Por el coronavirus, la Semana Santa de 2020 en Nicaragua es singular, distinta en sus expresiones formales a todas las anteriores. Pero también y por la misma razón de la pandemia del Covid-19 o coronavirus que está causando estragos en el mundo, en todas partes esta Semana Santa es especial desde cualquier punto de vista, sin precedente en la historia de la Iglesia católica y del cristianismo en general.
En esta ocasión no habrá las celebraciones litúrgicas tradicionales y características de la Semana Santa. El azote de la pandemia del coronavirus en muchos países de la cristiandad, y su grave amenaza en todos los demás, no permite celebrar este año, por ejemplo, las majestuosas procesiones de Semana Santa en Sevilla, España, y en Guatemala, que además de actos de fe son monumentales expresiones culturales.
Ni siquiera los actos estrictamente religiosos, esenciales de la Semana Santa, como la Misa Crismal y la Lavada de los Pies el Jueves Santo, el gran Viacrucis Penitencial del Viernes Santo, la Vigilia Pascual el Sábado Santo y la apoteósica Misa del Domingo de Resurrección, se podrán celebrar como siempre se había hecho.
Mejor dicho, todos los actos rituales de la Semana Santa se realizan en los templos católicos sin la presencia física de los fieles, ni dentro de las iglesias ni en las procesiones. Todo se está haciendo en el interior de las iglesias, celebrado por los obispos y los sacerdotes y los feligreses participando a distancia, por medio de las transmisiones por radio, televisión y las redes sociales.
Esto es insólito. Se conoce que la celebración de la Semana Santa está contenida en principio en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Fue formalizada en el año 325 por el Concilio de Nicea I, pero desde mucho tiempo atrás los cristianos realizaban ceremonias procesionales como el Viacrucis. Existe el testimonio de una peregrina que se llamaba Egeria, de que esa devoción ya se practicaba en tiempos del imperio romano.
Sin embargo, fue hasta dos siglos después, en el año 525, cuando se superaron las discrepancias de los padres de la Iglesia sobre la fecha exacta de la Pascua Cristiana, que la celebración de la Semana Santa quedó establecida de manera definitiva tal como la conocemos hasta hoy. Y desde entonces se ha celebrado básicamente de la misma manera, como hasta el año pasado.
Solo por la pandemia del coronavirus es que la secular tradición de la celebración de la Semana Santa se ha interrumpido y esta vez sus ritos se tienen que hacer de manera virtual, con los fieles recluidos en sus hogares dándoles seguimiento por los medios electrónicos.
Hasta donde sabemos, nunca en la historia del cristianismo y el catolicismo había ocurrido algo igual. Incluso durante las guerras mundiales y en las guerras civiles ocurridas en numerosos países donde se practica la fe cristiana y católica, la celebración de Semana Santa solo fue restringida parcialmente, pero siempre con la participación plena y física de los fieles.
En Nicaragua la Semana Santa se celebró en condiciones básicas normales aún en los períodos de persecución contra la Iglesia, durante la revolución liberal de fines del siglo XIX y la revolución sandinista de los años ochenta del siglo XX. Y ahora, a pesar de que la Iglesia católica otra vez está siendo perseguida por el poder político dictatorial, la celebración de Semana Santa también hubiera sido normal en términos generales, a no ser por la irrupción amenazante y agresiva de la pandemia.
En cuanto al aspecto vacacional y mundano que también tiene la Semana Santa desde hace tiempo, esta vez se reducirá al mínimo, porque la mayor parte de la gente está tomando las debidas medidas para su protección sanitaria, desoyendo los irresponsables llamados del régimen a realizar concentraciones multitudinarias y asistir masivamente a los balnearios.
La verdad es que la fe y el sentido de conservación de la gente están por encima de todo, particularmente en la Semana Santa.