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Rubén Darío, Padre del Modernismo, y Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, 1956. LAPRENSA/Archivo

Libro sobre Rubén Darío revela cartas, poemas y ensayos de Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura

El libro “Mi Rubén Darío” (1900-1956), del gran poeta español Juan Ramón Jiménez  se publicó después de su muerte. Su  reconstrucción, estudio y notas críticas estuvo a cargo de Antonio Sánchez Romeralo. Aquí le contamos

 

Desde que supe que la Fundación Juan Ramón Jiménez, que tiene su sede en Moguer (Provincia de Huelva), había publicado en 1990 el libro “Mi Rubén Darío” que el gran poeta andaluz Juan Ramón Jiménez siempre tuvo la intención de publicar, inicié su búsqueda en cuanta librería de Madrid o Barcelona pudiera encontrarlo. En ninguna pude localizarlo, ya que solo está disponible en Moguer, ciudad natal del poeta.

Hace algún tiempo, en una amena conversación sobre temas literarios, mencioné mi infructuosa búsqueda a mí estimado amigo, el escritor y periodista Javier Sancho Mas.

Lea: ¿Cómo fue el nacimiento de Rubén Darío? ¿Cómo fue el parto, quién fue su partera, cuál fue su primer nombre?

Pasó un buen tiempo hasta que, en los primeros días del mes de diciembre recién pasado, Javier me visitó para entregarme, como precioso regalo, el tan ambicionado libro. Ni que decir que su lectura fue mi deleite durante el receso navideño.

Es un libro de gran importancia para el pleno conocimiento de una de las relaciones literarias más gratas y perdurables para nuestro Rubén. El libro nunca se editó en vida de Juan Ramón, aunque este compiló, con gran esmero, varias veces su posible contenido, convencido que su correspondencia con “el mayor poeta hispanoamericano” y “el más grande que hoy tiene España”, debía conservarse.

En las breves líneas que, a manera de epígrafe, inician el libro J.R.J., nos dice: “Todo lo de R.D. fue, es y será para mí precioso”. Publicar las cartas de Darío, así como sus propios escritos sobre el gran innovador de la poesía y la prosa en castellano, no era para él signo de vanidad, sino porque creía que “todos deseamos publicar en vida lo que poseamos de hombres verdaderamente ilustres y contribuir así de manera verídica a la historia”.

El contenido de “Mi Rubén Darío”

La reconstrucción, estudio y notas críticas de “Mi Rubén Darío” (1900-1956) estuvo a cargo de Antonio Sánchez Romeralo, quien en el Estudio Introductorio nos cuenta que durante años tuvo Juan Ramón  la intención de reunir y publicar, en un volumen, sus recuerdos de Rubén Darío.

El contenido del proyecto pasó por varias etapas. Primero iba a ser sólo una colección de cartas y versos de Rubén Darío. Después se amplió con poemas de Darío dedicados a J.R.J. y poesías de éste para R.D.

El proyecto final, cuyo bosquejo dejó escrito el propio J.R.J., comprende también los ensayos del poeta andaluz sobre Darío intitulados:

“Rubén Darío”; “Rubén Darío Español”, con la reproducción de los poemas españoles de R.D. (como “Elogio de la seguidilla”, “Cosas del Cid”, “La gitanilla”, “Al Maestre Gonzalo de Berceo”, “Salutación del optimista”, “Al Rey Oscar”, “Cyrano en España”, etc.; “Con Rubén Darío en Savannah”; Cartas, esquelas y críticas”; “Contra y por R.D.” , y  “Versos, críticas, dedicatorias de poemas y libros de J.R.J. a R.D.”.

Lea además: Mujeres en la vida de Rubén Darío. “Inés despertó en mí los primeros deseos sensuales”, revela el poeta fue su primer amor

En el libro, publicado por la Fundación Juan Ramón Jiménez, su editor, Antonio Sánchez Romeralo, agregó varios apéndices no previstos en los proyectos de contenido preparados por J.R.J.

Estos son: Cartas de J.R.J a Rubén Darío, “Fuentes de mi escritura, Un apunte en el tercer R.D., Una carta de J.R.J. al Director de El Sol, La donación de J.R.J. a la Fundación Hispánica de la Biblioteca del Congreso en Washington, Poema de Antonio Machado y  Alerta (lectura 2ª).

Todos estos apéndices tienen que ver con Rubén Darío y es muy pertinente que se hayan añadido al proyecto de Juan Ramón Jiménez.  Finalmente, el volumen se cierra con Notas a “Mi Rubén Darío”, y “Notas a los Apéndices”.

Tal es el valioso contenido del libro cuya reseña intentamos. Ahora, conviene referirnos brevemente al propio Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura 1956, y su admiración, desde su temprana juventud, por nuestro Rubén Darío.

Juan Ramón Jiménez fue el benjamín de la llamada Generación del 98, a la que pertenecieron otros poetas más maduros que compartieron su devoción y respeto por la obra renovadora de Darío, como Antonio y Manuel Machado, Ramón del Valle-Inclán y Jacinto Benavente, entre otros, siendo Jiménez el más modernista de todos.

El propio Jiménez ha contado, en diversas ocasiones y de maneras distintas su encuentro con Darío.

“Un día recibe en Moguer una tarjeta postal de Francisco Villaespesa llamándole hermano e instándole a ir a Madrid a luchar por la poesía”.

La tarjeta también la firmaba Rubén Darío. El joven Jiménez cuenta la alegría, la excitación que le produjo recibir esa invitación: “¡Rubén Darío! Mi casa blanca y verde se llenó toda, tan grande, de estraños espejismos y ecos májicos. El patio de mármol, el de las flores, los corrales, las escaleras, la azotea, el mirador, el largo balcón de quince metros, todo vibraba con el nombre de Rubén Darío. ¡Qué locura, qué frenesí, qué paraíso!”.

Juan Ramón Jiménez fue a Madrid y allí encontró y conoció a Rubén Darío: Fue el primer contacto personal entre el joven discípulo y el Maestro. Para entonces, J.R.J. había leído varios poemas de Darío que lo deslumbraron y lo asombraron por su estilo innovador.

Rubén Darío. LA PRENSA/Archivo

Dice Antonio Sánchez Romeralo que J.R.J. “vio siempre y vio bien, la belleza cordial humana del Maestro y la grandeza literaria de su obra”, y agradeció la amistad con que le honró Darío cuando era él “un muchacho que quería ser poeta” y Darío “un poeta maduro en la riqueza de su obra”… “conmueve esta devoción, esta ejemplar fidelidad de Juan Ramón Jiménez –joven, maduro y viejo- al que fue gran maestro de nuestra lengua para todos los que vivimos en ella”.

El propio J.R.J. describió aquel primer encuentro de esta manera: “cuando yo vi a Rubén Darío no pensé nada sobre él, no me pareció bien ni mal. Yo lo aceptaba como era”. Darío, de copa alta y levita, reunido con Villaespesa, Valle-Inclán, Ricardo Barajo y Juan Ramón Jiménez. “Los poetas y artistas lo rodeaban, lo mimaban, lo trataban como a un niño grande y extraño. Los más jóvenes lo buscaban, Villaespesa le servía de paje y yo lo adoraba desde lejos”.

Darío también sintió un gran afecto por aquel joven y triste poeta andaluz, a quien le dedicó un soneto en el que le dice, en el terceto final:

“¿Y las voces ocultas tu razón interpreta?
Sigue, entonces, tu rumbo de amor. Eres poeta.
La belleza te cubra de luz y Dios te guarde”.

Darío escribió su poema “Torres de Dios”, a manera de dedicatoria, para la primera página del ejemplar de sus “Prosas Profanas” que obsequió a Juan Ramón. También consagró literariamente a J.R.J. cuando sobre su poesía escribió: “He aquí un lírico de la familia de Heine, de la familia de Verlaine, y que permanece no solo español, sino andaluz, andaluz de la triste Andalucía”… “En todo libro de Jiménez hay una diríase sonrisa psíquica, llena de soledad melancólica que da el anhelo de lo imposible, antigua enfermedad de soñador”.

La sección “Los cisnes y otros poemas”, de “Cantos de Vida y Esperanza”, está dedicada a Juan Ramón Jiménez.

El tiempo daría toda la razón a Darío. Juan Ramón Jiménez, con su singular obra, ocupa un lugar prominente en el conjunto de la poesía española, al punto que se afirma que “sin la voz de J.R.J. se oscurecería la poesía española contemporánea”. En su poesía, “la alegría y la pena son gemelas, como las orejas de Platero”.

El libro de J.R.J. más destinado a la perennidad es, sin duda “Platero y yo”, considerado como una “elegía andaluza”. Juan Chabas juzga que: “de Platero y yo” trasciende una suave, honda y tierna melancolía hacia todo lo que alude a ser más bueno, más pacífico y más puro cada día. Es un libro hondo para mayores, aunque lo disfruten los niños”.

En su última etapa como poeta, J.R.J. fue despojando a su poesía de cualquier abalorio en su búsqueda de la poesía pura.


Juan Ramón Jiménez,  Premio Nobel de Literatura en 1956

Poeta español, autor de la celebrada obra “Platero y yo” (1907-1914), escrita en una extraordinaria prosa poética, lo que le mereció elogios y permanecer en el pedestal de la literatura iberoamericana.

Nacido en Moguer, Huelva, un 23 de diciembre de 1881 y fallecido en San Juan, Puerto Rico, un 29 de mayo de 1958. Ante la crisis de la Guerra Civil, de su país, se vio obligado a marcharse a exilio, viviendo por temporadas en Estados Unidos, Cuba y finalmente en Puerto Rico.

Sus obras destacan por su marcada influencia del modernismo y del mismo Rubén Darío de quien fue su amigo de época y discípulo, luego por su prosa poética.

Autor de: Rimas (1902), Arias tristes (1903),  Baladas de primavera (1910), Sonetos espirituales (1914), entre otros títulos, luego incursiona con Diario de un poeta recién casado (1917), Ciego ante ciegos (1933); y en su exilio con La estación total (1946), Romances de Coral Gables (1948) y Animal de fondo (1949), entre otros. Su obra es reconocida por el Premio Nobel de Literatura en 1956.

Cultura

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