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En defensa de los empresarios

Curiosamente, el último editorial de mi padre, publicado el 6 de enero de 1978, era una defensa cerrada de la burguesía o la empresa privada, que tituló magistralmente “Palabrería y burguesía”; una defensa que guardando los tiempos y las distancias, retomo hoy aquí en este mes de enero del 2020, 42 años después, cuando los “tambores de guerra” contra la burguesía y el empresariado han vuelto a sonar en la forma de un “garrotazo fiscal” que acabaría con cientos de empresas y, en consecuencia, mandaría al desempleo a cientos de miles de trabajadores.

“Ortega receta más recesión. La economía no aguanta otro paquetazo fiscal. Empresarios rechazan planes de Ortega. Régimen busca acorralar al sector privado con reformas a leyes económicas sensibles”: son los titulares preocupantes de hoy, que provocan desde el poder, los mismos que antes atacaban “desde algún lugar de Nicaragua”, a la “oposición burguesa y a la empresa privada”, calificando su actitud de “sospechosa” por querer participar en un diálogo nacional para salir de Somoza.

Mi padre defendía así al sector privado de los ataques de la izquierda en una radio local: “para comenzar un enorme porcentaje de la población de Nicaragua pertenece a la burguesía, grande, mediana o pequeña, como los que tienen una pulpería, los artesanos, los fabricantes de pequeñas cosas, los comerciantes en granos, los abogados de los que sufren Consejos de Guerra, el agricultor mediano, aún el pequeño integrado a lo que podríamos llamar la pequeña burguesía rural, con su potrero, sus vaquitas o su cosecha de café, caña, frijoles, maíz, vendida en pueblos y ciudades. Estos son burgueses y no proletarios”.

Decía mi padre: “llamamos a la reflexión sobre este asunto, porque los discursos diarios contra “la burguesía”, han venido a formar parte integral de un léxico nacional decadente, demagógico y que en realidad nadie escucha sino los mismos fabricantes del estribillo, estremeciendo las grabadoras de los patios de las escuelas”.

Hoy en día el empresariado está entre dos fuegos: por un lado, el gobierno que no le perdona su ruptura con el “estatus quo” que prevalecía antes del 18 de abril del 2018 y lo quiere exprimir con una persecución fiscal que ha llevado a muchos a la quiebra, y por el otro lado, los radicales de siempre, que demandan a los empresarios que quiebren antes, cerrando sus puertas indefinidamente, con la ilusa teoría que ello hará capitular a Ortega y la economía volverá a la normalidad.

Aliados del gobierno en su guerra contra los empresarios, son aquellos que no reconocen su aporte a la economía, a la generación de fuentes de empleo y a la creación de riqueza. El Estado vive de los que generan la riqueza y pagan sus impuestos: vive del sector privado, e irónicamente moviliza su aparato represivo contra el mismo pueblo que lo sostiene.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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