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Juigalpa: un poco de historia

La historia de Juigalpa podemos dividirla en tres escenarios, un antes de Guillermo Rothschuh Tablada, un presente y un pos Guillermo Rothschuh Tablada.

1. Primer escenario. Nuestro Juigalpa, ciudad, pueblo provincia, era en la década de los treinta y cuarenta del siglo pasado, una comunidad de cuatro mil habitantes, eminentemente rural, dedicada a la ganadería y un poco a la agricultura, con apego a sus tradiciones muy conservadoras, católica, muy religiosa con diferencias de clases bien marcadas. En el vértice, la aristocracia formada por ganaderos y comerciantes. En medio una clase obrera integrada por zapateros, sastres, barberos, carpinteros, albañiles, talabarteros, etc. En la base los plebeyos constituidos por empleadas domésticas y otros servicios.

Juigalpa era considerada una prolongación de Granada, las mejores haciendas estaban en poder de granadinos. Un granadino de la Calle Atravesada se vanagloriaba de tener una hacienda ganadera en Chontales. Un aristócrata de Juigalpa expresaba con mucho orgullo que había estado en Granada. “Visité y almorcé en Club Social de Granada, en compañía del ilustre ciudadano de la Gran Sultana”, (mencionaba el nombre).

Escolio. “Nuestro Club Social tiene canje con el Club Social de Granada”, y para ampliar el panorama, la Alcaldía Municipal con un personal de cuatro o cinco funcionarios, incluyendo la empleada del servicio, era una Alcaldía sin planificación, visión, misión y objetivos, donde no cabían cien, sino mil años de soledad. Esta situación despierta la inspiración en el joven profesor Guillermo Rothschuh Tablada, quien con mucha visión y sensibilidad poética expresa que “Juigalpa es una vaca echada a quien los perros ladran sin lograr levantarla”. La metáfora no tiene intención peyorativa, sino crítica. Una metáfora que se volvió clásica en nuestro ambiente literario.

2. Segundo escenario. Guillermo Rothschuh Tablada graduado muy joven en la Escuela Normal Franklin Delano Roosevelt, exalumno de profesores españoles: Carlos Desena y Beltrán Díaz, entre otros, llegaron a Nicaragua como resultado de la Guerra Civil Española. El Gobierno de la época los acogió y responsabilizó de la educación normal. La labor fructífera de estos profesores produjo una pléyade de jóvenes y brillantes profesores y la modernización de la Educación Normal en Nicaragua.

En Juigalpa, el profesor Rothschuh Tablada se desempeñó como maestro de educación primaria, inspector departamental y como director del Instituto Nacional de Chontales Josefa Toledo de Aguerri. En su labor docente implementó, hasta donde le fue posible, un nuevo y moderno concepto de educación, letras, ciencias, artes. El método científico constituyó su prioridad. Esto generó un choque ideológico entre la educación tradicionalmente conservadora y la nueva metodología educativa. En uno de los salones del INCh colgó un pensamiento que decía: “En este centro de cultura se preparan hombres para la vida democrática porque es el fin de los pueblos cultivados”.

El pensamiento del profesor Rothschuh Tablada generó conciencia en la juventud de la época. La sociedad juigalpina conservadora lo criticó por los periódicos y la radio. Se le tildó de comunista marxista-leninista, ateo, etc. En Juigalpa se produjo una mini revolución cultural de resonancia nacional. Se acordó para Juigalpa una nueva Diócesis. La jerarquía eclesiástica de los años setenta del siglo pasado, negó Catedral para la misa de cuerpo presente del profesor Gregorio Aguilar Barea.

Rothschuh Tablada se defendió de forma brillante. La razón, la lógica y el razonamiento científico fueron sus armas. Los libros eran su fortaleza. En una de sus defensas intercaló una metáfora que condensaba de manera poética la situación del momento: “Somos la amapola roja en la enredadera verde”. Esta expresión influyó en su nombramiento como director del Instituto Nacional Ramírez Goyena, a la edad de 26 años.

3. Tercer escenario. Lo podemos proyectar en la Juigalpa actual, con una población de 100 mil habitantes, cinco sucursales bancarias, cuatro plazas taurinas, muchas macro y microfinancieras, diversos recintos universitarios, donde se pueden estudiar casi todas las carreras que ofrecen los planes de estudios universitarios nicaragüenses. Monseñor Bernardo Hombach dijo que Juigalpa se convertiría en un nuevo Mercado Oriental. Profecía hecha realidad.

Me permito una pequeña digresión. Para el profesor Rothschuh Tablada, “chontaleñidad es tener conciencia de nuestras prioridades. Agua, educación y salud”. Yo agregaría, chontaleñidad es tener conciencia de nuestro Gran Lago, no permitiendo que se haga lodo, como afirmó el insigne Jaime Incer Barquero, también chontaleño. ¿Qué haría Juigalpa con una mayor población sin el recurso del agua del Gran Lago? Carecemos de aguas superficiales, no tenemos aguas subterráneas. La Juigalpa del siglo veintiuno vive un desorden planificado.

El bosquejo lo podemos resumir de la siguiente manera: Primer escenario. “Juigalpa es una vaca echada”. Segundo escenario. “Somos la amapola roja en la enredadera verde”. Tercer escenario. El centro de Juigalpa es una copia del Mercado Oriental.

El autor es exdirector del Instituto Nacional de Chontales, miembro del Clan Intelectual de Chontales.

Opinión Juigalpa archivo
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