No goza de la popularidad de Hernaldo Zúniga, tampoco la de Luis Enrique. Pero está detrás de todas las canciones de Humberto Peralta, mejor conocido como El Robótico y de más del 60 por ciento de las pistas musicales utilizadas en las parodias del comediante JR.
“Tal vez han escuchado canciones nacionales hasta de cumbias que las he hecho yo, pero como (los artistas) no te mencionan, nadie te conoce”, cuenta entre risas Josué Vargas Ramos, de 25 años, conocido como Doctore Beatz. Es músico, compositor y arreglista nicaragüense.
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Si tuviese que recordar el lugar donde la música inició a tomar forma en su cabeza, Vargas diría que fue en una iglesia ubicada en el barrio Nueva Vida, en Managua, donde tocaba el piano. Cuando tenía 10 años, dice, se reunía con su vecino para imitar canciones del rapero dominicano Redimi2 y del artista cristiano Manny Montes y grabarlas por “hobby”. Con el piano que tocaba en la iglesia, Vargas también hacía pequeños instrumentales improvisados.
“Agarrábamos una grabadora vieja que tenía el papá de mi vecino, poníamos el piano y empezábamos a hacer las composiciones y grabarlo en casete porque para entonces no teníamos computadora”, recuerda.
Uno de los mejores productores de música urbana en Nicaragua
Artistas y cantautores nacionales han referido en reiteradas ocasiones que hacer música en Nicaragua es difícil y además, caro. Sin embargo y pese a la actual crisis sociopolítica que atraviesa el país, Vargas es la excepción de la regla, pues vive al 100 por ciento de sus producciones musicales.
Para el artista nicaragüense El Robótico, lo que está haciendo Vargas es digno de admirar. “Él está viviendo de la música a pesar de la situación del país. El muchacho está vendiendo sus pistas en internet y está generando dinero”, aseguró.
Según el Robótico, Vargas es considerado “uno de los mejores productores de música urbana que tiene Nicaragua” y, según afirma, su trabajo ha hecho que “poco a poco muchos artista de otros países lo van conociendo”.
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“Él me produjo un disco completo en 2015”, destacó El Robótico, quien da fe de que Vargas ha “aprendido todo de forma empírica”.
Un “oído empírico”
Vargas culminó la secundaria en el Colegio Nueva Vida, en 2015. Jamás estudió una carrera profesional. Todo, dice, lo aprendió de forma empírica y con la ayuda de su tío, Daniel Ramos. “Nunca tuvimos el dinero para que me pudieran meter a una escuela, pero sí a puro oído empírico me pude formar”, cuenta. “Lo que más me ayudó fueron los cursos en línea y la experiencia que adquirís con la práctica y el tiempo”, dice.
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En una ocasión, cuenta, un reguetonero conocido como Kalibre llegó a su casa, en Nueva Vida, a buscar a su tío para que le hiciera una pista. “Mi tío cuando lo recibió le dijo: yo estoy haciendo mis pistitas pero lo he dejado, el que es monstruo (bueno) en eso es mi sobrino”, recuerda. “Lo buscaban a él (tío), pero como él no estaba en lleno en eso, lo hacía yo”, agrega Vargas.
En esa ocasión, Vargas no dudó ni un segundo en mostrar sus habilidades a Kalibre, quien después de verlo procedió a llevar al joven a un estudio llamado Colmax, ubicado en la colonia Máximo Jerez, en Managua. “El primer estudio que pisé”, dice.
Fue en ese estudio que Vargas pulió sus habilidades para pistear. A partir de ese momento, Vargas empezó a practicar, conocer a otros artistas, empezó a tocar puertas en otros estudios y a participar de actividades musicales para radios locales en algunos departamentos del país. Siempre trabajando para otros.
Durante esos viajes, Vargas conoció a un amigo que en 2016 decidió instalar un estudio de grabación. Entonces Vargas vio la oportunidad de producir su propia música, un sueño que no había podido lograr por falta de dinero. Sin embargo, tiempo después, su amigo decidió quitar el estudio e irse del país.
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“Cuando pasa eso yo intento reanudar a hacer instrumentales en el barrio. Empecé a comprar mis cosas. Poco a poco me fui haciendo de amigos, alianzas, gente de fuera y produje un montón de pistas”, cuenta Vargas, quien todavía no tenía su propio estudio.
Venta de pistas por internet
Desde 2017, Vargas empezó a sacarle provecho a sus producciones a través de internet. Fue un amigo quien lo convenció de crear un canal en Youtube y posteara las pistas que tenía. Así lo hizo.
“Yo no le creía, pero como tenía ahí unos instrumentales, empecé a subirlos y me funcionó”, resalta Vargas, cuyo canal en Youtube ya supera los 26 mil suscriptores y donde oferta sus pistas a precios que oscilan entre los 20 y los 30 dólares. “Siempre trato de subir unas cinco pistas a la semana”, dice.
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Además, Vargas cuenta con un canal en Beatstar, una de las principales plataformas de ventas de pistas a nivel mundial, que el año pasado lo reconoció como “uno de los principales productores de reggaeton/dancehall en la plataforma” y uno de los artistas a seguir en 2020. Sus ganancias durante 2019 en esta plataforma superaron los 23 mil dólares.
Además de la venta de pistas por internet, Vargas trabaja directamente con artistas nacionales y de otros países como Estados Unidos y Francia.
Su mayor logro: “salir del barrio”
Hace año y medio Vargas asegura que logró “salir del barrio” y ahora vive con su esposa en el residencial San Miguel, Nueva Vida, donde también instaló su propio estudio de grabaciones.
Asegura que ese ha sido su mayor logro durante su trayectoria, porque considera que “nadie de mis amigos lo ha logrado. Ninguno está haciendo lo que yo hago, es como destacar por hacer algo diferente”.
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Vargas piensa llevar su carrera a otro nivel y este año pretende sacar un álbum musical de al menos 15 canciones de su propia autoría, con el objetivo de “lograr que nos volteen a ver de afuera”.