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Muere Ernesto Cardenal: “Epigramas”, los versos de “amor y odio” del poeta nicaragüense que marcaron a varias generaciones de latinoamericanos

El recién fallecido sacerdote, poeta y revolucionario nicaragüense se dio a conocer con un compendio de poemas breves, en los que combinó el desconsuelo del amor no correspondido con el fuego interno del activismo político.

“He sido poeta, sacerdote y revolucionario”, dijo en 2012 Ernesto Cardenal, el icónico sacerdote nicaragüense fallecido a los 95 años en Managua este domingo.

Esos tres aspectos de su vida –los versos, la fe y el compromiso político– fueron también inseparables en su obra literaria, que abarcó casi seis décadas.

Considerado por muchos como uno de los grandes poetas nicaragüenses, entre sus escritos se destacan “Salmos”, “Oración por Marilyn Monroe”, “Oráculo sobre Managua”, “Cántico Cósmico”, “Telescopio en la noche oscura”, “La hora cero” e “Hijos de las estrellas”.

Fue, sin embargo, con “Epigramas” cuando se dio a conocer como poeta; un compendio de versos cortos, escritos entre 1950 y 1957, antes de que ingresara en el monasterio trapense de Gethsemaní, en Estados Unidos.

Son una expresión lírica y franca de amor y anhelo -los primeros poemas dirigidos a una mujer en particular- pero mezclada con política y comentario social contra el régimen de los Somoza en Nicaragua.

En ellos plasmó en breves palabras sus amoríos y luchas políticas a los que él se refirió como versos “de amor y odio”, cuyos apartes son de los más citados, memorizados y recitados en América Latina.

Ernesto Cardenal leyendo de su libro "Salmos", en 1980
Entre su poesía más destacada se encuentra “Salmos”, de 1964. BBC/Getty Images

Simpleza

Fátima Villalba, joven escritora nicaragüense que ahora vive en México, explica a BBC Mundo la primera vez que entró en contacto con los Epigramas, en la escuela secundaria.

“Para quienes no lo conocíamos, nuestra generación -tengo 25 años- fue una poética muy distinta a la que estábamos acostumbrados“, cuenta.

“En esa etapa de transición hacia la adolescencia te encuentras con esas vetas simples y hermosas de poesía”.

En el primer Epigrama, Cardenal corrobora lo que señala Villalba.

“Los he escrito sencillos para que tú los entiendas”, le escribe a Claudia, a quien identifica abiertamente como objeto de sus versos, cosa que hace consigo mismo también:

“… No quedará nada para la posteridad / sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia”.

Cardenal recibe el Permio Pablo Neruda de Literatura Iberoamericana en 2009, flaqueado por la presidenta Michelle Bachelet y la ministra de Cultura, Paulina Urrutia.
Entre varios reconocimientos internacionales, Cardenal recibió el Permio Pablo Neruda de Literatura Iberoamericana 2009, presentado por la ministra de Cultura, Paulina Urrutia (izq.) y la presidenta Michelle Bachelet. BBC/Reuters

La revelación personal está en la tradición de los poetas romanos Catulo y Marcial, comenta el también poeta y escritor nicaragüense José Adiak Montoya.

“Son los poemas más representativos, los que más se acercan a uno porque son los que se relacionan más a la juventud”, dice a BBC Mundo. “Es un Ernesto enamoradizo, un Ernesto que revuelve esas dos cosas que tiene la juventud que son el amor y la rebeldía“.

Su entrega es total pero, ante el amor no correspondido, Cardenal delata su desconsuelo:

… de nosotros dos tú pierdes más que yo: / porque yo podré amar a otras como te amaba a ti / pero a ti no te amarán como te amaba yo“.

A pesar de que es un hombre el que le escribe esas líneas de desamor a una mujer, Fátima Villalba encuentra cómo relacionarlo a su propia experiencia.

“El romance de que tú eres el que pierde más se repite en diferentes contextos de tu vida y no deja de tener vigencia“, opina la escritora. “Me alimenta y puedo jugar con ese verso como si estuviera de ese lado”.

Erenesto Cardenal y Claribel Alegría
Dos grandes de la poesía nicaragüense: Erenesto Cardenal y Claribel Alegría. BBC/Getty Images

Amor y resistencia

Cardenal canaliza su frustración amorosa y un cierto rencor hacia Claudia en acción contra el régimen represivo de Somoza. “Yo he repartido papeletas clandestinas, / gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD!“.

Para José Adiak Montoya ese es el paralelo entre la pasión amorosa y la pasión de resistencia. “Las dos cosas van de la mano. No puede haber amor donde no hay libertad y esa libertad le permite a uno ir donde quiere, hacer lo que quiere siempre con respecto y preocupación por los otros”.

Los versos de pasión y desafío también se convirtieron en acción, con su participación en la rebelión de abril de 1954, recuerda Adiak Montoya.

“Cardenal, con su poesía rebelde, siempre ha sido un poeta que ha tomado riesgos”.

Y también fue profético. En uno de los epigramas sobre Somoza que desvela una estatua de él mismo en un estadio que lleva su nombre, Cardenal escribe: “… yo sé que el pueblo la derribará algún día“.

Es exactamente lo que terminó sucediendo el 19 de julio de 1979, con el triunfo de la Revolución Sandinista que derrocó el régimen somozista. “El pueblo mismo la destruye porque la odia, tal como lo escribió sucedió en la vida real”, indica Adiak Montoya.

Su poesía queda como un testimonio histórico de una época en la que había una congruencia entre su obra y los que apoyaron la Revolución Sandinista, expresa el escritor Adiak Montoya.

“Lamentablemente hay situaciones repetitivas con personajes nefastos de los cuales no hemos podido salir”, manifestó, aludiendo al criticado gobierno actual de Daniel Ortega en Nicaragua, con el que Cardenal también fue crítico.

“Una situación contra la que Ernesto luchó hasta su último día”, agrega.


 

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