Los restos del poeta Ernesto Cardenal fueron enterrados hace unos minutos en Solentiname en una ceremonia que los organizadores de su último adiós, adelantaron para evitar ataques de turbas orteguistas como los ocurridos el martes pasado en su misa de cuerpo presente en la Catedral de Managua.
La ceremonia fue íntima y casi en secreto, pues se había informado que los restos serían depositados hasta mañana sábado.
Las cenizas del padre Ernesto Cardenal fueron trasladadas muy temprano a la isla Mancarrón, en el archipiélago de Solentiname, donde lo esperaban los comunitarios para rendirle un homenaje lleno de poesía, música y videos que recuerdan su legado humanístico y poético.
Se esperaba que el homenaje iniciara a las 4:00 de la tarde de este viernes y el sábado se celebre una misa a las 9:00 de la mañana. Pero todo fue hecho hace unos minutos. El poeta fue enterrado al lado de sus hijos espirituales, que son Alejandro y Donald Guevara, Elvis Chavarría y Laureano Mairena. También está sepultada ahí la madre de los hermanos Guevara, Olivia Silva.
Una fuente cercana a la familia expresó que la llegada de Cardenal a la isla provocó la transformación de la misma. “Hubo un antes y un después”, dijo muy triste.
Se esperaba para la ceremonia a toda la comunidad de Solentiname, que está integrada por unas 1,200 personas y población de las islas aledañas. Pero también Rosario Murillo había amenazado con que sus “hermanos” esperarían al poeta en la isla para darle el último adiós, lo que fue interpretado como una amenaza de seguir profanando el homenaje al cura que se había declarado opositor.
Cardenal fundó en la década de los setenta una comunidad contemplativa en Solentiname, a los originarios les enseñó sobre pintura, escultura y arte. Su huella sigue viva en la memoria y los corazones de los comunitarios. El poeta nació en Granada el 20 de enero de 1925, y falleció el domingo, a las 3:06 de la tarde, en el Hospital Vivian Pellas, tras cuatro días internado por problemas respiratorios. Finalmente, el corazón del poeta dejó de funcionar.
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La exequias de Cardenal fueron empañadas en Managua por las turbas orteguistas, quienes se tomaron la Catedral en la misa de cuerpo presente del poeta de corte internacional y galardonado con varios premios. Los orteguistas asediaron la misa en todo momento, gritaron consignas políticas y ofensas a los amigos, familiares y población en general que había llegado a despedirlo.
Al final de la eucaristía, las turbas sandinistas acosaron a quienes acompañaban el féretro de Cardenal, incluyendo a la poeta Gioconda Belli. Una vez que se fue la mayoría de asistentes, los turberos orteguistas arremetieron contra periodistas independientes, a quienes golpearon y robaron.