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Los demonios siguen desbocados

Un templo católico de Tipitapa fue profanado por simpatizantes de la dictadura conyugal de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Los profanadores orteguistas destruyeron una imagen de la Virgen María (la Purísima) y aplastaron la corona de un Cristo Crucificado. Además, robaron objetos considerados sagrados que se usan para la celebración de la Eucaristía.

La nueva agresión contra la libertad religiosa ocurrió en la madrugada del 29 de diciembre pasado, pero solo se dio a conocer después de varios días y LA PRENSA informó sobre el caso en su edición del viernes 3 de enero.

Esta ha sido una más de las muchas, constantes y sistemáticas agresiones que viene sufriendo la Iglesia católica de Nicaragua desde el 19 de julio del año pasado, cuando Daniel Ortega acusó a los obispos de ser golpistas y terroristas porque en el diálogo nacional de mayo-junio de 2018, le propusieron adelantar las elecciones para poner fin a la violencia y resolver la crisis sociopolítica nacional.

En el imaginario católico los ataques contra la Iglesia son obra del demonio y parte de la eterna e incesante lucha del mal contra el bien, y viceversa, que comenzó desde el mismo origen de la historia humana.

Para los griegos de la Antigüedad clásica los demonios no eran espíritus malvados, sino seres sobrenaturales que acompañaban a cada persona y le aconsejaban el mejor camino y buenas acciones. Pero en las creencias de muchos otros pueblos, los demonios (o el Demonio), son seres espirituales malvados que inducen a la gente a hacer el mal o lo procuran ellos mismos para hacer daño a los humanos.

En el sitio web católico Reina del Cielo se cita un par de párrafos de Gaudium et Spes (Alegría y Esperanza), que es la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, la cual fue aprobada por el Concilio Vaticano II. Allí se dice textualmente:

“Toda la vida humana, la individual y colectiva, se presenta como una lucha, y por cierto dramática, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas”. “A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final”.

Se asegura también en el sitio informativo Reina del Cielo, que “el demonio no es una fábula” y desmentir su existencia “es negar la revelación divina que nos advierte sobre nuestro enemigo y sus tácticas”. Al respecto cabe mencionar que en la literatura católica se alerta que el demonio a veces toma la forma de personas que son muy pérfidas, pero disfrazan sus actos malvados con invocaciones religiosas y hablan como predicadores o sacerdotisas.

El papa Juan Pablo II, quien en el siglo pasado fue un adalid espiritual en la lucha de la humanidad contra el totalitarismo, recordó en una audiencia pública celebrada el 3 de junio de 1998 la importancia de la lucha contra el demonio y mandó a publicar un nuevo rito del exorcismo, que reemplazó al de 1614 que había sido olvidado.

De manera que está bien fundada la convicción católica de que las agresiones contra la Iglesia son demoníacas, que es el mal atacando al bien y que como tal deben ser rechazadas.

Editorial demonios Iglesia Católica archivo
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