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El torpe capricho de matar a LA PRENSA

Si la versión impresa de LA PRENSA llega a desaparecer, Nicaragua sería el primer país del mundo sin periódicos impresos. Una torpeza con sello Ortega Murillo

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LA PRENSA

A ojos de cualquier lector, es evidente que a este diario, LA PRENSA, cada día se le hace más difícil sacar su edición impresa. Ediciones flaquísimas, generalmente en papel bond, a veces en papel satinado, a veces de un tamaño y otras de otro, hablan de que este periódico se está agarrando de lo que puede para mantener viva su edición impresa. No es como decía alguien por ahí que las reservas de papel de LA PRENSA son inagotables, sino que se trata de un condenado a muerte luchando por su vida, alargando su agonía para encarar, tanto como pueda, a su verdugo.

Verdugo

Si LA PRENSA está muriendo en su versión impresa, no es de muerte natural. Hay un verdugo. Tiene nombre y apellidos. A ver si me doy a entender. Existe actualmente un proceso natural de agonía de todos los impresos en el mundo. En unos países más rápido que en otros. Hasta ahora, sin embargo, en ningún país del mundo han desaparecido por completo los impresos. Pero aquí en Nicaragua, a la natural enfermedad que trajo la llegada de la información electrónica, a los problemas económicos que como país pobre cargamos, le añadimos un verdugo desalmado que se encaramó sobre el enfermo, ha prohibido que le llegue cualquier alimento y medicina, y por el contrario trata de apretarle el cuello para que muera lo más rápidamente posible.

Anormal

Señores y señoras, esta es otra anormalidad con sello Ortega Murillo. LA PRENSA debería estar imprimiéndose, a pesar de todos los problemas antes mencionados, en su rotativa y en papel periódico, como lo dicta su propia naturaleza. Pero el régimen de Daniel Ortega ha impedido arbitrariamente, desde hace año y medio, que este periódico tenga acceso al papel que trae para su elaboración. Son bobinas de papel periódico que están retenidas en Aduana por una sencilla razón: sirven para hacer este diario. Si fuese papel para empacar o para imprimir un diario oficialista no habría tal secuestro porque no hay ni una sola razón legal para ese abuso.

Dictadura

No es, pues, un asunto de impuestos o de trámites. Es un capricho político. Hasta torpe si se quiere. Si este diario no puede usar el papel que compra es porque el régimen de Daniel Ortega pretende que ningún nicaragüense, ni los opositores ni los indiferentes ni sus simpatizantes, se informen a través de LA PRENSA. De tal forma que para sobrevivir LA PRENSA y el diario Hoy ahí se van imprimiendo en retazos, sobrantes, resolviendo cada día, pero en cualquier momento pueden dejar de salir porque no ajustará el papel que se consigue. Y Nicaragua pasará a ser el primer país del mundo sin periódicos impresos. Cortesía de la dictadura.

Bajo fuego

Si miramos hacia atrás, veremos el reguero de cadáveres de medios de comunicación que han venido matando o limitando. Pregúntese cómo se informaba usted hace dos años y cómo se informa ahora. Probablemente en la mañana veía el programa de Jaime Arellano o Danilo Lacayo. Ya no existen en el cable. Se informaba con Cien por ciento Noticias. Tampoco está. Leía El Nuevo Diario, QHubo, Metro o el semanario Confidencial. ¡Ya no existen! Muchas radios que usted oía han desaparecido del dial. Estamos, insisto, ante una labor de exterminio de las voces independientes. Y si bien es cierto algunos medios han encontrado nuevas formas para expresarse y han nacido otros nuevos medios, la capacidad hacer periodismo en Nicaragua está bajo fuego.

Derechos

Si desaparece LA PRENSA en su edición impresa perdemos todos. No se trata solo de la pérdida de puestos de trabajo. No es solo que cientos administradores, distribuidores, voceadores, agentes y vendedores perderíamos el trabajo, que ya es una tragedia para muchos hogares. El problema es mucho mayor. Se trata de la negación, como política de Estado, del derecho que todos los ciudadanos tenemos a difundir y recibir información. Estamos ante un grupo mafioso que pretende que los ciudadanos se informen solo a través de lo que ellos dicen. Una sociedad uniforme que no le conviene a nadie, ni siquiera a quienes aplauden cada cierre de medio independiente.

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