica poco beligerante y con un sandinismo que en cualquiera de sus vertientes ansía volver al poder pretendiendo olvidar el daño causado en los 80, debe tomarse en cuenta esta eventual candidatura de un político que siempre desde la derecha, ha ofrecido una alternativa antisandinista, como debe ser ante tantos atropellos cometidos por ese sistema, pero de respeto institucional, de libertad y democracia.

El autor es escritor y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos.

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