14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El dictador sigue ausente

Daniel Ortega apareció este miércoles 15 de abril en una cadena nacional de radio y televisión obligada, después de 34 días de ausencia pública. Pero su comparecencia no satisfizo las expectativas de quienes reclamaban que diera la cara ante la pandemia, que causa gran mortandad en el mundo entero y amenaza a Nicaragua.

Fue “un discurso evasivo, falaz e irresponsable”, aseguró monseñor Silvio Báez en su cuenta de Twitter. En realidad, Ortega trivializó el impacto del coronavirus en el país, aunque elogió su sistema de salud pública que llama familiar-comunitario y según él ha evitado que la pandemia del Covid-19 tenga en Nicaragua tanta incidencia como en los demás países centroamericanos.

Ortega no se comprometió a aplicar las medidas de prevención y mitigación que recomiendan los organismos internacionales de salud pública. Tampoco dijo que tiene un plan para enfrentar el impacto negativo de la pandemia en las empresas productivas y la economía nacional, ni siquiera para atender a los sectores más vulnerables y en particular a los trabajadores por cuenta propia, que son la gran mayoría de la población laboral del país.

Como hemos dicho muchas veces, Ortega no es un gobernante legítimo cuyo mandato haya emanado del voto libre de los ciudadanos. El régimen de Ortega es fruto del fraude, no solo electoral sino también constitucional. No rinde cuentas al pueblo —como hacen todos los gobernantes decentes y democráticos—, ni respeta el principio básico de la buena gobernanza que es la transparencia. Ortega se ha mantenido en el poder desde 2007 mediante la arbitrariedad, pero en los últimos dos años gracias a una espantosa represión que ha segado la vida de centenares de nicaragüenses. El dictador de Nicaragua ha encarcelado y mandado al exilio a miles de personas y mantiene sometida a la población en un estado de excepción de facto, sin libertades políticas, con las principales garantías constitucionales suspendidas de hecho y violando sistemáticamente los derechos humanos de los nicaragüenses que no se someten a la dictadura.

Pero aunque la mayoría de la gente no reconozca la legitimidad de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua, él es el gobernante de hecho y como tal tiene que responder ante la nación y la comunidad internacional. Y estas a su vez deben exigirle que por lo menos aplique las medidas básicas para enfrentar la pandemia del coronavirus, recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Daniel Ortega es especialista en echar a perder oportunidades. Y ahora está desperdiciando la que le han ofrecido los diversos sectores sociales y políticos democráticos, los empresarios y la Iglesia católica, de unir a la nación para enfrentar juntos la pandemia aunque él no sea un presidente legítimo sino un gobernante de facto, un odiado dictador.

En esta situación la gente tiene que seguir autoconvocándose para su cuidado y protección. No puede esperar nada bueno de Ortega, ni siquiera ante la emergencia del coronavirus.

Editorial covid-19 Daniel Ortega Nicaragua Silvio Báez archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí