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falso templo, Dios, UNAB

Si el Nazareno llegase a la Asamblea Nacional

Seguramente hoy el Nazareno diría que la Asamblea ha sido convertida en una cueva de ladrones, y repartiría látigo

Si Jesús de Galilea, el Nazareno, fuese hoy a la Asamblea Nacional ¿qué le diría a los diputados donde se invoca el nombre de su papá? Olvídense de Sandino, teósofo, liberal y anticomunista.

Según textos en griego del siglo primero de nuestra era que provienen del arameo oral de la región, después de su ejecución, el recién resucitado Jesús se le apareció a una mujer seguidora de sus enseñanzas. Ella lo reconoció y le creyó, y de prisa fue a decirlo a los varones del círculo, que por temor a represalias, persecución, cárcel y muerte, estaban reunidos en clandestinidad. No se percató que ella sería desplazada por ser mujer. Los discípulos no habían frecuentado la escuela de los colores pasteles, ni habían sido iluminados por la luz de la señora de los anillos, la del 50 por ciento en virtud de una hija entregada.

Imaginen entonces a Jesús en vida en lo que quedaba del templo de Salomón –el primer templo– destruido por los babilonios en el siglo sexto antes de nuestra era, reconstruido por Herodes el Grande –el segundo templo–, destruido nuevamente por los romanos en el año setenta de nuestra era. En el momento del Jesús de los restos del primer templo, estaba ocupado por cambistas, prestamistas y vendedores de ilusiones, los de las aves para el ritual de expiación de los pecados y otros animales de sacrificio. No recuerdo bien.

Imaginen ahora a la Asamblea Nacional, una de las sucursales de falso templo local después de su derrumbe por voluntad de los que rechazamos la esclavitud, esa que nos pretende imponer la pareja de falsos profetas con sus legiones de guardianes, los reclutados desde el interior, adiestrados para odiarnos a modo de la EEBI.

Seguramente hoy el Nazareno diría que la Asamblea ha sido convertida en una cueva de ladrones, y repartiría látigo. No estoy cierto de sus palabras textuales allá en lo que quedó del primer templo, ni de donde obtuvo el látigo, solo hago referencia a la tradición. Cueva de ladrones, eso fue lo que dijo en arameo, y después lo mataron por incómodo. Y no fueron los romanos, los ocupadores imperiales, sino los del poder local por temor a una insurrección y a su destronamiento.

Resultó sin embargo que Jesús no estaba interesado más que en la salvación de las tentaciones del poder terrenal, y en la construcción de una sociedad mejor y justa. ¿Dónde? Ni idea, pero dicen que dijo que los que no llegasen a ella irían eternamente a la gehena.

Los que no son ladrones en la cueva de la Asamblea, renuncien a la misma, ahora. O como buenos creyentes del dinero y de sus privilegios, quédense.

Siempre hay hipócritas y oportunistas, y no solo en esa cueva.

El autor es doctor en Derecho

Columna del día Asamblea Nacional Jesús archivo

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