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Su regreso a Nicaragua estaba programado para mayo próximo, pero debido a la situación él quería volver antes, pero no tiene dinero para hacerlo. LA PRENSA/Cortesía

El Covid-19 me dejó lejos de casa. La historia de dos nicaragüenses a quienes la pandemia sorprendió en el extranjero

Danelia Rivera iba a visitar a su hijo a España. Marvin Martínez iba a trabajar a Guatemala. Llegó el coronavirus y no pudieron regresar a sus hogares

Marvin Martínez está a mil kilómetros de su casa en Managua, sin trabajo y con comida para sobrevivir unos cuantos días. No tiene forma de regresar, al menos no por ahora.

Martínez, que es arquitecto, está desde el 13 de febrero en Colotenango, un municipio de Guatemala cercano a la frontera con México. Llegó hasta ese lugar para continuar con su sueño: impartir talleres de pintura, dibujo y escultura. Esto es lo que ha hecho durante los últimos diez años en países como Colombia, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Honduras.

Guatemala forma parte de los más de 170 países y ciudades que reportan casos de Covid-19, una pandemia que ha afectado a más de 500,000 personas y que llevó al presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei, a ordenar la suspensión de las clases y concentraciones y decretar un toque de queda para evitar que el Covid-19 se siga propagando en el país. Debido a estas medidas, Martínez se quedó sin trabajo y sin alimentos. Los talleres que impartía a niños y adolescentes en el Instituto Maya (MAM) quedaron suspendidos y los alumnos dejaron de dar un aporte económico con el que se compraban los víveres, con los que se alimentaba a Martínez. El joven se hospeda en el MAM, junto al director y otros dos profesores más, y la poca comida que les queda fue la que se compró el mes anterior.

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Su regreso a Nicaragua estaba programado para mayo próximo, pero debido a la situación él quería volver antes, pero no tiene dinero para hacerlo.

Imágenes | Estos son los talleres que imparte Marvin Martínez

En el municipio donde está Martínez, hasta el momento no hay casos registrados de Covid-19, según los datos oficiales. Sin embargo, cuenta que las comunidades han tomado medidas, se han aislado y no permiten el ingreso de extraños.

En una situación similar, lejos de su casa está Danelia Rivera. El pasado 4 de febrero cruzó el Atlántico para poder visitar a su hijo, que llevaba más de un año sin ver. Rivera, de 56 años, originaria de Jinotega, está en España, país que después de Italia, reporta la mayor cantidad de muertes.

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Era la primera vez que Rivera, visitaba Europa, el continente que se ha convertido en el epicentro de la pandemia del nuevo coronavirus según la Organización Mundial de la Salud (OMS); y aunque recorrió algunos lugares turísticos y conoció las principales plazas de Sevilla; cuando llegó el avance de la pandemia todo se complicó. “No es fácil estar fuera de casa”, cuenta.

Rivera había planeado estar en España por un mes, pero días antes de su vuelo, las autoridades españolas comenzaron a endurecer las medidas para evitar más la propagación del coronavirus. Cuenta que llamó a las autoridades colombianas y costarricenses para ver qué opciones le podían dar, y catorce días en aislamiento una vez que llegara a esos países, no era lo que Rivera que buscaba, por lo que decidió quedarse mientras la situación mejora. Mientras espera poder tomar un vuelo hacia Nicaragua, Rivera permanece junto a su hijo en una casa en el municipio de Sevilla, donde se reportan 708 personas contagiadas por el Covid-19.

Danelia Rivera conoció algunos puntos turísticos de Sevilla. LA PRENSA/Cortesía

Rivera dice que está bien. Tiene comida, pero le preocupa que la cuarentena que se decretó en el país se extienda y su regreso se prolongue más. En Jinotega, la espera su esposo y sus otros tres hijos, entre ellos, una adolescente que tiene Síndrome de Down y quien es su mayor preocupación. También le preocupa la situación en Nicaragua, donde el gobierno de Daniel Ortega no ha implementado medidas concretas para evitar un brote de Covid-19.

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Desde que se aisló, Rivera ha salido poco, en dos ocasiones. Una vez para ir a un supermercado y otra para ir a una farmacia. Rivera dice que sigue las medidas de prevención ordenadas por las autoridades y pasa en casa con su hijo, lee la Biblia y le ora a Dios. “Soy cristiana, mi fe está puesta en Jesucristo, confío que pronto hará algo grande”, finaliza.

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