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Rosario Murillo, Nicaragua, LA PRENSA. noticias, diario, Pedro Joaquín Chamorro

Rosario Murillo con Ignacio Briones Torres, Pedro Joaquin Chamorro Cardenal y otros periodistas en la casa del periodista. LA PRENSA/ ARCHIVO/ DIGITALIZACIÓN DE YURY SALVATIERRA

El paso de Rosario Murillo por el Diario LA PRENSA

Durante una década trabajó en LA PRENSA como secretaria de la dirección y fue muy bien tratada

Inteligente. Intelectual. Poetisa. Amable. Trabajadora. Eficiente. Pero también mandona y con un aspecto informal. Esos eran los rasgos que mostró Rosario Murillo durante los casi 10 años que trabajó en el Diario LA PRENSA, entre 1968 y 1977.

Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el director del periódico, permitió que una Murillo de 18 años de edad, embarazada de su segundo hijo Rafael, fuera su secretaria porque era perfecta para el puesto. Educada en Nicaragua, Inglaterra y en Suiza, Murillo manejaba el inglés y escribía muy rápido en la máquina.

Chamorro Cardenal le dictaba los editoriales y ella los anotaba en taquigrafía. Luego, con rapidez, los transcribía en la máquina de escribir para que después fueran revisados por el director y seguidamente se mandaran a imprimir.

“En LA PRENSA ella tuvo una escuela. Todo su esquema de comunicación lo aprendió en el periódico. Absorbía el periódico increíblemente, la forma en que se combatía a Somoza, cómo Pedro Joaquín Chamorro atacaba a Somoza y cuál es la forma de hacerlo. Ahora ella intuye cómo van a atacar a su gobierno y cómo contrarrestarlo”, explica el periodista Filadelfo Alemán, quien fue compañero de labores de Murillo.

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En los últimos 13 años, cuando Murillo ha fungido como secretaria de comunicación y ciudadanía del gobierno de su esposo, Daniel Ortega, no se ha comportado como la persona cercana que fue con el diario.

El director del periódico, Jaime Chamorro Cardenal recuerda que en el 2007, cuando Ortega regresó al poder, a como se hace con cada gobierno, y como se dijo que Rosario Murillo era la encargada de comunicación del nuevo gobierno, se le pidió una cita para que el jefe de Redacción del periódico, Eduardo Enríquez, se reuniera con ella y hablaran sobre cómo serían las relaciones entre el diario y el gobierno.

Murillo aceptó, pero luego se echó para atrás.

Enríquez recuerda que el día que se iban a reunir, él tuvo una emergencia y cuando después se le buscó ella rechazó la reunión.
Chamorro Cardenal rememora que Murillo dijo, tras rechazar el encuentro: “No quiero hablar. Si fuera con don Jaime sí”.

Hasta hace poco, Murillo mantuvo más de 70 semanas retenidos en Aduana los insumos con que se imprime este Diario.

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Para el dueño del periódico, Jaime Chamorro Cardenal, es Murillo quien habría estado detrás de ese bloqueo. “Me imagino que ella (Murillo) tiene que ver con este embargo, porque ella es la que maneja la información”, dice Chamorro, quien después confirmó que la orden de liberar los insumos efectivamente fue de Murillo.

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En 1968, Chamorro Cardenal se quedó sin secretaria y a Murillo la recomendó para el puesto un psiquiatra que era amigo de los padres de ella, Teódulo Murillo y Zoilamérica Zambrana. Se quedó con el cargo.

Llegó embarazada de su segundo hijo Rafael. El periodista Annuar Hassan, quien después fue su segundo esposo, la recuerda así: “Era muy bonita, muy bonita y sobretodo muy modosa. Sus gestos, su sonrisa, amabilísima”.

Lo de amable lo confirma el periodista Filadelfo Alemán, quien dice que lo era con todo mundo.

Rosario Murillo y Ernesto Cardenal, cuando ella era secretaria de Pedro Joaquín Chamorro y Pablo Antonio Cuadra en LA PRENSA. LA PRENSA/ ARCHIVO/ DIGITALIZACIÓN DE YURY SALVATIERRA

Recibía y enviaba la correspondencia, atendía las llamadas de Chamorro Cardenal y del subdirector Pablo Antonio Cuadra. Les llevaba la agenda. “Hacía todo lo que le corresponde a una secretaria”, dice alguien que trabajó con ella.

“Era la persona que filtraba las visitas de políticos al doctor Pedro Joaquín Chamorro, y de poetas y artistas a don Pablo Antonio Cuadra”, dice el periodista Ernesto Aburto, quien también fue compañero de labores de Murillo en LA PRENSA.

La oficina de ella estaba en medio de las de Chamorro Cardenal y Cuadra.

Aburto recuerda cuando él llegó a buscar trabajo a LA PRENSA tras quebrar el semanario La Nación, donde laboraba. “Rosario tuvo la gentileza de anunciarme y hacerme pasar rápidamente con Pedro Joaquín Chamorro, quien me llevó por los escritorios de la Redacción para demostrarme que no había un solo espacio vacío para mí. No obstante, me pidió un currículum”.

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Aburto se fue de vacaciones una semana y cuando regresó lo habían llamado de LA PRENSA. “En la antesala del despacho encontré a Rosario Murillo bastante molesta. Qué barbaridad, me dijo. ¿Dónde andabas metido? El hombre me ha puesto loca buscándote. Pasá que te está esperando”, recuerda Aburto.

En LA PRENSA y fuera de ella, cuenta Aburto, a cierta gente Rosario caía mal por su carácter mandón y su aspecto informal, no tan acentuado como ahora. “A mí me caía bien. Me gustaba su poesía cargada de ritmo, sentimiento, simbolismo y metafísica. Una vez, a pleno sol de mediodía, le cambié una llanta ponchada de su Datsun 120 Y de color anaranjado luminoso, y la llanta de repuesto que saqué de la cajuela abriéndome paso entre libros, revistas y suplementos literarios, andaba igualmente baja, pero podía rodar hasta la gasolinera más cercana”, dice Aburto.

“Como de la familia”

Cristiana Chamorro, hija de Pedro Joaquín y de Violeta Barrios de Chamorro, indica que Murillo fue “respetada”, “bien recibida” y “con un lugar” en LA PRENSA.

Chamorro recuerda que era como una política de su padre tratar a todos los trabajadores del periódico como si fueran “de la familia” y Murillo recibió las mejores atenciones.

En 1976, recuerda Chamorro, Murillo cayó presa nueve días y todos los días estaba Chamorro Cardenal atenta a ella, que se le llevara comida.

Además, Murillo pertenecía a un movimiento cultural que se llamó Gradas, y en LA PRENSA se le abrieron las puertas para que desarrollara ese movimiento, publicándole la poesía y otros escritos.

Uno de los momentos difíciles de Murillo en esa época fue la muerte de su niño de dos años de edad, que había procreado con el periodista Annuar Hassan, durante el terremoto de 1972 que destruyó Managua. Y en esa ocasión los Chamorro Barrios no fueron diferentes con ella. Jaime Chamorro Cardenal explica que su hermano Pedro Joaquín y su cuñado Carlos Holmann fueron con ella a quitar los escombros para sacar el cuerpo del niño.

Cristiana Chamorro la recuerda en casa de sus padres, y a su madre Violeta dándole cariño. “Mi mamá la consolaba y le puso unas colchas”, rememora Chamorro.

En los años setenta, cuando el ahora esposo de Murillo, Daniel Ortega, estaba preso en las cárceles de otra dictadura, la somocista, desde LA PRENSA Pedro Joaquín Chamorro apoyaba la liberación de todos los reos y en las páginas del mismo aparecían las huelgas de hambres y todas las actividades que se realizaban en pro de las liberaciones.

Por último, cuando Rosario Murillo tuvo que ir al exilio, en 1977, los Chamorro Barrios la recomendaron con unos amigos en Panamá, donde estuvo dos meses hasta que pudo reunir a su familia y luego asentarse en Costa Rica.

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COMENTARIOS

  1. Hace 3 años

    Era atractiva pero su alma se volvió perversa lo cual se refleja en su rostro.

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