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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

¿Elecciones bajo sitio?

¿Dejará la Policía que la oposición ejerza ese derecho a reunirse y marchar que le confiere la Constitución?

Este recién pasado jueves 23 de enero, llegando al hotel Maracas, situado en el barrio Bolonia de Managua, me sorprendió el fuerte destacamento policial desplegado a lo largo de la calle: al menos tres patrullas policiales y quizás una veintena de antimotines con sus escudos y armas de reglamento. ¿La razón?: Adentro, en el salón, estaban alrededor de 80 activistas del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), quien me había invitado a dar una charla sobre mi reciente libro Buscando la tierra prometida (Historia de Nicaragua 1492-2019).

Yo felicité a la concurrencia por la honra de ser tan temidos, porque esos despliegues de fuerza, ante un evento académico y pacífico, delataban no solo la naturaleza represiva de la tiranía —cosas así jamás ocurren en democracias— sino el gran temor que esta tiene a quienes aspiran a ser libres.

Terminado el evento, algunos de los muchachos concurrentes desplegaron al salir una bandera azul y blanco. Ese fue el detonante para que los antimotines, bajo el mando del exjefe de Relaciones Públicas, comisionado Fernando Borge, arremetieran con violencia llegando hasta las puertas del hotel. El periodista Wilih Narváez, del Canal 10, fue derribado a golpes por intentar gravar el incidente.

Una pregunta que se mi vino ante el proceder policial fue: ¿Podrá haber elecciones libres si no se levanta este estado de represión? Porque unas elecciones, por definición, implican candidatos que presentan sus plataformas o proclamas ante muchedumbres normalmente grandes; tanto así que requieren de espacios abiertos a los que la gente llega caminando o en caravanas de vehículos.

¿Dejará la Policía que la oposición ejerza ese derecho a reunirse y marchar que le confiere la Constitución?

Difícilmente. Ortega, después de la explosión de abril del 2018, tiene terror a perder las calles. Tanto es el miedo que sus antimotines tienen instrucciones de no permitir la más mínima expresión de presencia opositora al aire libre. Su ordenanza es que no marchen ni un paso; que se cerque o rodee cualquier lugar donde haya más de una docena de opositores reales o sospechosos de serlo; que, si es posible, ni se asomen a las ventanas. Y para esto están gastando recursos cuantiosos manteniendo de día y de noche patrullas y policías en rotondas, vecindades de iglesias, etc.

Es difícil pues, esperar, que este dictador acorralado, que tiene kilómetros de barricadas alrededor de su vivienda, que se desplaza con centenares de escoltas, y que le tiembla a unos cuantos muchachos o muchachas en las calles, permita la libertad de movilización, indispensable en elecciones. Lo que hace pensar que puede ser más difícil, aún, que se arriesgue a volver a la llanura a través del voto.

El autor lo es del libro Buscando la tierra prometida, Historia de Nicaragua 1492-2019.

Columna del día Crisis en Nicaragua elecciones archivo

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