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Primarias pasan a segundo plano

Hace dos semanas cuando escribí mi último artículo sobre las primarias norteamericanas, temas de política –incluyendo las primarias— eran los más seguidos en Estados Unidos. Desde ese entonces, sin embargo, la apocalíptica crisis del coronavirus y sus secuelas económicas, se ha catapultado al primer lugar en la Unión Americana hasta tal punto que casi nadie habla de las primarias. A pesar de esto, quien gobernará a Estados Unidos a partir del 20 de enero del 2021 sigue siendo importantísimo. Por ende, a continuación los pondré al día sobre cómo andan las primarias y lo que auguran para las convenciones de los dos grandes partidos.

En primer lugar, aclaro que el presidente Donald Trump repetirá como el candidato de los republicanos. También es altamente probable que el vicepresidente Mike Pence será su fórmula aunque ha habido tres casos cuando un presidente norteamericano ha cambiado de fórmula. El más reciente en hacerlo fue Franklin Roosevelt, que tuvo tres diferentes fórmulas las cuatro veces que se postuló para la Presidencia.

Por el lado de los demócratas, la situación se ha aclarado mucho. Después de súper martes y las primarias del 10 y 17 de marzo, el exvicepresidente Joe Biden ha consolidado su posición como el favorito para ganar la nominación de su partido. Fue el vencedor en 19 de las 24 primarias desde su contundente triunfo en Carolina del Sur el 29 de febrero. Y muchas de estas victorias han sido por amplios márgenes como ocurrió en la Florida el martes pasado. En ella obtuvo el 62 por ciento de los votos contra solo un 23 por ciento para Sanders.

Hasta la fecha, Joe Biden tiene 1,184 de los delegados repartidos en las primarias. Esto es igual al 59 por ciento de los 1991 delegados que necesitaría para ganar la nominación de su partido en la primera votación en la Convención. Para alcanzar esta cifra mágica, Biden solo tendría que ganar el 46 por ciento de los delegados restantes. Esto está bien por debajo del porcentaje que “Uncle Joe” —a cómo muchos llaman a Biden— ha obtenido hasta fecha. El camino para Sanders es mucho más difícil. Él necesitaría ganar el 63 por ciento de los delegados todavía en juego, algo que es prácticamente imposible.

La pregunta del momento es cuánto tiempo seguirá su campaña Sanders. El candidato socialista está bajo una enorme presión por parte de los maharajás demócratas de terminarla a fin de unificar al partido alrededor de un solo candidato. En la política estadounidense, esto normalmente se daría a cambio de ciertas concesiones al programa de Sanders en la plataforma o “programa de nación” de los demócratas, algo que es nada más que un “saludo a la bandera”. Más importante es ofrecerles a los líderes jóvenes del movimiento Sanders cargos atractivos en la campaña de Biden y/o posiciones en su administración, en el caso de que Biden ganase la elección.

Viendo los resultados de encuestas bocas de urna, Biden está prevaleciendo porque es visto como alguien más moderado que Sanders y con más experiencia para gobernar a un país que enfrenta serios problemas. Además, los votantes consideran que tiene una mayor probabilidad de derrotar al presidente Trump, el objetivo más importante para sus correligionarios. A Biden le fue especialmente bien con los votantes afrodescendientes, con los mayores de 40 años y las mujeres con educación universitaria viviendo en los suburbios. La fuerza de Sanders ha estado entre los votantes jóvenes y entre los latinoamericanos del Oeste.

Debo de mencionar que Biden se ha comprometido llevar a una mujer como su fórmula. No es la primera vez que esto pasa, Sarah Palin acompañó como su vicepresidente a John McCain en 2008. Pero de ganar Biden, sería la primera vez que una mujer ocupase un cargo tan alto en los Estados Unidos.

Antes de concluir este ensayo, regreso al tema de la coronavirus. La pandemia ya se está haciendo sentir en todos los estados. A mediados de la semana pasada, el número de casos se duplicó en cuestión de dos días, y ahora hay más de 16,300 afectados y más de 220 muertos. Y esto es solo la punta del iceberg. Para contener a esta plaga, el gobierno federal —y, sobre todo, los gobiernos de los estados y municipios— han cerrado escuelas, restaurantes, bares, cines, hoteles y hasta las fronteras con Canadá y México. Los deportes a todos los niveles se han cancelados y las iglesias, sinagogas y mezquitas también han cerrado sus servicios al público aunque algunos se están transmitiendo por televisión y digitalmente. Por el Covid-19, seis de las primarias se han postergado. Y el sector privado está paralizado desde los mayores manufactureros de vehículos hasta los pequeños negocios de barrio. Este es el “nuevo normal” en Estados Unidos

¿Cuán grande será la secuela socioeconómica del coronavirus? La respuesta la dio el secretario del Tesoro, Stephen Mnuchin, quien declaró recientemente que el desempleo podría subir de su nivel actual, 3.5 por ciento, a 20 por ciento. ¡Esta cifra es increíble! La última vez que se alcanzó este nivel fue durante la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. Y una cifra como esta apuntaría hacia una contracción económica muy por encima del 4.5 por ciento que vimos en la Gran Recesión de 2008. Por eso la Bolsa ha caído más del 30 por ciento y ha perdido más de US$10 trillones de su valor.

Y con razón las primarias han pasado a segundo plano.

El autor fue canciller de Nicaragua.

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