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¿Están locos?

Es la pregunta que se hace, fuera y dentro del país, sobre los Ortega Murillo tras su desconcertante reacción ante el coronavirus. Porque han hecho todo lo contrario de lo que manda la lógica, la prudencia elemental, y las normas internacionales. En lugar de cerrar las puertas a los turistas, probables transmisores, les abren las puertas de par en par, en lugar de evitar las aglomeraciones las provocan, etc, etc. El miércoles 18 se anunció el primer caso del virus en Nicaragua, pero esto no detuvo al día siguiente simulacros de terremoto, y la consiguiente participación de multitudes en el Complejo Judicial, la Alcaldía, y el Hospital Militar. Tampoco provocó el cierre de escuelas o restricciones al turismo. La pareja gobernante parece no tener límites en su capacidad de exhibir, ante su pueblo y el mundo entero, la forma irracional e irresponsable con que gobiernan.

Quizás, al momento de la publicación de este artículo, la pareja haya recapacitado y revertido algunas de sus temerarias políticas. Si no lo han hecho es criminal, o simplemente malévolo. Si lo han hecho es tarde. Estadísticas tras estadísticas, demuestran que las incidencias letales del virus son mucho menores en los países que han tomado temprano las debidas precauciones, y mucho mayores en los que han reaccionado lentamente, o sin la debida contundencia. A Nicaragua sus gobernantes le han recetado esta última categoría. Esto significa que cuando la crisis se agudice habrá causado muchísimas más muertes de las que podrían haberse evitado actuando de otra manera. Su conducta es la verdadera antítesis del amor. Pues la esencia de este es cuidar, o proteger, a la persona amada. Igual que la primera obligación de los gobernantes es velar por la seguridad y vida de sus ciudadanos.

¿Qué explica entonces esta conducta irracional y a todas luces dañina de los Ormu? Ignorancia no es, porque la semana pasada, conscientes del peligro, sacaron a sus nietos del elitista colegio Alemán. Pero esto no cuadra con el hecho de que hayan mantenido abiertas las escuelas públicas. ¿Será, clasismo, insensibilidad social, o simplemente locura?

Que sea algo de esto último es altamente probable. La evidencia de conductas irracionales lleva, necesariamente, a dudar de la racionalidad, es decir, del sano juicio, de sus protagonistas. La persona que actúa como loca probablemente lo sea, aunque en mayores o menores dosis. El psiquiatra Scott Peck, autor del libro People of the Lie (Gente de la mentira), habla de la neurosis del “pensamiento mágico”, la tendencia, en algunas personas, a creer que sus pensamientos causan ocurrencias o producen realidad. Los mensajes de la Sra. Murillo, saturados de frases de amor, solidaridad y bendiciones, parecieran encantaciones mágicas con las que ella cree, o quiere creer, que se exorcizará la epidemia. Por eso quiere que la vida siga igual, jubilosa, bochinchera, con multitudes celebrando juntas e indiferentes al peligro. Y para que las palabras hagan efecto hay que repetirlas muchas veces, por eso su verborrea es interminable, repetitiva y cargada de adjetivos. Por eso sus centenares de árboles de metal y sus docenas de anillos, collares y atuendos discordantes. Hay un mundo misterioso, oscuro y mágico, detrás de todas esas extravagancias.

Al lado de la señora Murillo está su marido, el que rara vez da la cara, pero comparte con ella el afán por desafiar las reglas o los convencionalismos, típico síntoma de viejos adolescentes. Por eso ha irrespetado tantas veces al cuerpo diplomático y vive violando las reglas de protocolo. Había pues que no sujetarse, “plegarse”, a las directrices de la OMS (Organización Mundial de la Salud) o imitar a otros países, “burgueses” o sin personalidad. Comparte también con ella la práctica sistemática de la mentira, la cual contribuye a crear un universo fantasioso que, a veces, terminan creyendo.

Lo ocurrido en Nicaragua es señal, por lo demás alarmante, que el país está regido por una pareja alienada, o divorciada de la realidad. Una que, además, ha demostrado su insensibilidad al sufrimiento. Han matado a centenares y ahora están en vías de causar la muerte a miles. Pero hay un consuelo. Una pareja así no puede durar mucho. La irracionalidad se vuelve contra sus adeptos.

El autor lo es del libro buscando la tierra prometida. Historia de Nicaragua: 1492-2019.

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