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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

¿Y si no hay elecciones libres?

¿Qué podría preverse tras unas elecciones ganadas por el orteguismo sin observación externa y sin haber satisfecho los estándares internacionales mínimos? U

Es importante anticipar los posibles escenarios que Nicaragua experimentará en los próximos años, sobre todo aquellos que tienen las más altas probabilidades de ocurrir. Uno de ellos sería el causado por la muy posible negativa de Ortega a permitir el tipo de elecciones libres que demandan el país y la comunidad internacional. Porque el dictador sabe bien que en comicios libres es casi seguro que perdería el poder. Su popularidad no solo está golpeada, sino que tiende a menguarse, más aún con una economía estancada y sujeta a sanciones. A los ojos del pueblo no tendrá que ofrecer más que pobreza y desempleo. Es cierto que una oposición dividida podría darle cierta esperanza de victoria, pero, aun así, bastaría con que una facción de ella tuviese la posibilidad de conquistar el veinte o treinta por ciento de los votos, para nublar su optimismo. Es un riesgo que no correrá.

Ortega no aceptará elecciones donde perderlas signifique poner en peligro su seguridad personal y su fortuna. Por eso no vaciló en matar a centenares y no ha dado, hasta la fecha, ningún indicio de que aceptaría el componente más importante de una elección verdaderamente libre: la observación internacional. No es el único, pero sí el que más teme; más aún después que vio lo que le costó a Evo Morales.

Una combinación de extraordinarias presiones internas y externas podrían quizás abrir las puertas a una verdadera elección, pero solo si fuesen acompañadas de alguna fórmula de transición que asegure al dictador cierta impunidad y conservación de privilegios. Las primeras solas no bastan. La segunda, aunque pudiese ser práctica, sería impopular pues contraría el clamor de justicia.

¿Qué podría preverse tras unas elecciones ganadas por el orteguismo sin observación externa y sin haber satisfecho los estándares internacionales mínimos? Una, primera, sería la mayor ilegitimidad del régimen. Esta no la amortiguaría ni la participación de zancudos en los comicios, como no lo amortiguó en el caso de Maduro, ni, si fuese el caso, la participación de la verdadera oposición. Esta sería la primera en denunciar las anomalías y no se quedaría tranquila, lo que nos llevaría a otra consecuencia segura: la sangre. Pues, aunque quizás sea difícil que vuelva a producirse un estallido como el del 2018, serían inevitables algunos episodios violentos y la represión extrema. Luego vendrían más sanciones y la profundización de la crisis económica. Peor aún, este panorama legitimaría las voces de quienes, viendo cerradas las vías cívicas, concluyan que solo queda someterse al tirano o combatirlo con las armas. En cualquier caso, sería un escenario negro que perjudicaría a todos; al pueblo, a los empresarios, al ejército, y al propio gobierno.

El autor también lo es del libro Buscando la tierra prometida, Historia de Nicaragua 1492-2019.

Columna del día elecciones libres Nicaragua archivo

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