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El Incae ante la amenaza del coronavirus

En el editorial de este martes 31 de marzo, titulado “El tirano desnudo”, mencionamos al director del Incae en Nicaragua, Enrique Bolaños Abaunza, quien ante la grave amenaza del coronavirus llamó a enfrentarla con un esfuerzo común de “todas las fuerzas privadas y públicas del país”.

Al mismo tiempo se conoció que el presidente del Consejo Directivo del mismo Incae, Roberto Artavia, presentó un estudio técnico de dicha institución “acerca de cómo la pandemia podría afectar a Nicaragua y la región”.

Advierte el Incae que “la opción de seguir el curso que llevamos puede traer graves consecuencias humanitarias para el país. Sin embargo, Nicaragua aún está a tiempo de tomar las medidas para mitigar ese impacto”. Suponemos que al decir “el curso que llevamos”, el Incae se refiere al incierto y muy poco transparente manejo que el régimen de Daniel Ortega está dando a la crisis actual causada por la pandemia, sembrando confusión e incertidumbre en la población nicaragüense.

De manera didáctica, como corresponde a una institución académica de mucho prestigio nacional e internacional, el Incae resume su estudio en varias consideraciones y propuestas fundamentales muy claras y precisas.

Se trata, dice en primer lugar, de la “creación de conciencia en la población; impulso a un aislamiento más profundo; protección de los más vulnerables; aseguramiento de las cadenas de abastecimientos esenciales; mejoramiento del manejo de los datos de la pandemia; y llegando en el momento oportuno a una reducción estratégica de actividades y tránsito no esenciales por tres semanas”.

Según el Incae, con esas medidas se podría lograr: “Reducir radicalmente el número de personas en riesgo; generar datos y conocimiento local para evitar que la epidemia resurja en el futuro; encauzar la economía para retornar a la normalidad lo antes posible; reducir el impacto sobre el desempleo y la pobreza; y evitar el posterior aislamiento de Nicaragua en el ámbito internacional”.

La propuesta del Incae es excelente, sin duda. Unida a las que han presentado otros sectores de la sociedad civil y académica como la Academia de Ciencias de Nicaragua, el Comité Científico Multidisciplinario y la Asociación Médica Nicaragüense, así como movimientos sociales y partidos políticos de oposición; y combinada con el protocolo que dice el régimen estar ejecutando en la emergencia sanitaria, podría configurar una formidable estrategia de unidad nacional para enfrentar con mejores posibilidades de éxito la amenaza del coronavirus y salir de esta con el menor daño humano, social y económico posible.

El problema es que Ortega no escucha ni atiende consejos de nadie, al parecer ni de sus mismos asesores. Para el extravagante dictador de El Carmen las personas, organizaciones e instituciones que no están sometidos a su control, simplemente no existen y sus ideas y opiniones no son dignas de tomarse en cuenta.

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