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El poeta de la revolución perdida

Ernesto Cardenal Martínez falleció este domingo 1 de marzo a los 95 años de edad. Él fue una de las figuras más representativas y celebradas de la poesía y la literatura nicaragüense en el mundo.
La obra de Ernesto Cardenal, en la que sobresalen Epigramas, Salmos, Oración por Marilyn Monroe, el Estrecho Dudoso, Homenaje a los Indios Americanos, el Evangelio de Solentiname, Canto Cósmico y La Revolución Perdida (una de las tres partes de su trilogía autobiográfica), son piezas maestras de la poesía y la literatura hispanoamericana traducidas a por lo menos 20 idiomas.

El fallecimiento de Ernesto Cardenal es sin duda una gran pérdida para Nicaragua. Tan grande es la dimensión de su obra que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha decretado duelo nacional por su muerte. Pero es un falso duelo oficial, pues la dictadura reprimió a Ernesto Cardenal hasta en sus últimos días y lo hizo aún después de muerto, en su velorio público asediado policialmente. Antes le impuso una multa judicial impagable para él, como represalia porque la denunció vigorosamente en Nicaragua y ante el mundo.

En el ámbito de lo político e histórico la obra principal de Ernesto Cardenal es La Revolución Perdida, en la que reflexiona sobre su participación en la Revolución Sandinista de 1979 a 1990, en la que fue ministro de Cultura.

En este campo, la vida y actividad de Ernesto Cardenal fue muy controversial. No solo por las diferencias y pugnas de poder que lo llevaron a enfrentarse en los años ochenta con Rosario Murillo, quien presidía la poderosa Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura (ASTC) y desde esta pretendía mangonear las políticas culturales de la Revolución Sandinista. Sobre todo Cardenal fue controversial por su afiliación a la denominada Iglesia Popular, opuesta a la Iglesia católica, que lo llevó a la desobediencia sacerdotal por la cual el papa Juan Pablo II le impuso una sanción eclesial, que solo le fue suspendida hasta el año pasado por el actual papa Francisco.

Cardenal creó y predicó el llamado Evangelio de Solentiname, fundado en la idea de que el reino de Dios debe ser construido en la Tierra por y para los pobres, por medio de una profunda transformación revolucionaria. A partir de esa idea creía posible fusionar el cristianismo con el marxismo, pues según él ambas doctrinas tienen las mismas raíces e iguales propósitos socialistas.

Ernesto Cardenal justificó prácticamente todos los actos de la Revolución Sandinista. Absolutamente todos. Si acaso habría hecho algunas críticas a errores y cuestiones secundarias. De hecho, lo que separó a Cardenal del FSLN y personalmente de Daniel Ortega y los demás comandantes de la revolución, fue la apropiación abusiva que estos hicieron, con la llamada “piñata sandinista”, de cuantiosas propiedades y bienes del Estado y de personas particulares, después de la inesperada y contundente derrota que sufrieron en las elecciones del 25 de febrero de 1990.

Descanse en paz Ernesto Cardenal Martínez.

Editorial Ernesto Cardenal Poeta archivo
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