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El médico epidemiólogo Álvaro Ramírez tiene 56 años de edad y 36 de experiencia. Fue director nacional de Vigilancia Epidemiológica en Nicaragua. LA PRENSA/ Cortesía

Epidemiólogo Álvaro Ramírez: “En Nicaragua el Covid-19 va a matar más gente que la guerra de los ochenta”

En Nicaragua las cosas no se están haciendo bien y no hay razones para creer que este va a ser el único país del mundo donde la pandemia del Covid-19 se comporte diferente, afirma el epidemiólogo Álvaro Ramírez, exdirector nacional de Vigilancia Epidemiológica.

En estos días el doctor Álvaro Ramírez está seriamente preocupado. Asegura que en sus 36 años de experiencia como epidemiólogo nunca había visto “algo como el Covid-19”. Y eso que como médico ha visto muchas cosas. En los años noventa, por ejemplo, fue director nacional del departamento de Vigilancia Epidemiológica de Nicaragua y le tocó lidiar con la epidemia el cólera, además de varios desastres causados por fenómenos naturales.

Desde Irlanda, donde reside y trabaja desde hace veinte años, ha dado seguimiento a la pandemia del Covid-19. Monitorea las actividades del Ministerio de Salud en Nicaragua y ha escuchado los reportes de Rosario Murillo; pero su experiencia médica y sus propios cálculos matemáticos le indican que los nicaragüenses no tenemos razones para creer que este país será el único en el mundo donde la pandemia se comporte de otra manera.

¿Cómo cree usted que se explica el comportamiento que está teniendo el Gobierno y, en general el Estado, en cuanto al manejo de una posible pandemia de Covid-19 en el país?

Es ignorancia total y desconocimiento de lo que técnica y científicamente es lo mejor para el pueblo de Nicaragua.

Pero con la abundancia de información que hay y teniendo en cuenta que aquí el virus vino tres meses después de aparecer en China, ¿es posible alegar ignorancia?

Tenés que entender que el funcionario promedio del Estado no tiene acceso a bibliografía, ni la cultura de buscar información nueva. Y en el caso de que hubiera alguien brillante, con una claridad de lo que está pasando, no va a ser capaz de sobrepasar el poder de la Rosario Murillo. Ella sabe más que cualquier doctor.

Pero ella también debe tener internet…

No, ella tiene incienso y cartas del Tarot y muñecos de vudú. Ella no se rige por libros, se rige por mandamientos espirituales, esotéricos.

La otra vez usted mencionaba que el Ministerio de Salud posiblemente esté empleando contra el Covid-19 los mismos métodos que se usaban en los años ochenta, para otro tipo de enfermedades.

No, no posiblemente. Ellos están usando métodos que sirven para otro tipo de patologías, métodos que funcionaron bien, como la visita casa a casa. Pero este virus es un virus nuevo. No se conocen bien los mecanismos de transmisión, se propaga rápidamente y hace una propagación exponencial. De dos a cuatro, de cuatro a ocho, de ocho a 16, de 16 a 32, de 32 a 300, de 300 a cuatro mil.

¿Para qué enfermedades se usaron los métodos que el Gobierno está aplicando?

Para enfermedades de menos gravedad. Enfermedades respiratorias agudas, la malaria, el dengue. Incluso en el tema del sarampión funciona muy bien, porque aunque es un virus agresivo la mayoría de la población ya ha estado expuesta y su nivel inmunológico es alto. Con este virus no hay nivel inmunológico. Toda la población de Nicaragua es susceptible. Nadie, nadie, está protegido.

En Nicaragua la enfermedad del Covid-19 se ha convertido en un asunto político, ¿eso es peligroso?

Claro. Mirá, en un procedimiento de preparación antiepidemiológica se hacen los cálculos estimados de la población afectada. Si vos le preguntás a cualquiera de las autoridades de salud cuál es ese estimado de acuerdo al coronavirus, no te lo van a decir. Si les preguntás cuál es el número de materiales e insumos, tampoco lo tienen. Ni de la protección que el personal de salud debe tener.

¿Y eso tiene que ver con la política?

Tiene que ver con el nivel de preparación técnica, el dominio del área antiepidémica y la voluntad política de proteger a los ciudadanos. ¿Pero ellos qué saben hacer? Ah, el huracán Juana. Al huracán lo están viendo, la NASA les está enviando imágenes satelitales de por dónde va caminando. Se hace toda la preparación. Pero a este enemigo no lo están calculando. Esto es peor que una guerra. Esto va a matar más gente que la guerra de los ochenta.

¿Realmente va a ser así de desastroso?

Va a ser muy, muy fuerte, no quiero usar la palabra desastroso, pero bastante cerca de eso. Va a ser muy, muy serio. Están subestimando el poder de este virus. Y te voy a decir una cosa, los primeros que se van a enfermar son los de la Asamblea.

He visto proyecciones de 49 mil posibles muertos por Covid-19 en Nicaragua, e incluso más. ¿Qué dice usted?

Dejame ver… Yo hice unos cálculos para la gente de Panamá. Ahí la tasa de morbilidad se espera que sea de entre el 48 y el 69 por ciento de la población; la tasa de mortalidad puede oscilar del 0.6 por ciento, que se ha visto en países como Alemania, al 6.4. Y ahí estoy siendo bastante conservador. En Nicaragua la tasa de mortalidad puede llegar a un 10 por ciento de la gente que se enferme.

¿Por qué de 10 por ciento en Nicaragua?

Por la propagación, por la falta de control de la circulación de la gente y por el hacinamiento. Porque la gente en los mercados tose y estornuda encima de todo mundo, porque la gente en los autobuses va hacinada. Eso va a incrementar la propagación del virus.

Parece tan apocalíptico que muchos no terminan de creerlo. Les suena exagerado.

Mirá, yo quiero estar equivocado. Te juro que es lo que más le pido a Dios, que yo esté equivocado.

¿Y hay posibilidades de que usted esté equivocado?

No… Lo estás viendo en Estados Unidos, el virus entró apenas hace dos semanas y mirá cuántos miles de casos y muertos. ¿Creés que me puedan quedar dudas? Yo he vivido en España, conozco Italia y conozco la calidad de vida de los italianos. Ahí no hay hacinamiento, ahí no hay barriadas. No hay diez y doce personas en la misma casa de tres por cuatro.

¿El hecho de que exista población rural en el país podría mitigar un poco la expansión del virus?

No. Los pastores y otros religiosos llegados de otros pueblos pueden ser los contaminadores en las comunidades campesinas. O bien los campesinos salen a comprar sus provisiones en los mercados locales, regresan a sus comunidades y ahí están llevando el virus del municipio a los caseríos. Lo van a llevar en las bolsas, en las frutas. Además, la educación en salud y prevención de esta epidemia… no creo que haya habido suficiente tiempo para llegar a las comunidades campesinas más remotas, que van a sufrir más porque están largo de los servicios de salud.

¿Pero los que viven por el río Coco, los que viven en Bosawas?

Es lo mismo. Es lo mismo. Es lo que siempre ha pasado en toda epidemia. ¿Cómo me explicás que en río Prinzapolka, en el año 92, tuvimos una epidemia de cólera con 19 muertos? Tuvimos que entrar en dos helicópteros del Ejército para ayudar a la gente a enterrar los cadáveres y evitar la propagación de la enfermedad. ¿Cómo entró el cólera hasta el río Prinzapolka? Alimentos contaminados. No es una garantía. Además, la mayor parte de la población nicaragüense está hacinada en las ciudades y en los barrios periféricos. Ese hacinamiento es lo que va a disparar los números de neumonía.

¿Los jóvenes tienen razón para sentirse fuera de peligro?

No, este es un virus nuevo y la población total está en riesgo de infectarse y de desarrollar desde la forma leve, un catarrito, una fiebrecita, un dolor de garganta, hasta la forma más severa de la neumonía. Y aun si la persona es joven, su respuesta depende de su capacidad inmunológica, depende de si el joven es fumador. La medicina preventiva, la educación comunitaria, la detención de la circulación del agente patógeno juegan un rol importante en la reducción de la morbilidad, que es el riesgo de enfermar. Pero el riesgo de morir, la tasa de mortalidad, está determinada por la agresividad del virus, la capacidad del huésped para resistir el ataque y la capacidad de los servicios de salud para atender la demanda. Si el sistema no está en capacidad de atender la demanda, la tasa de mortalidad puede ser más alta de lo esperado.

Pues se ha visto que muchos jóvenes andan muy tranquilos precisamente porque son jóvenes.

El problema de esta población es que puede sobrevivir, pero no tiene una responsabilidad social. No está acatando que ellos pueden transmitir el virus y que hay otra gente que es susceptible a complicaciones y que si agarra el virus, se los lleva. La tasa de mortalidad en los jóvenes va a ser menor; pero, vamos, ningún funcionario ha sido capaz de decir cuántos respiradores artificiales tienen. Nadie lo ha podido decir. Todos dicen “estamos preparados”.

Dicen que tienen 19 hospitales listos.

Sí, ¿y? ¿Dónde está el entrenamiento al personal médico sobre cómo vestir y protegerse al personal y al paciente? ¿Dónde está el entrenamiento para manejar un edema pulmonar agudo? Los organizadores de esta respuesta antiepidémica tienen que ser capaces de decirte qué es lo que se va a hacer a nivel de la familia. La familia es la primera línea de defensa ante esta epidemia. Tiene que saber exactamente qué hacer y cuándo acudir o no al centro de salud. Y en esa primera línea de defensa estamos fallando. El paciente que está con catarro debe quedarse en la casa, el niño no puede andar jugando con los otros niños del barrio. En esa educación familiar, ahí es donde se da la verdadera pelea.

¿En ese sentido puede ser útil lo que anda haciendo el Minsa, visitando de casa en casa a la gente?

No. El Minsa anda buscando cuántos enfermos hay y hablando del lavado de manos. ¿Le han explicado a la gente qué hacer si acaso tiene un catarrito? ¿Para dónde agarrar, qué medicamentos tomar, es necesario realmente el diagnóstico de laboratorio? No. Lo que anda haciendo esta gente es aumentando el riesgo de ellos mismos y el riesgo de las familias.

Hay una discusión ahorita, sobre la utilidad de la mascarilla como protección ante el coronavirus, ¿sirve o no sirve?

Sirve, es útil, es importante. Todo el equipo de protección es importante. Yo no veo a un trabajador de la salud atendiendo sin mascarilla, sin guantes, sin gafas protectoras y sin la bata completa. Tiene que estar protegido a sabiendas de que se va a infestar. Pero es que hay tantas inconsistencias en la organización del manejo de esta epidemia… La gente se ha enfocado en los ventiladores, pero la clave del manejo clínico de los pacientes está en la radiografía. ¿Cuántos equipos de rayos x tenemos listos y funcionando en el país? La radiografía va a determinar el nivel de neumonía del paciente. Si es un pulmón, si son los dos pulmones los afectados. Si solo es un pulmón, todavía se puede manejar ambulatoriamente, se le da el medicamento y se le manda a casa para que esté recluido. Mientras menos gente hospitalizás, te va quedando más espacio para los casos graves. Eso no está organizado.

Pero para la gente que no trabaja en un hospital, ¿funciona andar mascarilla? Algunos dicen que no, porque más bien se recoge el virus.

La mascarilla es importante, pero hay que saberla usar. Para ponértela no la tocás de enfrente, solo tocás los elásticos que vas a ponerte en las orejas. Para quitártela, igual, de los elásticos. Ahora, si la mascarilla ya fue contaminada por alguien que te estuvo tosiendo, tenés que cambiártela de inmediato y botarla. La gente anda con la mascarilla por uno, dos, tres días y ahí es cuando realmente la mascarilla en vez de ayudar, te arriesga. El mal uso es el riesgo, no la mascarilla.

¿Hay que cambiarla todos los días?

Todos los días. Y si has estado expuesto, mejor quitátela y ponete una nueva. Si la usaste en la oficina, quitátela inmediatamente después de que salgás y usá una nueva.

¿Sirven las de tela?

Es muy discutible, porque además las tienen que estar lavando y van a propiciar más contaminación. La gente tiende a usarlas más tiempo del necesario. Si la usás dos, tres días y no la has lavado la cantidad de virus va a ser grande. Y además, el virus a través de la tela. No estás lo suficientemente protegido.

¿Ayuda el alcohol gel?

Ayuda, si lo usás con las mismas reglas que tenés que seguir con el lavado de manos. No solo en las palmas, también los ganchos de los dedos y en el dorso de la mano. Reduce la concentración del virus, dependiendo de la cantidad (de virus) que tengás.

¿Es posible tener Covid-19 y ni siquiera enterarte?

Sí. Incluso, esas tosecitas pequeñas; mucha gente anda una tos muy leve y ahí es donde se está transmitiendo. Es lo que pasa si tu sistema inmunitario es fuerte y te entra una cantidad de virus que podés manejar.

¿Podría ayudar a amortiguar el impacto de la epidemia el hecho de que la gente esté tomando medidas preventivas, a pesar de que no ha sido una política de Estado?

Sí, obviamente que sí. Entre más la gente lo haga, más se va a proteger. Es la única manera que el pueblo tiene de hacerlo. Porque estamos disminuyendo el riesgo de enfermar, que es lo que le llamamos morbilidad. Si no hacés nada, un ochenta por ciento de la población se puede enfermar. Si se hace, podés tener una reducción del 30 o 40 por ciento.

¿En cuánto tiempo vamos a ver brotes de neumonía?

Pronto, pronto. Normalmente tarda tres semanas. El miércoles 18 se reportó el primer caso… Dos semanas. En el período de dos semanas la multiplicación exponencial se va a dar más.

¿Usted cree en los números de Rosario Murillo?

Bajo ninguna circunstancia.

¿Qué lo hace desconfiar?

Básicamente el conocer cómo se comporta la epidemia, cómo han crecido los números en los otros países. Pensar que Nicaragua es la excepción es una falsedad. No voy a discutir sobre las razones políticas o personales que la señora pueda tener para ocultar los casos. Mi argumento es técnico: al aparecer el primero y el segundo caso, cuánto se espera según el modelo matemático de la epidemia. Si este país no está siguiendo el modelo matemático, va a ser la excepción en el mundo.

¿Nicaragua estaría en contra de las leyes de la ciencia?

Así es. Del comportamiento epidemiológico de esta epidemia.

¿Nos afecta que haya dos grupos que ven de manera distinta el tema del Covid-19? Hablo de los sandinistas y los azul y blanco.

Cien por ciento. Completamente. La politización y la división política y de intereses de grupos van a afectar la necesidad de una respuesta cohesiva a una epidemia tan peligrosa como esta. Debería haber un comité de emergencia nacional.

¿Cree usted que los sandinistas se han convertido en un sector vulnerable ante el Covid-19?

¡Claro! Porque es el sector que en este momento está en la calle propagando la enfermedad. Encontraron el peor momento para salirse a la calle y son los primeros que se van a infectar y a transmitir la enfermedad por todos lados. Y el costo político, pero sobre todo, el costo de vidas humanas, este país nunca se los va a perdonar.

***

Plano personal

  • Álvaro Ramírez es originario de Managua. Tiene 56 años de edad y 36 de experiencia como médico epidemiólogo. Se ha casado dos veces, está divorciado, tiene ocho hijos y ninguna mascota.
  • Vive en Irlanda desde hace veinte años y ahí tiene su propia clínica de atención del estrés.
  • Le gusta cocinar y bailar salsa. No ve muchas películas y normalmente lee textos científicos. Su mayor pasatiempo es la investigación.
  • En 1986 prestó el servicio militar como médico de guerra, en las zonas de Ocotal, Quilalí y San Juan de Río Coco.
    En 1989 fue trasladado a Estelí para estar a cargo del hospital y de los puestos de salud. Con el cambio de gobierno, se enroló en las fuerzas de las Naciones Unidas para ser director médico en el enclave de San Andrés de Bodoque, Río Blanco. Estuvo a cargo del cuerpo médico de la ONU para la desmovilización de la Contra. “En esa zona se desmovilizaron como dos mil contras”, asegura.
  • El gobierno de Violeta Barrios lo nombró director nacional del departamento de Vigilancia Epidemiológica. Le tocó organizar el sistema de vigilancia y de respuesta para la epidemia del cólera, el maremoto de 1992 y la erupción del cerro Negro. También estuvo en la evacuación del hospital de Estelí cuando Pedrito, el Hondureño tomó por asalto la ciudad, en 1993.
  • Es consultor internacional para respuestas rápidas ante desastres. Ha trabajado en Colombia, Guatemala, Somalia, Etiopía, Pakistán y Afganistán. Actualmente desarrolla un programa de investigación de los efectos del estrés postraumático.
  • Se considera adicto al trabajo, pero solo hasta cierto punto.

La Prensa Domingo

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