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El lado humano

El martes 7 de abril el gobernador Andrew Cuomo informó que el día anterior se habían registrado 731 muertes en la ciudad de New York a causa del virus.

Leí el número y no pude verlo como una cifra más de tantas que vemos todos los días. Desde ese día, los datos sobre el Covid-19 para mí empezaron a tener un sonido: la voz de mi abuela en la última llamada telefónica que tuvimos con ella desde su cuarto en aislamiento en el hospital Mount Sinai en Astoria, Queens.

Cada cifra en este drama global en el que vivimos es una vida. Una historia. Una de las 731 muertes reportadas del 6 de abril en New York fue la de Nelly Blanco, de 84 años de edad; una señora alegre, generosa y luchadora que dejó Nicaragua a inicios de 1972 al quedarse viuda.

Emigró para proveer para sus tres hijos y un nieto en camino. Hizo una vida en New York, trabajó duro por décadas sin contar horas, ni días. En los últimos años realizó su sueño de recorrer el mundo, visitando santuarios católicos y los sitios turísticos de los que leía en su infancia y veía en las revistas.

Son innumerables las personas a las que mi abuela Nelly ayudó en su caminar por esta vida. Yo fui una de ellas. Me apoyó para hacer realidad mi sueño de estudiar en New York y me enseñó lo que es el trabajo duro, sin quejarse y manteniendo una perspectiva positiva y de fe. Su natural generosidad la convirtió en una guía para nuevos inmigrantes. Sin pensarlo, le tendía la mano a quien lo necesitara.

New York se convirtió en su hogar, pero ella siempre mantuvo su esencia. Organizaba rezos anuales a la Virgen de la Caridad del Cobre y cualquiera que asistía se podía trasladar con la comida y los souvenirs a nuestro pueblo, Diriomo.

Y fue en ese New York, la residencia que ella escogió y desde donde palmeaba revueltas en su apartamento con vista al Río Este y a los rascacielos al otro lado del río, que mi abuela le dio calor a esas frías cifras.

Estas son apenas unas pinceladas del lado humano del Covid-19. El lado de las vidas que se pierden en un santiamén y te dejan con un vacío en el corazón.

Este lado humano es el que nos debe mover a actuar para proteger a nuestras familias, a nuestra comunidad y a nuestro país.

La autora es ejecutiva.

Opinión covid-19 Nicaragua archivo
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