Agradecer al “Comandante” es casi una regla de oro para la gran mayoría de los partidarios de Daniel Ortega. Le dan las gracias por una calle adoquinada, por un parque color rosado, por una escuela, por un hospital; casi, por la vida. Pero esa “generosidad” del dictador no existe. Inclusive, ahora los partidarios atacan a opositores que recurren al Estado para obtener un servicio público y exigen para “el Comandante” las gracias.
Al respecto, economistas y sociólogos explican que del bolsillo de Ortega no sale ni un córdoba para construir las obras por las que se lleva los aplausos; estas, principalmente, son financiadas por el Presupuesto General de la República,que en un 90 por ciento depende de los impuestos de todos, sin distinción política.
Y si se toma en cuenta que las encuestas por años han dado un respaldo a Ortega del 38 por ciento de la población nicaragüense, eso significaría que realmente son los recursos de los que no comulgan con el sandinismo los que son utilizados para beneficiar, entre otros, a los seguidores del partido de gobierno, por lo que las “gracias al comandante” no tiene fundamento.
Pero, ¿por qué los fanáticos orteguistas creen que todo se lo deben al dictador? Hay varias formas de responder a esta pregunta. Desde la perspectiva del sociólogo Óscar René Vargas, en el país impera una cultura política que, independientemente del gobierno que esté en el poder, la población cree que le debe agradecer por las obras de desarrollo. No saben o no piensan que el dinero viene de los impuestos de todos los ciudadanos, ellos incluidos.
El sociólogo explica que grandes proyectos de infraestructura como el caso del paso a desnivel en Las Piedrecitas generan en la población una percepción de desarrollo, aunque la pobreza, según estimaciones del Banco Mundial sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto, podría haber aumentado en más de tres puntos porcentuales entre 2016 y 2019. La gente destaca esas construcciones como un logro de Gobierno, pero desconocen sobre el préstamo que se realizó para finalizarlo, el cual deberá ser pagado con los impuestos de la misma población.
Es parte de un discurso infundado
Sin embargo, el sociólogo Cirilo Otero disiente de Vargas, y asegura que el pensamiento de los fanáticos de Ortega está ligado en cumplir con la directriz ordenada por la vicepresidenta Rosario Murillo, enfocada en mantener un discurso repetitivo de agradecimiento a Ortega y a ella misma, precisamente, para elevar su perfil. Esto es común en los funcionarios de gobierno, que siguen el guion para mostrar a una pareja dictatorial como benefactores de un pueblo desprotegido.
Pero hay otro grupo de personas que no son trabajadores del Estado, y les agradecen con vehemencia, pero no por una cultura política, sino por “las migajas” que han recibido, explica el sociólogo Otero. Para él este discurso de gratitud responde a la estrategia de comunicación del régimen.
Vargas también considera que existe una combinación del atraso cultural de la población, expresado en factores como el nivel educativo y la tasa de analfabetismo (hasta 2017 el 20 por ciento de la población mayor a diez años era iletrada), más la propaganda dirigida a ciertos sectores que viven en pobreza.
“Ellos aprovechan esa cultura política de atraso que hay en la población, con todo el discurso de repetir que gracias al comandante y la señora Murilllo se hacen las cosas, entonces, repiten, y repiten, y eso no deja de tener un efecto en la población, en una población atrasada culturalmente”, expresó Vargas.
El peso de los impuestos
Según el economista Adolfo Acevedo, entre 2011 y 2018, en promedio, el 92.7 por ciento del Presupuesto de Gastos del Gobierno, incluyendo a todos los ministerios, poderes del Estado, entes autónomos presupuestados, y transferencias presupuestarias, se financió con la recaudación fiscal.
Dicho peso recae sobre las empresas, los asalariados y los consumidores, explica el economista. El 7.6 por ciento restante se financió con donaciones y préstamos. “Los servicios públicos son financiados por la ciudadanía a través de la tributación fiscal. No son un regalo o dádiva de los servidores públicos”, expresó. De este presupuesto también se define el gasto destinado para atención sanitaria.
Sin embargo, pareciera que estos datos son desconocidos para un fanático que a inicios de febrero acosó al líder estudiantil Lesther Alemán, cuando este se vacunaba contra la fiebre amarilla, en el Complejo Nacional de Salud Conchita Palacios. El hombre arremetió contra el estudiante, le dijo que el Ministerio de Salud (Minsa) no cobraba por estas vacunas como en gobiernos anteriores, que sus padres trabajaban para el Estado, que él era “malagradecido”, y que si Ortega fuera un dictador él ya no estuviera vivo.
Alemán le contestó que ejercía su derecho a la salud, y le aclaró que sus padres trabajaban para la empresa privada, no sin antes confirmarle que Ortega si es un dictador. Para el economista Luis Murillo, garantizar ese tipo de políticas de salud pública es una obligación de los gobiernos, pero el problema fundamental es que se ha creado una cultura donde se cree que todos los pseudos beneficios de la ciudadanía se lo deben a una persona que está en el poder, y eso no es cierto, “eso sale de nuestro presupuesto, pero además establecen políticas públicas (la reciente reforma fiscal) que nos están afectando”, expresó.
“Nada hay que agradecerle al gobierno porque esa es su obligación. La obligación no solamente del señor Ortega sino de todo el conglomerado de ministros y funcionarios de gobierno es dar servicio al pueblo y el pueblo no tiene por qué agradecerle, porque para eso se le paga, y se le paga muy bien”, expresó Otero.
Pero ni por los “200 córdobas” se merece las gracias
Los integrantes de la Juventud Sandinista que son acarreados a las movilizaciones orteguistas, a veces, reciben algún pago. Sin embargo, ni este dinero proviene de Ortega concuerdan los analistas consultados. Para Murillo, estos salen de los recursos públicos. “Nunca se ha sacado de su bolsa-Ortega-, todo lo ha hecho lesionando la parte de la institucionalidad del país”, expresó.
Otero considera que existen dos instancias de donde pueden financiar a los fanáticos orteguistas, como el presupuesto destinado a la Presidencia de la República, que carece de fiscalización porque “la Contraloría (General de la República) ni pasa por la acera”, y las otras fuentes, serían las alcaldías, principalmente, la de Managua.
Para el economista Acevedo, si el presupuesto se financia en más del 90 por ciento con los tributos que pagan los nicaragüenses, “tenemos el derecho de que los recursos de la recaudación fiscal nos devuelvan bajo la forma de servicios públicos de creciente cobertura y calidad”.
“Como contribuyentes debe interesarnos que la carga de los tributos que financian el presupuesto se distribuya entre todos los ciudadanos por parejo y de manera justa, y que los recursos que se recaudan se utilicen de manera correcta, para el máximo beneficio de todos” destacó.
Inclusive Ortega, que durante el 2008 y hasta el 2017, logró amasar más de 4,000 millones de dólares cooperación, de los cuales más del 60 por ciento los destinó para invertir en negocios privados, entre compra de hotel, de canales de televisión, así como un lucrativo negocio en el mercado de los carburantes.
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