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El dolor y el sufrimiento a menudo funcionan como guardianes de la vida, como centinelas que nos advierten cuando el peligro acecha.
Ahora lo hemos vivido. El Coronavirus ha acelerado en nosotros un cierto proceso de reflexión sobre lo que en realidad importa, que es la vida.
Y de pronto gente muere sin despedirse siquiera. Y la plaga que nos parecía distante, ya está aquí entre nosotros y alteró nuestros esquemas.
Pero ante el dolor crecemos, nos hacemos más fuertes, porque como suele decirse, las crisis sacan lo mejor de nosotros y lo peor también.
Sin embargo, me gusta más una frase de Aristóteles, quien afirmó que “la virtud resplandece en la desgracia” y así se ha visto en estos días.
Estoy hablando de la actitud del mundo en general, del mensaje de advertencia de los enfermos hacia los sanos, del esfuerzo de los médicos con los pacientes.
En el ámbito del deporte no es distinto. Aunque muchos se han quedado indiferentes, otros han extendido un brazo solidario y han dicho presente, como corresponde.
Manny Pacquiao, el filipino múltiples veces campeón mundial de boxeo, se ha puesto al frente en su país para llevar ayuda a los suyos en medio de la enfermedad.
Jugadores de las Grandes Ligas han donado dinero para los empleados que se quedaron sin ingresos por la suspensión de la temporada de beisbol.
Al menos hasta el lunes, atletas de las principales ligas de EE. UU. habían donado más de 30 millones de dólares. En Europa se han visto gestos similares de deportistas.
Incluso hay un gesto muy bonito de los jugadores de los Piratas que compraron 400 pizzas y las enviaron a un hospital en Pittsburgh.
Los Yanquis tienen a sus jugadores de Ligas Menores en cuarentena y cada día les pasan a dejar alimentos a la puerta de sus habitaciones.
Y aunque a menudo hay críticas sobre la distancia que existe entre los atletas del más alto nivel y los fanáticos, esta pandemia los ha acercado.
Como nos tiene que acercar a todos para compartir el tiempo que hemos robado a la familia por el trabajo o por el egoísmo que a menudo nos impulsa.
Nadie quiere sufrir, pero el dolor nos hace mejores, nos acerca, y en el deporte se está viendo a pesar del aislamiento. Y ojalá cuando se venza al coronavirus no volvamos a distanciarnos.
Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR