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La única solución

Hay un consenso amplio, nacional e internacionalmente, sobre la forma de recuperar nuestra libertad y nuestra democracia para luego perfeccionarla, mejorar en todo y prosperar. Fuera de algunos pocos “cabezas calientes” o “imaginativos quiméricos”, la inmensa mayoría coincidimos en que la solución es pacífica y electoral, y que, además, para ganar esas elecciones en noviembre de 2021, la oposición deberá acudir unida en una sola casilla electoral.

Para participar en esas elecciones la oposición requiere, como condición indispensable, garantías de que serán libres, honestas, transparentes, con un tribunal confiable y ampliamente observadas nacional e internacionalmente, lo cual implica hacer reformas a la Ley Electoral.

El organismo que puede aprobar las reformas electorales es la Asamblea Nacional, que está controlada por el Frente Sandinista con sus diputados leales al gobierno de Daniel Ortega. Por consiguiente, es necesario que Daniel Ortega y Rosario Murillo accedan a celebrar elecciones libres. ¿Lo querrán hacer?

En mi opinión, deberían quererlo porque de no celebrar elecciones en noviembre de 2021 o celebrar elecciones que no cuenten con la credibilidad internacional, los haría permanecer en el poder empeorando las circunstancias en que están ahora. No creo que como familia, la situación de los Ortega Murillo sea fácil ni agradable.

Quizá a Daniel, quien vivió muchos años preso o en la clandestinidad, en la lucha guerrillera, y después gobernando un país en la miseria y en guerra civil durante la década de los 80, no le afecte mucho continuar como está, gobernando un país por la fuerza usando represión y miedo, con la mayoría en contra, con una economía débil y frágil, aislado políticamente nacional e internacionalmente, acusado por los organismos internacionales de derechos humanos, con pocos países respaldándolo mientras ven qué le pueden sacar de provecho y viviendo en jaula de oro. Su familia no puede llevar una vida normal, sin temor, y su nombre y legado están cada vez más lejos de la admiración que una vez tuvo ante tantos que hoy lo condenan.

Pero Daniel, normalmente, no debe pensar solo en él. Ya no es un hombre joven con buena salud. No sabe si vivirá o no un nuevo período presidencial completo en el que se imponga por la fuerza, y debe pensar qué pasará con su familia cuando falte. Las lealtades no suelen mantenerse cuando la presión económica aprieta, ni sobreviven al caudillo si no hay un sucesor con suficientes raíces y atractivo en sus bases. Y no lo hay.

Una salida pacífica y electoral, con garantías de seguridad para él y su familia, es lo que más le conviene. Aunque las pierda, el costo será mucho menor que el de quedarse a la fuerza. No solo para él y su familia, sino para su partido que continuaría participando como una fuerza política en la vida nacional; incluso para el ejército y aún para la policía.

Pero no sé si este razonamiento será el de Daniel Ortega o de Rosario Murillo. Por eso son necesarias las presiones, para salvar a Nicaragua, salvar la economía nacional, salvar la paz, el progreso y el futuro de cada nicaragüense. Presiones para lograr elecciones libres. Presiones internas cuya factibilidad es muy reducida por la enorme represión existente. De allí que sean necesarias y más efectivas las presiones internacionales.

La oposición ha pedido apoyo internacional, y el mundo ha respondido presionando al gobierno. Pero los gobiernos amigos que respaldan a la oposición —que hasta ahora, por asuntos meramente circunstanciales y sin que nadie los haya elegido, ha estado representada por la Alianza Cívica y la UNAB— le han dado un mensaje claro: “Cuenten con nuestro apoyo pero con una condición; formando una Coalición Nacional sin exclusiones, integrando a todos los sectores opositores, incluyendo a los partidos políticos”.

Es que a los gobiernos amigos les importa quién va a gobernar en el futuro, y por eso quieren una oposición unida y balanceada. Les preocupa que sectores sandinistas dominen la UNAB y controlen parte de la Alianza, equilibrados solo por la presencia de los empresarios privados. Saben que para negociar las reformas electorales y ganar las elecciones se necesita de la unidad total incluyendo a los partidos opositores. Es la única solución.

El autor es abogado y comentarista político.
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

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